¿Somos conscientes del momento histórico que vivimos?

Leyendo la prensa nacional da la impresión de que vivimos un momento histórico tranquilo y sin problemas. La Federación de Mineros parece disfrutar de su tremendo edificio. El Presidente Luis Arce obedece a Evo —que sigue medtiéndose en la vida del Estado (y evidentemente aspira a ser otra vez Presidente)— tanto en el tema de la exportación de carne de bovinos como en el creciente uso de transgénicos (un pecado antiguo que se sigue agravando). Se repiten denuncian sobre negociados en ENTEL. Los problemas educativos que genera la pandemia del Covid parece que se fueran a resolver por la vía de alargar el trimestre. Una mayoría de los alcaldes recién posesionados se quejan de la falta de presupuesto y de las deudas municipales acumuladas (y en el fondo comprueban con gran desazón que no hay recursos suficientes para hacer negociados), y plantean problemas y deficiencias en la descentralizadión del actual Estado Plurinacional. Mientras la Pandemia avanza (en Cochabamba presenta el mayor pico elevado de casos), se denuncia la práctica de negociados con las vacunaciones (que al Tercer Mundo recién “van llegando”). Las militancias de los diferentes partidos gastan tiempo y energías en peleas internas…

¿Y las perspectivas económicas? ¿Y la disminución constante de los puestos de trabajo? ¿Y la cantidad de gente que no puede cumplir los plazos de pago de sus préstamos? Parece que no fuéramos conscientes de los crecientes peligros que nos acechan. Vivimos —a nivel internacional— un momento histórico muy difícil. En el mundo entero disminuyen los puestos de trabajo, algunos bancos están haciendo difíciles equilibrios financieros. El sistema de salud está resultando absoluntamente insuficiente (hospitales repletos, médicos que se contagian, pacientes echados en el suelo). Tendríamos que hacer a un lado todos los problemas para dedicar los recursos y energías que todavía nos quedan para compensar los males de la pandemia, postergar el tratamiento de las diferencias políticas y geográficas para tiempos mejores, buscar el máximo de austeridad en nuestras vidas, tanto en el nivel público como en el privado.

Porque además los problemas actuales son de dimensión mundial, y a estas alturas nadie puede garantizar resultados de campañas de vacunación (cada vez aparecen nuevas cepas del Covid), que además avanzan con desesperante lentitud. Gobierno y oposición están obligados a buscar y encontrar puntos de consenso.

Encima parece que se nos viene un invierno muy crudo (con consecuencias para la salud, y hay quien cree que también por la agudización de la pandemia). Por todo lo dicho tendríamos que concentrar nuestras energías en prever medidas para la sobrevivencia del país y de la sociedad, valorar la austeridad en todos los gastos, priorizando los que son vitales e imprescindibles (ahí no entra el Gran Poder, por poner un ejemplo).

Nuestro gobierno (empezando por nuestro Presidente) debería recordar que es un gobierno de todos, también de los que con todo derecho han votado por otras candidaturas y que a su vez tienen que ser conscientes de que el gobierno por el que no han votado es ahora el suyo. Cierto que la oposición tiene todo los derechos políticos para discrepar, para contraproponer y criticar, pero tiene que ser consciente de que vivimos un momento mundialmente difícil y tenemos que hacer esfuerzos compartidos para sobrevivir: austeridad económica, medidas para no arriesgar contagios, preocupación por la salud de todas y todos (y para eso no basta el barbijo, hace falta también evitar aglomeraciones, por ejemplo).

¿Que estoy exagerando? Ojalá, es lo que más me alegraría. ¿Y ustedes qué opinan, queridos lectores/as?


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