El poder de todos para todos

Poder: es el dominio e influencia que una persona tiene sobre otra u otras o, de alguna cosa. Es la posesión o tenencia de algo; es fuerza, capacidad, eficacia, capacidad de provocar ciertos resultados o efectos.

El poder puede ser de la fuerza bruta o poder de la razón en el caso de las personas, según si actúan razonablemente o según si aprovechan su contextura física, su enojo, su odio, etc. o si utilizan su amor, fe, capacidad de convencimiento, atracción, su valentía, etc.

Podemos también considerar poder a la ignorancia y al capricho según se la haga valer como fuerza aplastante de la verdad, de la dignidad, del honor, del respeto mutuo y de la justicia del ser humano en sociedad.

También podemos considerar el poder del saber, determinado por los conocimientos, destrezas, capacidades y competencias de la persona humana en un contexto social, del ser que sabe (bueno) o al que se cree saber, al sabiondo y por consiguiente quien todo sabe, pero nada comprende y es el que manda y ordena. (malo).

Podríamos decir que existen distintas modalidades de ejercicio del poder; entre ellos “la fe que mueve montañas”, la religión/iglesia, la fuerza física, la fuerza mental o psicológica; así como otros factores de poder como el dinero, las propiedades/tierras, el conocimiento u otro factor/mecanismo que influya en la conducta humana. 

Los espacios o ámbitos donde se mueve el poder son la familia, diferentes ámbitos de la colectividad: organizaciones/instituciones, los gobiernos en sus diferentes niveles, etc.

 “Use, pero no abuse” es la frase que regula el uso del poder; pero aun así no falta quienes prevalidos del poder abuzan, por la ignorancia reinante y/o costumbre autocrática de las personas y de los gobiernos dictatoriales; no democráticos, no empáticos y no respetuosos de la horizontalidad/igualdad de trato entre seres humanos.

Las consecuencias funestas las vivimos en los diferentes ámbitos de vida, patentizados en la humillación, la frustración, depresión, baja autoestima, dolor, descrédito, torturas, secuestros, aislamientos, asesinato, entre otros.

La irrespetuosidad y el autoritarismo; faltar a los derechos humanos, la corrupción, el aprovecharse de la ignorancia, faltar a la verdad, a la justicia, entre otras tantas actitudes, son antivalores a los que se podría superar agregándole valor a la persona humana (valor agregado o educación) reduciendo la enorme población neurona virginal y convirtiéndolas en cerebro-pensantes. En una sociedad con un buen nivel intelectual-moral, con habilidades destrezas y competencias suficientes (educación) se potenciaría el poder colectivo para encarar ventajosamente un venturoso proceso de desarrollo, progreso paz e integración de nuestra amada Bolivia.

Es triste ver en la familia, en los grupos sociales/organizaciones o instituciones/Estado, carencia de autoridad y poder por falta de capacidad y calidad humana y se ven obligados ser autoritarios, bravucones, amenazantes, matones, intolerantes, etc. y hasta crueles, para hacerse, dique, respetar.

 

 Abuso de poder es aprovecharse de la autoridad que se tiene para extorsionar a otra persona o entidad con el fin de cumplir sus intereses/ambiciones, recurriendo al uso del poder del amigo de un familiar o del jefazo, etc. El uso de este poder es inmoral e indigno.

Hacen muy bien lo baños de humildad para ejercer el verdadero poder con autoridad moral y no pecar de autoritario y farsante de voz altisonante y postiza-fingida, para aparentar autoridad, lo que causa más bien desaprecio y pérdida de poder/autoridad. En una sociedad empática y democrática todos nos empoderaríamos y hasta Bolivia en el contexto internacional. Educándonos más y mejor nos empoderaríamos más como personas y como sociedad boliviana.  


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