La humanidad, los mundos paralelos y reminiscencia

Existe una sensación transmitida por las películas, de que la gente, el ciudadano “normal”, no es consciente de los cambios trascendentales que se están gestando en la sociedad. Es seguro, dicen diversos pensadores y analistas, que la humanidad a partir de determinados fenómenos que se están dando en este momento, nunca, para mal o para bien, volverá a ser igual. Pocos somos conscientes, por ejemplo, de que ya en estos momentos dentro de la “normalidad”, existen empresas que venden seres vivos genéticamente modificados (perritos que brillan, etc.). Se trata de un tiempo en el cual, el género sexual, ha dejado de depender del “determinismo biológico” y puede definirse más bien por la “consciencia” (es decir que por primera vez los seres humanos pueden elegir si quieren ser hombres o mujeres). Por otra parte, este es el primer momento de la historia de la evolución natural en la que se está creando vida por “diseño” (toda forma de vida anterior se ha dado por selección natural o “competencia”). Más impresionante aún, como señala el ensayista israelí Noah Hariri, en su afamado texto De animales a dioses, actualmente la Unión Europea en la realidad – realidad (no en alguna película de ciencia ficción), gasta miles de millones en un proyecto que permitirá trasladar un cerebro a una computadora. En el momento en que dicha experiencia alcance el éxito, podrán generarse formas de vida y de pensamiento completamente diferentes a todo lo que conocemos; cerebros, seres vivos, funcionando “en línea”, por ejemplo.

Los seres humanos, atrapados en nuestra “cotidianeidad” no percibimos dichos cambios. Las tragedias diarias generalmente relacionadas con el dinero y la supervivencia inmediata, nos agobian y a pesar de que no sabemos exactamente el porqué, sentimos que el mundo va mal con toda su secuela de pobreza, crueldad, pandemias, etc.   Sin duda, la película que en su momento expresó esta sensación con una fuerza  visceral fue The Matrix  (1999) de las hermanas (hermanos en ese momento) Wachosky; allí cuando Orfeo le ofrecía a Neo elegir entre las dos pastillas, una para quedarse adormilado, “alienado” en la realidad que conocemos y la otra para descubrir “la verdad”, la de un mundo en que todo es un engaño, en el que vivimos en una realidad simulada, en el que existe un poder ignorado que literalmente nos “explota”, brindaba a los espectadores un camino excepcional poder expresar esas sensaciones confusas que acompañan a gran parte de la humanidad.

Obviamente no fue el primer, ni el único producto cinematográfico que ingresó en este terreno, pero si el que lo hizo con más pertinencia, dotado de la dimensión política que necesitaba el tema. Un año antes Peter Weir había estrenado The Truman Show (1998) en el que se recreaba otro “mundo paralelo”; a través de un “reality show” se criaba un niño desde bebe hasta adulto, como eje central de un espectáculo televisivo. Y un poco antes, la talentosa directora Kathryn Bigelow, había estrenado Días extraños (1995), en la que los humanos se “drogaban” experimentando recuerdos gradados de sí mismos, o de otras personas.

Dos meses después del estreno de The Matrix llego a la pantalla la olvidada El Piso 13 (1999) de Joe Rusnak, en la que un detective investigaba un crimen en un mundo virtual. Ese planteamiento, se ha repetido numerosas veces en lo últimos veinte años; el recordado capítulo San Junipero (2016) de la serie Black Mirror (2011-2016), es uno de los mejores ejemplos de este tipo de historia. Ready Player One (2018) el edulcorado trabajo de Spielberg, aprovechó el planteamiento para hacer un (auto) homenaje ochentero (una realidad miserable “afuera”, un mundo emocionante “adentro”, en la virtualidad de las computadoras).

Otras películas como Inceptión (2010) de Christoper Nolan, también han buscado en otro tipo de “mundos paralelos” como el de los sueños, pero siempre de la mano de cierto tipo de tecnología.

Reminiscencia (2021) la recién estrenada película de Lisa Joy, bebe de la misma vertiente. En este caso recupera la premisa de Días Extraños, presentándonos un mecanismo en el que los seres humanos reviven los momentos felices de su pasado y se vuelven adictos a ellos.

Lo mejor de la cinta se encuentra en la descripción que realiza del mundo afectado por el cambio climático dentro de unos años; una Miami parecida a Venecia, con las calles inundadas en las que circulan lanchas, y con los seres humanos realizando sus actividades en la noche, dado que los días son demasiado calientes para que puedan salir de sus casas. Con los ricos viviendo en “tierra seca” y los pobres habitando una suerte de pantanos.

Pero las virtudes se quedan allí. La directora utiliza ese magnífico marco, para desarrollar una historia bastante aburrida, tratando de aprovechar al máximo la presencia de Hugh Jackman (El Lobezno de los X Men), para finalmente dar vida a un melodrama predecible.

Reminiscencia es una cinta aconsejable para los amantes del género (como el que suscribe estas líneas), dado aud al margen de sus defectos, nos sirve para recordar la forma como el cine en la última veintena sigue cumpliendo con la función, de “escudriñar” la realidad, con mayor pertinencia en algunos casos, que muchos organismos especializados de las ciencias sociales.


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