La degeneración de la política

La noticia de la ruptura de Santos Quispe con “Jallalla La Paz”, después de haber ganado las elecciones con esa sigla, nos confirma en lo que ya veníamos observando hace tiempo: la POLÍTICA se ha vuelto un negocio personal (o de grupos), con lo cual se ha degenerado. Sabemos que el término “política” se refiere a una actividad fundamental del ser humano, la de su relación con la “polis”, es decir con la sociedad organizada de una manera concreta. Por tanto es asunto de todos e incluye las diferentes visiones existentes en la sociedad respecto del Estado (desgracia de la que hoy por hoy no nos podemos librar; estamos absolutamente lejos de la visión an-arquista, que es la que apunta a que no estemos sometidos a ningún poder, y por tanto a la supresión de todo tipo de Estado).

Pero ya que hoy por hoy el Estado parece inevitable, por lo menos tendríamos que movernos de manera que cada Estado dependa de la visión política de sus ciudadanas y ciudadanos, y no de trampas y negociados que sólo benefician a determinados dirigentes y grupitos, y no al conjunto de la sociedad.

Sin embargo esa visión cada vez está más lejos de nuestra vida ciudadana. Y precisamente la jugada de Santos Quispe (se suponía que heredero de su padre Fellipe Quispe, a quien tenemos que calificar de dirigente político consecuente, al margen de que estemos de acuerdo o no con su visión y su compromiso). Pero no, el hijo ya aprendió las mañas de los politiqueros: se presenta de candidato con una sigla (”Jallalla La Paz”), y una vez elegido se aleja de dicha organización para liderizar otra (“Adelante Pueblo Unido”), con la cual, al ser fundador y jefe, puede aprovecharse personalmente (como por ejemplo metiendo a su gente en la gobernación de La Paz).

Y por supuesto no es el único caso de “político” al que le importa muy poco la “polis” y que sólo busca ventajas personales. ¿No es lo mismo que podemos lamentar cuando Evo Morales “ordena” la dimisión de algunos parlamentarios para facilitar la solución de problemas internos dentro del MAS, por tanto una decisión politica que no tiene nada que ver con la “polis”, sino que expresa la pelea por determinados intereses tanto individuales como de grupo. Lo que vale son los intereses personales y no los intereses y necesidades de la sociedad.

El resultado es que cada vez tendremos menos criterios para optar con nuestro voto por tal o cual candidata o candidato. Por eso se entiende que con esos votos saliera en su momento diputado el señor Galo Bonifaz, actualmente acusado de abusar a su hija de 9 años. Cierto que la acusación no está comprobada, pero en todo caso ese señor no parece el adecuado para que votemos por él (que por cierto también fue viceministro).

Podemos pues afirmar, con mucha pena, que en nuestro país la “política” no hace más que degenerarse. Sobre todo en las elecciones sub-nacionales queda cada vez más claro que de lo que se trata es de lograr ventajas y poder para determinadas personas y que la vida y mejoramiento del Estado está completamente al margen.

Eso explica las peleas internas en muchos partidos, la degeneración de muchos dirigentes, la insatisfacción que nos generan los candidatos por los que hemos votado, y las ganas de no votar nunca más (sólo que en nuestro país el voto es obligatorio, con lo que en los hechos se impulsa el voto nulo o blanco).

¿Tiene sentido ejercer nuestros “derechos ciudadanos” cuando vemos que de entrada ya están siendo burlados por el sistema político)?

Que en otros países ocurra lo mismo no es ningún consuelo. ¿Qué podemos hacer, queridos “con-ciudadanos/as”? Me temo que nada…


Más del autor