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Comadres

Entre las siete y las ocho de la mañana del jueves de comadres, las calles de Tarija se llenan de mujeres trasladando canastas. El espectáculo es precioso; contenidas en las manos o en las cabezas, las cestas llenas de uvas, de frutas varias, de serpentinas y de globos, tiñen la ciudad de un colorido zigzagueante, que se apura, se detiene a momentos, entra y sale de las casas y oficinas, y finalmente se detiene cuando el abrazo entre las participantes se consuma. En cada cuadra hay una o dos mujeres, afanándose por llegar al lugar de trabajo, del que escaparán en el curso de la mañana, para entregar su carga ocasional a la nueva “cuma”.

Durante toda la mañana, y con mayor intensidad hacia el mediodía, los encuentros entre las nuevas comadres (y “las”, y “los” que devuelven el presente) se van sucediendo. Hacia las doce del día, la fiesta toma forma en los principales lugares públicos de la ciudad (plaza y plazuelas) y al promediar la tarde, la ciudad es una celebración completa en la que innumerables grupos de mujeres la recorren bailando. En la misma tarde miles de mujeres realizan una magistral “entrada de las comadres” en la avenida costanera, y finalmente en la noche se disuelven en numerosas fiestas reservadas “para ellas” (los varones entran después de determinada hora, o se limitan a esperar a su pareja en la puerta).

1.     LA FIESTA “DISTINTA”. El carnaval chapaco en su conjunto, con la fiesta de comadres como “bandera”, se diferencia cualitativamente del resto de las grandes fiestas bolivianas. El carnaval de Oruro, el carnaval cruceño, el “Gran Poder”, el “corso de corsos de Cochabamba”, tiene en común el establecer una barrera infranqueable entre público y participantes; y esas vallas están reforzadas por el poder del dinero, la inversión en vestimentas, altas cuotas de membresía, etc., y por ello en esos eventos unos son los que bailan y otros son los que aplauden.

El carnaval chapaco por el contrario es un carnaval “de la calle”, participativo, donde la gente baila en las calles, en las plazas y donde incluso en los grandes eventos como el corso o la entrada de comadres, la diferencia entre público y participantes, es realmente tenue. El hecho de que sea un carnaval “callejero” redunda en otro fenómeno importante; es un carnaval “multi generacional” (como muchas de las celebraciones tarijeñas), es decir que en la calle se borran las diferencias entre grupos etarios; los jóvenes se juntan con los papás de sus amigos, los abuelos, padres. nietos, bailan y “comparten” en los mismos espacios, sin ningún problema.

¿De dónde vienen estas características?, yo creo que emergen de la influencia que la comunidad campesina sigue teniendo sobre la ciudad. La cultura chapaca viene del campo, y los “chapacos urbanos” lo único que hacen es reelaborarla, y sublimar la campiña y su origen campesino.

 

2.     LA FIESTA “DE LAS MUJERES”. A pesar de que las formas son parecidas, creo firmemente en que la fiesta de comadres tiene una cualidad distinta a la de compadres. En esta última prima con mayor intensidad el espíritu de “la tomada”, el encierro para consumar el “yo te invito” con la mayor celeridad posible. En cambio, la fiesta de comadres tiene una cualidad estética distinta, sustentada en el baile, la picardía y una mayor comunicación. 

En “comadres” las mujeres toman la calle y la iniciativa. Todos participan en la fiesta, pero también todos saben que “ellas” la encabezan y que por tanto tienen la posibilidad de definir las reglas y poner (o no poner) los límites que deseen. Es un espacio simbólico ganado, y por ello no es casual la fuerza con la que es asumido.

Por eso es dable pensar que la vitalidad de “comadres” tiene que ver también con esa suerte de reivindicación femenina, que se expresa en un protagonismo que es negado a las mujeres en varias facetas de la sociedad tarijeña. En un medio en el que la violencia contra las mujeres sigue ejerciéndose con impunidad como parte de la vida familiar cotidiana (Tarija tiene su propio record de “feminicidios” no resueltos y castigados), la presencia masiva de las mujeres en las calles adquiere el sabor de una revancha simbólica. 

3.     LA FIESTA “NACIONAL”. Y, por último, queda claro que “comadres” ya constituye parte del mosaico cultural “nacional”. No pasa por mi mente, ninguna otra fiesta y menos “de mujeres”, que se haya posicionado en las últimas décadas tan rápido en Bolivia. Si Santa Cruz posiciono en los 90 del anterior siglo a “Las Magníficas”, Tarija ha posicionado en este a “Las Comadres”, y así me acusen de parcial, queda claro hacia donde se dirigen mis simpatías.

Levantarse temprano el jueves, ver a las “mozas” desplazarse por las calles preocupadas porque su canasta no se desordene, sabiendo que ese día la prioridad está en “la cuma”. Pareciera una escena sacada de un cuento de Oscar Alfaro, y nosotros tenemos el privilegio de poder verla, aquí y ahora.


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