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A Dios rogando y con el mazo dando

Se repite que contraer el COVID 19 en el mes de julio puede ofrecer más probabilidades de superarlo que quienes lo hicieron en los primeros meses. La razón parece lógica ya que el volumen de información y experiencias acumuladas permite tratar mejor a los pacientes. Después de más de 4 meses desde que se inició esta prueba, se han desechado muchas prácticas iniciales y se han consolidado otras, aunque las básicas relacionadas con bioseguridad, continúan pues mantienen su valor.

Junto con las buenas prácticas, han aflorado otras que demuestran el grado de desconcierto y turbación en el que estamos colectivamente; la aparición de curas milagrosas y el debate en el parlamento boliviano que pasará a los anales del absurdo, cuando se aprobó la utilización del dióxido de cloro, lo deja en evidencia. Volvamos a la racionalidad y reflexionemos sobre las tareas básicas.

Necesitamos compartir verdad, discernimiento, generosidad, amor y libre albedrío comprometido, hasta conseguir que el mayor número de personas nos volvamos cuidadanos, es decir, cuidadores responsables unos de otros.

Si logramos explorar ideas fuerza sobre el escenario político unidas a la elevación del grado de consciencia colectivo, las acciones serán más responsables y efectivas. El Dios de los cristianos y el de los musulmanes, y los chinos, los vikingos, los celtas, los Abuelos y los Achachilas, necesitan con respeto y aceptando al otro, aflorar con toda su fuerza; nos toca a los terrícolas comprender la generosidad y el amor de cada uno de ellos... Este es un momento de disponibilidad extraordinaria para expandir el sentimiento y la consciencia.

Tendremos que superar la impresionante cantidad de trancas, físicas y mentales, que nos colocamos para superar la emergencia, algunas de ellas, que producen hasta la inacción. Se han detenido trámites y gestiones urgentes que deben salvar vidas, por la existencia de procedimientos que tratan de evitar corrupción, hasta paralizar las gestiones. ¿Eso, no tiene solución?

Superemos las mentiras, que ahora, las decimos en contra nuestra. No usar el barbijo correctamente, no mantener la distancia social, no lavarte las manos, seguir tocándose la cara en la calle... esto no se resuelve simulando si ya el contagio es colectivo. Si es tan simple, ¿por qué te cuesta tanto?

A estos compromisos, debemos fortalecer las capacidades del Comité Científico Departamental (en los 9 departamentos) en sus áreas de Prevención y detección de casos. Como lo ha señalado insistentemente Carlos J. Cuellar, el peso y la preocupación se ha descargado hasta ahora, en las respuestas que deben recibir los pacientes. La magia de esto, es no llegar a ser pacientes. Necesitamos saber que la ciencia y el liderazgo, trabajan también en la prevención y la detección de personas infectadas, sintomáticas y asintomáticas, a través de un sistema de comunicación que nos informe y fortalezca la consciencia.

Elevemos nuestra vara de expectativa sobre lo que debemos y podemos hacer con nuestros líderes, desde nuestras ciudades. Por las condiciones materiales, responsabilidad y posibilidades, debemos estar al nivel de desarrollo y acción de Córdoba, Montevideo, Curitiba, Guayaquil, Medellín, Monterrey, San José de Costa Rica... esos deben ser nuestros modelos y nuestra aspiración. ¿Qué están haciendo/qué han hecho, allá? Necesitamos aplicar sus mejores lecciones para compartirlas en Bolivia.

Si aceptamos que el ciclo del contagio tiene entre 2 a 3 semanas, podemos afirmar que ese es el tiempo que necesitamos para modificar la tendencia de la pandemia. ¡Debemos creer que podemos!


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