¡Planta un árbol!
Más allá de la molestia que puede generar un árbol grande y viejo para los habitantes de una vivienda, calle o urbanización, los beneficios ambientales que éstos generan son muchos. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ¡plantar...
Más allá de la molestia que puede generar un árbol grande y viejo para los habitantes de una vivienda, calle o urbanización, los beneficios ambientales que éstos generan son muchos. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ¡plantar árboles hoy es clave para las generaciones futuras! Los grandes árboles de las ciudades son excelentes filtros para los contaminantes urbanos.
De acuerdo con las Naciones Unidas, más de la mitad de la población mundial vive en ciudades y se estima que en 2050 el número aumentará hasta el 66%. Por lo tanto, planificar el crecimiento de las ciudades con árboles y áreas verdes extensas ayuda a generar menos violencia y mayor empatía entre los seres humanos. Contar con espacios verdes nos permite respirar aire más limpio, lo que mejora nuestra salud física y mental.
Los grandes árboles de las ciudades son excelentes filtros para los contaminantes urbanos y las pequeñas partículas. Un estudio realizado por la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN) muestra que la temperatura a las 11 de la mañana bajo la sombra de un árbol es 2ºC menos que al sol. Para que una ciudad sea sostenible y vanguardista, requiere conservar sus pulmones verdes, éstos cumplen un rol fundamental en la calidad ambiental y permiten un desarrollo urbano resiliente al cambio climático.
Pero parece que en Bolivia, y en particular en Santa Cruz, plantar árboles no constituye una prioridad. Por lo contrario, la prioridad es cortarlos para construir grandes urbanizaciones, dejando indefensos a quienes habitamos en las ciudades. No nos cansaremos de insistir en que vivir en urbes de cemento limita nuestros espacios para interactuar con los demás, perdemos el sentido de la vinculación con la comunidad, nos convertimos en seres indiferentes al entorno.
Lamentablemente es más importante el desarrollo sin conservación. Ese “progreso” desmedido de las grandes construcciones. La naturaleza es sabia y cuando menos lo pensemos nos pasará la factura. ¿Qué haremos entonces? O mejor dicho, ¿qué harán quienes aprobaron construcciones irregulares, quienes talaron los árboles, y quienes pudieron hacer algo y prefirieron callar?
Todos los días podemos poner nuestro granito de arena para cuidar el planeta. Y una de las maneras más sencillas de hacerlo es plantar un árbol, cuidar el que tienes, no dejes que lo corten, denunciar, hablar… De mí, de vos, de todos depende que nuestras próximas generaciones vivan en armonía con la naturaleza y que puedan tener la dicha de tener un árbol cerca; y no como ocurre hoy en muchas metrópolis, cuyos habitantes tienen que viajar miles de kilómetros para poder respirar algo de aire fresco y puro.
De acuerdo con las Naciones Unidas, más de la mitad de la población mundial vive en ciudades y se estima que en 2050 el número aumentará hasta el 66%. Por lo tanto, planificar el crecimiento de las ciudades con árboles y áreas verdes extensas ayuda a generar menos violencia y mayor empatía entre los seres humanos. Contar con espacios verdes nos permite respirar aire más limpio, lo que mejora nuestra salud física y mental.
Los grandes árboles de las ciudades son excelentes filtros para los contaminantes urbanos y las pequeñas partículas. Un estudio realizado por la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN) muestra que la temperatura a las 11 de la mañana bajo la sombra de un árbol es 2ºC menos que al sol. Para que una ciudad sea sostenible y vanguardista, requiere conservar sus pulmones verdes, éstos cumplen un rol fundamental en la calidad ambiental y permiten un desarrollo urbano resiliente al cambio climático.
Pero parece que en Bolivia, y en particular en Santa Cruz, plantar árboles no constituye una prioridad. Por lo contrario, la prioridad es cortarlos para construir grandes urbanizaciones, dejando indefensos a quienes habitamos en las ciudades. No nos cansaremos de insistir en que vivir en urbes de cemento limita nuestros espacios para interactuar con los demás, perdemos el sentido de la vinculación con la comunidad, nos convertimos en seres indiferentes al entorno.
Lamentablemente es más importante el desarrollo sin conservación. Ese “progreso” desmedido de las grandes construcciones. La naturaleza es sabia y cuando menos lo pensemos nos pasará la factura. ¿Qué haremos entonces? O mejor dicho, ¿qué harán quienes aprobaron construcciones irregulares, quienes talaron los árboles, y quienes pudieron hacer algo y prefirieron callar?
Todos los días podemos poner nuestro granito de arena para cuidar el planeta. Y una de las maneras más sencillas de hacerlo es plantar un árbol, cuidar el que tienes, no dejes que lo corten, denunciar, hablar… De mí, de vos, de todos depende que nuestras próximas generaciones vivan en armonía con la naturaleza y que puedan tener la dicha de tener un árbol cerca; y no como ocurre hoy en muchas metrópolis, cuyos habitantes tienen que viajar miles de kilómetros para poder respirar algo de aire fresco y puro.