La educación tradicional inhibe la creatividad

La mera transferencia de conocimientos del profesor al estudiante, de algo que él lo memorizó de algún libro; opera en el mantenimiento de conceptos y modelos que desfavorecen la creatividad y el cambio. Impide o reprime el ejercicio libre de facultades y hábitos de los estudiantes o personas, nos obliga a memorizar conceptos e historias y a acomodarnos a ciertos patrones culturales y sociales y, a conservarlos como verdades absolutas.

Joy Paul Guilford acuñó el término "pensamiento convergente o vertical" que representa la habilidad de dar la respuesta “correcta” a preguntas estandarizadas que no requieren significativamente de creatividad. “El pensamiento convergente preconiza que sólo existe una solución correcta para cada problema. También lo llaman lógico, convencional, racional o verbal por el análisis que se realiza”. Es el pensamiento más usado por la escuela tradicional.

El pensamiento divergente es antónimo del pensamiento convergente, que genera ideas nuevas mediante la imaginación de varias posibles soluciones. Este pensamiento surge en forma espontánea luego de que surgen las ideas y la información es organizada y, estructurada usando el pensamiento convergente. “El pensamiento divergente es encontrado entre las personas con rasgos de personalidad tales como: inconformismo, curiosidad, persistencia y voluntad de asumir riesgos”.

Bet Jarman y el Dr. George Land, para medir el potencial creativo de sus ingenieros y científicos de la NASA, realizaron un estudio que era altamente especializado. Aplicaron una prueba para saber si la creatividad era un rasgo genético, era el resultado de la experiencia de la vida o era algo completamente diferente. Aplicaron una prueba a 1.600 niños de 4 a 5 años. Midieron su progreso y encontraron en el estudio que el 98% de los casos estudiados, tenían puntuación de genios. Después de 5 años vuelven a aplicarles la prueba y encuentran que habían disminuido su puntuación a tan solo el 30% la posibilidad de ser genios. 5 años más tarde, ya en secundaria, la puntuación cayó al 12%. “Parecía que habían comenzado como genios y luego al pasar por la escuela se habrían vuelto tontos”.  Esto los dejó intrigados y perturbados y eligieron llevar a cabo la misma prueba en los adultos mayores de 25 años. Después de muchos estudios, se encontró que menos del 2% de todos los adultos logró una puntuación de nivel de genio.

Para garantizar la coherencia de los resultados, estos estudios se replicaron más de un millón de veces. Las personas nacen como genios creativos, pero luego con el pasar del tiempo, todo cambia luego de pasar por el sistema escolar.

El pensamiento convergente crea temor a que uno se salga de cuanto está enmarcado, mientras que el pensamiento divergente genera desafío, por eso la persona que tiene esta cualidad, es optimista y resiliente. Por esta razón no faltan quienes dicen que la escuela en vez de educar, educastra.

¿Qué es lo que sucede?, ¿por qué se van perdiendo las posibilidades de convertirnos en genios a medida que avanza nuestra escolaridad? Para responder estas incógnitas quiero compartirles una experiencia que tuve: 

Luego de haber jugado un partido de básquet, me senté a charlar con un amigo quien me contaba que su recorrido por las aulas fue muy ingrato porque le enseñaban que todo debía resolverse con el mismo procedimiento sin cuestionarlo, repitiéndolo una y otra vez para que quede en la memoria. Me contó que este tipo de pedagogía le hizo odiar lo que a él más le gustaba, las matemáticas por que en cierta ocasión su profesor, luego de evaluar un ejercicio matemático que él había resuelto, le dijo que el procedimiento estaba mal aunque el resultado era el correcto por lo que tenía una nota de reprobación. Entonces, mi amigo escogió ser herrero en vez de ingeniero por qué sintió que no iba a poder memorizar todos los procedimientos que le impusieran, en cambio en la herrería podría utilizar su creatividad en distintas operaciones para lograr mejores resultados en su trabajo, lo que, en la matemática, según su profesor, era imposible.

Entonces, lo que pasa en las aulas es que nos quitan la posibilidad de pensar para resolver los problemas, no nos preguntan: ¿Cómo creen ustedes que se resuelve esta multiplicación?; no nos dejan equivocarnos para que después nosotros mismos identifiquemos el error; no admiten que puede haber más de una respuesta para el mismo problema. Es decir que la enseñanza con procedimientos inmutables anula la reflexión de los estudiantes, elimina la creatividad que tenían antes de la escuela y los vuelve sujetos conformistas.

Japón, uno de los países de avanzada en el mundo, se encuentra implementando una reforma educativa denominada “Cambio Valiente”. Formará ciudadanos del mundo; su estructura académica tendrá sólo cinco materias: Aritmética de Negocios, Lectura, Civismo, Computación e Idiomas; y nosotros pese a los años luz que nos lleva Japón en educación, en lo técnico científico, etc., seguimos haciendo lo mismo, como seguiremos haciendo lo en todo orden. ¿No sería bueno que tanto que hablamos de cambio, en serio cambiemos lo primero que es lo primero: “La educación”? No puede ser que los pobres estemos condenados a mismo tener una pobre educación.


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