El aprendizaje es un proceso, no es un decreto

Proceso son las fases sucesivas de un fenómeno o hecho complejo, o también, proceso es un conjunto de acciones que se realizan para lograr algún objetivo de elaboración o transformación.

Una mariposa, por ejemplo, pasa por diferentes procesos: a) huevo. b) larva, c) crisálida. d) mariposa. Este proceso de transformación de huevo a mariposa, lleva un tiempo prudencial para cada fase y para ver realizadas todas estas, existen factores determinantes como los rayos del sol, temperatura, aire, lluvia, etc. Esto quiere decir que no podría pasar de huevo a convertirse directamente en mariposa; pues tiene que superar todas sus fases de transformación.  

Ahora bien, el aprendizaje al ser un proceso natural de la persona humana, también precisa del cumplimiento de los pasos y fases requeridas; no se logra por decreto. Acá nos sirve de efectivo apoyo el dicho popular: “No por mucho madrugar, amanece más temprano”.  

Un decreto es la resolución que toma un organismo o una persona en su condición de autoridad, porque  la considera necesaria con algún fin o motivo y ésta, en cierto modo es una imposición: ¡yo ordeno!, ¡hágase y ya! A veces rompe el espíritu democrático y la participación entusiastamente activa y positiva de sus subalternos. 

En el proceso de aprendizaje se requiere mucha disciplina individual y colectiva y a la vez el cumplimiento de reglas y normas previamente establecidas, que resulten ser el agua para que mueva al molino como debe ser. Aprender, no es como embutir chorizos que con más o menos celeridad y cantidad se pretenda; no es correcto que lo que no se haya hecho en días, semanas y meses de tiempo programados, se pretenda hacerlo a última hora y ¡como diablo sea!; sin tomar en cuenta, precisamente, el concepto de proceso, respetando la naturalidad del proceso de aprendizaje del ser humano.  

Convendremos todos que lo que no hicimos en el tiempo transcurrido del año escolar, lo que por proceso corriente no lo logramos, en este último trimestre ya no lo vamos a lograr. Al pretender hacerlo así, estamos engañándonos, sin haberlo hecho en concreto y, más será una mentira, más será un engaño, más será el daño que se cause a la educación en general. Ya el 2019 a 28 días de trabajo lectivo se decretó que todos los estudiantes pasarían de curso y ese daño no fue ni será remediado, como no será subsanado el perjuicio que se causaría por decisión y en cierto modo por decreto nuevamente ahora; al hacerlo sobrecargando el trabajo a maestros y estudiantes para dar por realizado lo que no se realizó, precisamente irrespetando el proceso que técnica y pedagógicamente corresponde, se cometería un daño irreparable más.

Hacerlo nuevamente así, más será el daño que el beneficio. Por eso yo creo que debemos seguir el proceso que requiere el aprendizaje y no decidir y decretar que se haga a la velocidad de un rayo lo que no se pudo hacer, tanto en el tiempo establecido, como con el proceso meticuloso que se lo debió hacer.  

Yo creo que con la creatividad y el ingenio que lógicamente nace de toda crisis; seguramente optaremos por el vencimiento de objetivos, por el logro de competencias, habilidades, conocimientos y destrezas establecidas para cada curso, grado o ciclo, según los pensums  académicos; y avanzar sin prisa y sin pausa de principio a fin el saber que corresponde desde el primero al sexto curso de primaria y desde del primero al sexto curso de secundaria, sin tener que considerar, sobre todo, el año calendario que siempre se contempló (febrero a noviembre o diciembre) en el actual modelo educativo; sino considerar sobre todo, cuánto aprendizaje significativo se logró.  

Si por año de trabajo regular estimamos que nunca pasamos de 80 o 90%  de logro de competencias conforme al programa; resulta que en los 12 años académicos, fácilmente habríamos acumulado un incumplimiento de un año menos de estudio por los contenidos no avanzados y esto afecta a la calidad de los bachilleres.  

El aprendizaje significativo garantizaría competencias tal como efectiva y realmente correspondería al nivel de cada estudiante y de esa manera, las promociones se harían por competencias y conocimientos logrados y no por años lectivos conforme a los años calendario como siempre se hizo.  

Con el COVID – 19 todo ha cambiado, entonces porque no cambiar el propósito y mecanismo educacional, es decir: competencias y aprendizaje efectivo y real,  trabajando el tiempo que para ello sea necesario. Es necesario recalendarizar los años lectivos por el logro de objetivos, de conocimientos y de competencias, dejando atrás los tiempos de año calendario.  

Es hora de considerar definitivamente que el aprendizaje es y debe ser un proceso sine qua non a cumplir en cada año académico y no un decreto o simple decisión a cumplir. ¡Si señor!: El aprendizaje debe ser un proceso, no debe ser más un decreto; así mejoraría substancialmente la calidad educativa.  


Más del autor