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¿Tu me manques?

Esta crítica a la película de Rodrigo Bellot Tu me manques viene de una espectadora, no sé si parte de ese gran público, pero sí un alguien que ha seguido desde las salas de cine el camino de este director con películas de gran poder figurativo y con potentes objetos de representación....

Esta crítica a la película de Rodrigo Bellot Tu me manques viene de una espectadora, no sé si parte de ese gran público, pero sí un alguien que ha seguido desde las salas de cine el camino de este director con películas de gran poder figurativo y con potentes objetos de representación. En esta entrega el cuerpo es un elemento de interpelación de las identidades que desde siempre estuvieron conviviendo en los espacios sociales, habitando en los márgenes del silencio de una vida en la otredad, esa que nos cuestiona las bases mismas de la heteronormatividad que hemos naturalizado.

Esta película es ante todo la visibilización de dos contextos asimétricos, la centralidad inicial se enfoca en un padre boliviano, Jorge, que inicia su viaje arquetípico para recibir la revelación del porqué del inesperado suicidio de un hijo homosexual, Gabriel, que ha migrado, con un glamour inusitado, a otra geografía, una donde esa cotidianidad negada en su propio contexto se resuelve mágicamente en Nueva York. Ahí, oh primer mundo evolucionado, es donde puede ejercer su verdadero yo. Sebastián, la pareja del occiso, convive en este ambiente pluricultural con gays de diverso origen, variopintos y circunstanciales acompañantes que muestran al padre un pedazo de sus vidas, claro, unas vidas al estilo de visita turística: una bonita postal. Explicaciones van y vienen, con algunos momentos hilarantes, pero que evidencian un tratamiento vago y muy cercano al cliché.

Uno de los problemas es que pese a intentar generar empatía, permanecen en una vitrina de estereotipos, a no olvidar que la clave de un personaje entrañable es que viva al límite de sus pasiones y que experimente las diversas gamas de lo humano, es bien sabido que los puros y buenos nunca nos han agradado del todo.

Sin embargo, bajo el manejo efectivo de lo visual, una de las escenas más notables se despliega en la intimidad de los personajes, sexo entre dos hombres, incitación perfecta en una sala donde esperamos la irrupción de escena. En esta línea cabe destacar el trabajo de montaje, el diseño y la dirección de arte.

En esta construcción, Jorge es la triada, las tres formas en que un personaje cambia de corporeidad y a pesar de su juego de espejos no logra mostrarnos quién es realmente este suicida y Sebastián es demasiado perfecto para ser real. El tema acá está en un guión de pedagógica idealización, de una construcción excesivamente correcta de estas identidades, un padre que no encuentra, al final, la respuesta a su pregunta, unos personajes que pasan del llanto a la arenga, de igual manera las mujeres que acompañan esta historia fungen a manera de decorado incluida lastimosamente la gran Rossy de Palma. Ellas, lejanas ante las luchas políticas de hombres que aman a otros hombres, quienes hacen de este lugar su propio club, donde las mujeres son las eternas cómplices, así no más porque sí.

Creo que Bellot, sigue siendo, pese a los desaciertos de esta película, un director de alta solvencia, quizá aquello que se valora es la capacidad de explorar los temas con una intensa búsqueda, en cambio, esta película es una narración con un guión débil, una que sin embargo, a los espectadores de la fila de atrás de la sala los hizo llorar, y bueno, esas son las cosas del cine, cada quien tiene la libertad de amar o hastiarse hasta el límite cuándo salen los créditos al final del Tu me manques.

 

La autora es escritora

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