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El terror de la alianza del poder con la ignorancia

Ignorante es una persona que no tiene instrucción - colegiatura o conocimiento letrado y, estúpido, sería quien le falta inteligencia, es torpe y es necio. Debo acotar que, entre el ignorante y el estúpido, hay una línea muy fina que los separa; dado que, si no tienes conocimientos científicos, no tienes formación académica, tus conceptos y decisiones serán carentes de inteligencia, de raciocinio.

Imaginémonos un mono con navaja en la mano; él, con el poder de decisión que tiene y decida, aunque irracionalmente, es ley; y más aún, si como tal no tiene oídos razonables, para escuchar las opiniones, las sugerencias a nadie.

El anterior criterio/panorama imaginémoslo en la administración de una institución, de la gobernación de algún nivel territorial o nacional y notaremos qué ¡terror viene a ser la combinación entre el poder y la ignorancia! Un territorio gobernado por la ignorancia no tendrá las defensas requeridas en economía, salud, capacidad y unidad necesarias, para conducirse apropiadamente en el cumplimiento de su visión - misión y con acierto asumir cualquier embate.

El ignorante para imponerse tiene que recurrir a las bravuconadas, a las amenazas y hasta a los castigos. Para ser obedecido saca a lucir su autoritarismo, por carecer de autoridad moral y se ve obligado a relucir lo que más le caracteriza, el autoritarismo, respaldado por alguna designación legal, a veces trasnochada.

Bajo la égida de la autocracia, el ambiente, el clima organizacional institucional y el clima social; el sentimiento de terror que la gente vive, es muy triste y pernicioso para el rendimiento del trabajo del personal subalterno.

Es necesario olvidar el axioma “métanle nomas” y tener consideración del saber real y de las leyes naturales, físicas, políticas, civiles y utilizar en gran medida el razonamiento científico, el conocimiento y la razón de ser de cada realidad.

A falta de la anterior consideración, se grafica la frase popular: “el burro sobre el doctor” o, “el que sabe, sólo sabe y el que no sabe es jefe”. Quienes hemos trabajado y vivido bajo dictaduras y hasta tuvimos que andar con el testimonio bajo el brazo, sabemos cuánto se sufre y cuan dañino es vivir lleno de temores, sojuzgado y perseguido física, emocional, actitudinal, sentimental e intelectualmente; convertido en un zombi, en un mamotreto, limitado en pensamiento, palabra y obra; ausente de uno mismo. Toda dictadura, autocracia, o autoritarismo; humilla/ofende la inteligencia humana y limita la capacidad de creación y producción de un país, de una sociedad.

Bien se dice: “La peor democracia es mejor que la mejor dictadura”, “Dictaduras ni de azúcar”; no dictaduras militares, no dictaduras del proletariado, no dictaduras barbáricas; no dictaduras de derecha ni de izquierda, no más humillación terrorífica, que viene a ser la combinación o alianza entre el poder y la ignorancia.

Qué bueno sería aplicar siempre la máxima: “zapatero a tus zapatos” teniendo en cuenta que: “no todos somos buenos para todo; pero todos somos buenos para algo” y así saber que todos somos necesarios, que todos somos útiles.

Una vez más tengo que aseverar que el instrumento, el arma de liberación contra la ignorancia y subyacentemente de una cadena de males, es la educación; es hacer de las personas, seres cerebro pensantes, que prime en ellas alborozadamente la razón y la inteligencia constructiva, no destructiva; sabiendo, además, que no es con reprendas, memorandos o despidos, como se hace Ingeniería Humana.

Gracias a Dios lo pudo hacer en las instituciones que administre, felizmente por concurso de méritos y no por gracia política. Me acuerdo que cuando Director General de Educación Rural de la República de Bolivia, una de las brillantes directoras nacionales, la Prof. Leade Barriga, me dijo: “Jordán, tu llamas la atención con tanta habilidad, con tanto cariño; que haces sufrir cuando en tus reflexiones te presentas como causante del problema y uno para sus adentros pide que se abra la tierra y, nunca más quiere este pasaje”.

Eduquémonos para liberarnos de esta terrorífica alianza del poder y la ignorancia y, así poder vivir en paz con revolución y hacer revolución en paz, porque: “Lo importante no es cambiar de amo, sino dejar de ser perros”. (Manuel J.Clouthier


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