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Educar para crear

“Mientras los latinoamericanos estamos obsesionados por el pasado y guiados por la ideología, los asiáticos están obsesionados por el futuro y guiados por el pragmatismo” (Andrés Oppenheimer). Esta frase expresa la esencia de nuestro pensamiento y acción, para los bolivianos que, guiados en una bizantina teorización y lucha entre izquierda vs. derecha, citadinos vs campesinos, u oligarcas vs. pueblo, como dice nuestro presidente; en enfrentamientos sin cuartel, por tomar del poder y, ¿para qué?, para estar ocupados, entretenidos peleando por retacearnos lo que queda de nuestra riqueza natural y cada vez ser más pobres y que arrecien nuestras peleas, en la medida que sean cade vez menos las posibilidades de constituir una nación próspera. 

La llamada clase política es producto de la educación que tenemos; este nivel de educación, más la aplicación de las tradicionales ideologías que practicamos, como que mantienen a nuestros líderes políticos con la mirada y el pico contra el suelo, como el ñandú, o, mirando al espejo retrovisor del motorizado, como algunos choferes distraídos. Estas son dos gráficas, dos perspectivas pusilánimes en nuestra actualidad. 

Se dice que la educción es vanguardia de futuro de una nación, porque abre los ojos, la mente, la visión y misión de su ciudadanía; a la vez que, genera la energía de futuro de un país; pero, si esta está diseñada a la medida y tamaño del modelo de mantenimiento de la tradicional forma de ver, vivir y hacer las cosas; ahí estamos como estamos; no sólo con un modelo de mantenimiento, sino hasta de retroceso, como en varios aspectos en nuestra nación.  

Por otro lado, como la educación no es una política de Estado, sino una política del gobierno de turno, es que se dan los cambios y recambios, que al final no cambian nada. En nuestro país, no cuenta para nada la llamada economía del conocimiento en la que vive hoy el mundo. Educar sigue siendo en esencia alfabetizar, aunque en los países del mundo que hoy lideran educación y economía, básicamente, se aprende, ya no se enseña, literalmente. 

Si para que haya cambio primero debo cambiar yo; ese yo/nosotros en el Estado puede ser el magisterio en su conjunto. Son alrededor de 180 mil profesores, 180 mil soldados de la revolución/transformación, no des destrucción; quienes, por amor propio, por dignidad, por predisposición intelectual; porque conocen de la importancia de lo que deben hacer por el futuro de la Patria, deberíamos tomar la iniciativa de cambiar la tradicional manera de hacer educación. Habrá cambio en la educación, cuando el magisterio esté decidido a cambiar. 

Dice un dicho popular: “a rio revuelto, ganancia de pescadores”, que es lo que desde hace mucho se da en el campo de la educación en nuestro país y donde cada quien hace lo que puede. Si alguien quiere o quisiera educación de calidad y tiene una buena economía, que lo haga en las escuelas y universidades que las hay acá o en cualquier parte del mundo y, ¿cuánto se dice en leyes respecto a educación pública y de calidad para todas/os?, ¡bien, gracias! 

Es muy plausible la predisposición intelectual del profesorado que de manera voluntaria vienen constituyéndose en grupos colegiados por niveles o por materias para intercambiar iniciativas y experiencias para elevar la calidad profesional docente, dejando atrás egoísmos que no hablan bien, precisamente de un docente. Esta forma de perfeccionar el ejercicio de su profesión, ahora que la pandemia nos ha movido el piso; es el camino que nos llevará a los educadores a tener un mejor éxito laboral y con él, el logro de una mejor educación para el país. 

Se sabe que no hay peor enemigo que el del mismo gremio; pero esta actitud no correspondería a los profesionales docentes; mismos que, como en ninguna otra profesión debe prevalecer la ética profesional; desterrando para siempre la zancadilla, la envidia, el menos precio al colega y más bien unir esfuerzos por valorarse como familia docente, la más importante para el desarrollo humano, primer capital/patrimonio de una nación. 

Siendo así, los educadores debemos aprovechar la coyuntura que vivimos para conectar/aprovechar los diversos suplementos tecnológicos que nos es posible utilizar ahora, con metodologías activo participativas que superen la práctica tradicional y privilegiemos, por sobre todo, el aprendizaje, el autodidactismo y construcción autónoma de conocimientos de los estudiantes; liberando ampliamente su creatividad, que tanta falta nos hace para pasar de la economía extractivista y de la producción primaria, a la economía con valor agregado. 

Al promover al estudiante a asumir su rol protagónico en la creación de sus propios conocimientos, se potencializará la capacidad y competitividad del producto educativo, al contar con estudiantes que se lancen con audacia al desarrollo de la economía del conocimiento, dejando el límite del saber que significa la escuela enseñante, transmisiva, en el que el maestro es la máxima medida del conocimiento. El maestro dejaría de ser el tradicional 10 y pasaría a ser el 0, sobre el que se creará la nueva escala de saberes, para el estudiante, con la facilitación inteligente del trabajador con el conocimiento.


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