Las ciudades intermedias aparecen para apoyar a Bolivia

El día que los candidatos a la presidencia reconozcan que tienen en las ciudades y municipios autónomos, socios estratégicos para resolver los problemas de la gente, el desarrollo y la gestión pública, podrán dormir más tranquilos.

La negación por el absurdo de esta situación se dio durante los últimos 14 años en los cuales el presidente pretendió constituirse en el alcalde de todo el país, y el ministro de la presidencia, en el oficial mayor del municipio. Pasando también como gobernador y secretario de coordinación departamental, respectivamente.

La fallida inauguración de obras como favor político y el corte de cintas para aparecer en la foto, distorsionaron un modelo de gestión que se había armado para funcionar en niveles de planificación coordinada y con instrumentos de inversión concurrente. Cuando se rompieron las reglas básicas y el nivel central contó con recursos exorbitantes distribuidos dispendiosamente, el sistema hizo aguas y la dependencia suplió a la creatividad que se desarrolla cuando hay necesidad.

Los cheques se entregaban y las obras se realizaban sin cumplirse los procesos técnicos necesarios. Y como dice el refrán, a caballo regalado no se le miran los dientes, el territorio nacional se vio sembrado por obras realizadas en los municipios regaladas por un centralismo irresponsable. Contemos los elefantes blancos, grandes y chicos que forman parte de la enciclopedia de la infamia.

La pandemia nos ha obligado a abrir los ojos y a buscar dónde están nuestras fortalezas para superar esta crisis de salud, economía y gobernabilidad que debemos resolver. De manera natural, aparecen la capacidad de organización, movilización, producción y resiliencia de la sociedad boliviana, el municipio como base del ordenamiento territorial, las ciudades Intermedias para articular a la población en el territorio, las mancomunidades municipales que habían desaparecido y el imprescindible ejercicio de la autonomía que ahora vamos a necesitar de verdad.

Hemos constatado que, si en un territorio existen ciudades intermedias con calidad de nodos de servicios públicos, se fortalece la cohesión social en torno al turismo para articular el desarrollo, si se consolida la economía local con seguridad alimentaria y la sostenibilidad territorial se construye sobre energía, conectividad y vivienda digna, la gente aporta con lo que sabe, y trabaja con dignidad.

Para comprender mejor el tema del desarrollo, el turismo nos ayuda grandemente. En la post pandemia que debemos enfrentar, y cuando todo el mundo está rearmando sus capacidades, podemos tener en esa forma de desarrollo sostenible que el mundo buscará para vivir en comunidad con la naturaleza, y que nosotros podemos ofrecer en abundancia. Todos nuestros gobiernos locales y departamentales tienen un capítulo en sus planes de desarrollo vinculado al turismo. Si lo aceptamos como política pública y el próximo gobierno le da la calidad de Ministerio de Estado, podremos cumplir uno de los sueños de nuestro país, ser reconocidos en el mundo por lo que somos y tenemos.

La agenda para cumplir esa etapa, pasará por la asistencia médica con cobertura de hospital de 2do Nivel, por condiciones de bioseguridad en servicio de gastronomía y hotelería, transporte con exigencia de bioseguridad, una oferta integral del destino, propuesta diversificada de servicios con variedad de atractivos; con la capacidad de gestión local y conectividad, podremos darle oficio al millón de kilómetros cuadrados que quedarán sin población por la migración inexorable del campo a la ciudad que marca nuestro comportamiento poblacional.

Estamos a mitad de camino para que las ciudades intermedias nos ayuden a fortalecer la aplicación de una Agenda País, a consolidar el marco institucional y la gobernabilidad en el territorio, fortalecer la capacidad productiva de los actores, los servicios para la producción y la capacidad organizativa, y la articulación de las relaciones entre las redes, los actores y los nodos. Cuando recuperemos el excedente simbólico del territorio en sus diferentes modalidades sociales y económicas, los abuelos, duendes, ipayes, el jichi, la Sañonama, yatiris y chamacanis, podrán hacer su trabajo.

Y como dice la mitología chiquitana, la naturaleza y el futuro volverán a conversar con los abuelos a través de sus pensamientos.


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