Si la crisis es madre del éxito: ¡ahora es cuando!

La educación regular o educación de los ciclos primario y secundario, por siempre, fue anualizada y concordante, además,  con el año calendario (febrero a noviembre – diciembre), 200 días de trabajo en el año calendario.

Con el advenimiento de la pandemia del coronavirus (COVID – 19), este sistema anualizado, virtualmente quebró, dado que se tuvo que suspender las clases presenciales y crear las clases virtuales con el uso de diversos medios tecnológicos: computador, teléfono celular, Tablet; internet u otros medios de información y transmisión como módulos, radio difusión, televisión, etc.

El sistema anualizado que data desde la primera escuela pública del siglo XVIII, estuvo aparejado a una organización estamental: educación inicial, primaria, secundaria, terciaria; primer curso, segundo etc. en cada ciclo; por aulas, secciones, materias, etc. y el tiempo de trabajo por  año escolar. Hasta no hace mucho, habían establecimientos educativos para varones y otros exclusivos para mujeres. Hoy aún se mantienen las vacaciones de verano justificadas desde entonces, por el periodo de siembra grande, para la producción agrícola. 

Se valoraba/valora el año lectivo, como más o menos exitoso, según los días supuestamente de trabajado y no en esencia, por el logro de por lo menos el 70% del dominio de competencias académicas establecidas para cada curso. No se aplican mediciones comparativas entre un año y otro ni del alumno, ni del curso y tampoco de la institución; menos comparándola con otra u otras, si quiera por sentido de emulación. Todo se valora al bulto.

Con este sistema anualizado y bancario de la educación regular, estimamos que nunca pasamos de 80 o 90%  del avance de contenidos; lo que en suma significa que en los 12 años del proceso educativo, fácilmente perdemos 1 año de aprovechamiento académico.

Este tiempo perdido que viene a ser capacidad intelectiva no aprovechada, tendría en suma, varias incidencias en contra de la calidad y la eficiencia educativa de los bachilleres y no sólo ello, sino, de otros aspectos que afectan de manera integral a la economía, a la salud, al bienestar familiar, a una mejor realización personal y una mejor vida colectiva.

Al no ser optimizado el tiempo que se destina a la obra de aprendizaje escolar, al no velar con rigor por la eficiencia (más calidad en menos tiempo y con menos costo) y así lograr una buena calidad educativa, evitando pasar el tiempo, la economía se ve afectada. Así como la familia, también el Estado en sus diferentes niveles gastaría menos y, el mismo estudiante sería beneficiado con la ganancia de oportunidad al poderse ocupar pronto en algo más, para mejor su estatus y realización personal. La economía en general seria beneficiada.

 

 

 

Mayor tiempo, mayor esfuerzo y mayor preocupación de la familia, del estudiante y de todos los involucrados en la tarea educativa, trae mayor desgaste de la salud física, mental, emocional, social y desde luego menor bienestar, tranquilidad y satisfacción familiar; con lo que entre escuela, familia, demás familias y población en general, lograríamos una mejor vida colectiva.

¡Qué bueno sería que se haga un estudio para determinar toda esta pérdida traducida en dinero! Seguramente se evidenciaría cuanto perdemos, cuanto nos empobrecemos por no hacer lo que debemos hacer todos en educación, y, mejor si la fortaleceríamos con la incorporación de la Neuropedagogía, ya aplicada en varios países del mundo, con significativo éxito.

Para superar esta crisis de la educción, ahora que la oportunidad se nos brindó, debemos imaginar alguna alternativa que nos saque de este atolladero y postración, definiendo una ruta para dejar de devaluar más la calidad académica de nuestros bachilleres, esencial izando contenidos y aplicando para los estudiantes sobre dotados mentales el currículo móvil des graduado.

Yo creo que ha llegado el momento de semestralizar o trimestralizar y en todo caso definir un sistema modular que esencial ice temáticas centrales en las que se demuestre dominio de competencias académicas desde el primer curso de primaria hasta el sexto de secundaria; velando fundamentalmente por la calidad y la eficiencia de una educación pública para tod@s y para toda la vida.

Este es el momento de pensar en el sujeto y objeto de la educación (el estudiante), propendiendo que cada estudiante avanzare a su propio ritmo comprendiendo que la educación es el arma más importante para derrotar pobrezas, para ser libres, dignos y progresistas. De esta manera aseguraríamos el 100% de movilidad educativa a lo largo de todo el sistema de educación regular, obteniendo cuando menos un 70% de calidad académica de nuestros bachilleres. Entonces, ¡Ahora es cuando!


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