Justicia
Ulpiano, jurista romano del siglo II, definió la justicia como la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su derecho. Esta definición era parte de los preceptos conocidos como las tres máximas de Ulpiano: 1) vivir honestamente, 2) no dañar a nadie y 3) dar a cada uno lo suyo. Es claro...
Ulpiano, jurista romano del siglo II, definió la justicia como la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su derecho. Esta definición era parte de los preceptos conocidos como las tres máximas de Ulpiano: 1) vivir honestamente, 2) no dañar a nadie y 3) dar a cada uno lo suyo. Es claro que Ulpiano pensaba que se trataba de una virtud que las personas debían realizar en su relacionamiento con los otros.
Muchos siglos después, el filósofo alemán Immanuel Kant señaló que un ser humano libre es aquel que guía sus actos en una buena voluntad, y ésta no es otra que aquella que obedece los dictados de la razón. Una vez más, la ética kantiana señalaba que el comportamiento adecuado y justo dependía de la persona, que era parte de su condición de ser libre. La razón era la guía luminosa de los actos buenos y justos.
Casi un siglo después, el pensador alemán Karl Marx, en un escrito de madurez denominado Crítica del programa de Gotha (1875), señaló que, en la fase superior de la sociedad comunista, es decir una vez que haya desparecido la explotación del hombre por el hombre, cuando el trabajo no sea explotación sino realización vital, y cuando la sociedad hubiera alcanzado una riqueza colectiva resultado de esta realización vital, se podrá escribir la siguiente máxima: “De cada cual, según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades”.
Se debate mucho si para Marx se trataba de una máxima de justicia, pero es claro que él tenía en claro que la sociedad capitalista que veía construirse era en suma injusta; y en consecuencia, la Justicia no era solo un tema de virtud o libertad de las personas, sino también de las formas y maneras en las que se desarrolla la sociedad y sus instituciones.
Décadas más tarde, en 1971, John Rawls publicó el libro Teoría de la Justicia, en el cual señala que la justicia es la primera virtud de las instituciones públicas. Es decir, una tesis claramente deóntica (del deber ser racional de las instituciones). Antes de morir, Rawls volvía a redefinir la justicia al tratarla como equidad. Justicia como equidad es el nombre del texto que dejó casi listo para la imprenta, y en el que insistía en los dos principios de justicia que caracterizaron su obra: a) el principio de igual libertad, y b) el principio de diferencia. El primero se refiere al derecho de iguales libertades e iguales derechos básicos para todos; y el segundo, a que las desigualdades sociales y económicas deben procurar beneficiar a los menos favorecidos de la sociedad.
Pensar la justicia como equidad permite encontrar un mínimo común en estas definiciones: que las personas deben recibir el trato que en tanto personas con dignidad merecen, y este trato depende de la existencia de instituciones públicas justas perfectibles.
* Es abogado y filósofo.
Muchos siglos después, el filósofo alemán Immanuel Kant señaló que un ser humano libre es aquel que guía sus actos en una buena voluntad, y ésta no es otra que aquella que obedece los dictados de la razón. Una vez más, la ética kantiana señalaba que el comportamiento adecuado y justo dependía de la persona, que era parte de su condición de ser libre. La razón era la guía luminosa de los actos buenos y justos.
Casi un siglo después, el pensador alemán Karl Marx, en un escrito de madurez denominado Crítica del programa de Gotha (1875), señaló que, en la fase superior de la sociedad comunista, es decir una vez que haya desparecido la explotación del hombre por el hombre, cuando el trabajo no sea explotación sino realización vital, y cuando la sociedad hubiera alcanzado una riqueza colectiva resultado de esta realización vital, se podrá escribir la siguiente máxima: “De cada cual, según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades”.
Se debate mucho si para Marx se trataba de una máxima de justicia, pero es claro que él tenía en claro que la sociedad capitalista que veía construirse era en suma injusta; y en consecuencia, la Justicia no era solo un tema de virtud o libertad de las personas, sino también de las formas y maneras en las que se desarrolla la sociedad y sus instituciones.
Décadas más tarde, en 1971, John Rawls publicó el libro Teoría de la Justicia, en el cual señala que la justicia es la primera virtud de las instituciones públicas. Es decir, una tesis claramente deóntica (del deber ser racional de las instituciones). Antes de morir, Rawls volvía a redefinir la justicia al tratarla como equidad. Justicia como equidad es el nombre del texto que dejó casi listo para la imprenta, y en el que insistía en los dos principios de justicia que caracterizaron su obra: a) el principio de igual libertad, y b) el principio de diferencia. El primero se refiere al derecho de iguales libertades e iguales derechos básicos para todos; y el segundo, a que las desigualdades sociales y económicas deben procurar beneficiar a los menos favorecidos de la sociedad.
Pensar la justicia como equidad permite encontrar un mínimo común en estas definiciones: que las personas deben recibir el trato que en tanto personas con dignidad merecen, y este trato depende de la existencia de instituciones públicas justas perfectibles.
* Es abogado y filósofo.