¿Primeros en lo peor?

Cómo quisiéramos los bolivianos y las bolivianas ser primeros en lo mejor, en lo bueno, en lo benéfico, en lo positivo, en lo grandioso; ser mejores entre los mejores; pero es triste ser primeros en lo peor; primeros en violencia doméstica, en feminicidios, en corrupción, etc. etc.; es triste saber que “Bolivia tiene el mayor índice en violencia doméstica y en feminicidios”, como lo dijo en la Homilía del domingo 4 de julio 2021 Mons. Sergio Gualberti, Arzobispo de Santa Cruz.

El conocimiento y desarrollo de la conciencia humana y la destreza hasta de un can, se la denomina educación o sea formación integral de un ser vivo; es decir, en el caso de la persona humana, la creación de la personalidad como ser culto, conocedor de cuantos más tópicos científicos y fundamentalmente valores, de gente-gente, en cuya dinámica rige la ley “respetos guardan respetos” y la aplicación de la necesaria tolerancia a las diferencias individuales, a la diversidad y solidaridad, buscando siempre un sumo de sinergia social - humana al más alto nivel de comprensión y grandeza, para el bien común.

Debemos reconocer que, para ser un buen abogado, para ser un buen contador, o para ser un buen profesional en cualquier rama del saber humano; primero se debe ser GENTE y no a la inversa; o sea primero profesor y después gente, por ejemplo; porque eso no se da así; dado que, “la gallina cuando se da a los huevos, aunque le quemen el pico, no dejará de hacerlo”.

Si “la educación es el vestido de gala con el que se asiste a la fiesta de la vida” (Miguel Rojas); ¡qué mal vestidos que estamos los bolivianos!; ¡qué mal que se nos ve!, lo que es la muestra objetiva de la calidad de educación que tenemos.

Nadie puede decir que no es razonable que la calidad y el nivel de educación hace a la persona más persona, más gente y dentro de este marco ni duda cabe que nuestro sistema educativo, por cómo se muestra en resultados, se muestra en los hechos, es malo o simplemente no hay educación y lo que viene imperando es la ley de la selva; la ley del fuerte, del dueño del poder que acalla, arremete, humilla al débil: Es cuestión de mostrarse bravo; un ser resentido ambicioso de poder y de dinero y ya; desconociendo toda norma de convivencia civilizada, pacífica y digna. Se llama valiente a la persona bravucona que genera odio, genera enfrentamientos, inventa verdades y se impone por la razón de la fuerza, no por la fuerza de la razón.

Como están las cosas, está claro que la escuela no educa, la escuela sólo instruye en ciencias y disciplinas que capaciten para el éxito en aplicación al paradigma de vida ganar – perder y no, para asumir el paradigma del cuidado o sea el paradigma ganar – ganar. La gran escuela de la vida, es la vida misma; es decir, lo que se ve y se vive en la calle y es precisamente cuanto describimos en el anterior párrafo y es lo que más pega y se aprende, con un ambiente comunicacional sensacionalista que finalmente se muestra, se relata, se escenifica como es que se hizo tal o cual fechoría, tal o cual delito, tal o cual feminicidio. No nos damos cuenta o no queremos darnos cuenta que los efectos son contrarios a lo que luego se pregona: amistad, humildad, comprensión, unidad, respeto, construcción, progreso, bienestar, etc. Monseñor Gualberti también se refirió a la prensa sensacionalista que ojalá se tomare en cuenta si en verdad lo que buscamos es amistad, hermandad, paz, concordia, bienestar, progreso y felicidad. Tengamos en cuenta que se aprende lo que se ve, lo que se vive y no siempre lo que se dice.

Para dejar de ser los primeros en lo peor, es necesario que nos dotemos de educación pública de calidad para tod@s y para toda la vida, de 0 a siempre, que nos dote de una capacidad de desempeño  necesario para profundizar la democracia, dejar la dictadura que ya tanto daño nos hizo; dejar la dedocracia, la democradura y profundizar la democracia altamente participativa y no caer en la oclocracia que a veces se presentan señales de lo grave que sería.

La oclocracia es un gobierno de las muchedumbres, el poder del autoritarismo y la fuerza de la violencia. Si le ponemos cabeza esta clase de gobierno no sería compatible en una colectividad/ciudadanía con un buen nivel de educación integral como ser humano (ciencia, arte, técnica y valores). Tengamos en cuenta que “enseñar es más fácil que educar; porque para enseñar solo es necesario, dizque, saber; mientras que para educar hay que ser”. 


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