Petroquímica: Una explicación necesaria
El Chaco ha visto pasar por sus tierras una enorme cantidad de millones de bolivianos, pero nada parece haber cambiado en demasía. En realidad lleva toda la vida viendo salir oro negro de sus entrañas sin que las condiciones hayan cambiado de forma esencial. Su territorio privilegiado entre dos...
El Chaco ha visto pasar por sus tierras una enorme cantidad de millones de bolivianos, pero nada parece haber cambiado en demasía. En realidad lleva toda la vida viendo salir oro negro de sus entrañas sin que las condiciones hayan cambiado de forma esencial. Su territorio privilegiado entre dos fronteras y con un clima asolador para ciertas actividades y muy beneficioso para otras, ha sido escenario de la más cruenta de las batallas en Sudamérica, pero sin embargo, ni antes ni después ha pasado demasiado.
El ministro Luis Alberto Sánchez comparece hoy en Yacuiba a lo que se anunció como una Audiencia Pública y acabó convocada como una Conferencia de Prensa a la que posiblemente asistan más interesados que los periodistas chaqueños. Son muchos actores en el Chaco los que necesitan certezas sobre los planes del Gobierno para sus entrañas.
En las últimas semanas la polémica ha versado sobre el futuro de la planta petroquímica y específicamente a tratar ese asunto llega el Ministro, al menos según la convocatoria. Desde que hace más o menos un año se suspendiera la licitación de la planta de polipropileno, con informe de adjudicación incluido, en medio de la peor y más cruenta batalla por el poder en YPFB de los últimos años, nada más se supo de ella hasta que YPFB decidió eliminarla de su presupuesto para 2018.
Centenares de chaqueños habían aceptado la promesa del Gobierno de generar puestos directos en la construcción de la petroquímica, como ya hubo mientras se construyó la Separadora o cuando se ensambló la Termoeléctrica del sur. El impacto directo es importante para una población que ha visto reducidas sus opciones por las políticas aplicadas en Argentina y por el parón de la obra pública en Bolivia.
El impacto es todavía mayor para aquellos que habían creído en la idea de la transformación industrial del Chaco, aquellos que habían soñado con una nueva forma de vida alejada de las hostilidades de la frontera, la volatilidad del comercio y los sinsabores de la agricultura, tantas veces despreciada por los usufructuarios del poder rentista en el Chaco. La poca visión de las autoridades y su poca eficiencia ha hecho que de momento no se tenga que lamentar el haber ya construido un gran parque industrial para albergar las empresas que iban a producir plástico a partir de la petroquímica. Sin duda que la incertidumbre es el peor promotor de la inversión pública, y ni qué decir de la privada.
No son las únicas cuestiones que preocupan en el Chaco. Su peso específico en la producción de hidrocarburos del país ha caído radicalmente. San Alberto y San Antonio son apenas un tercio de lo que fueron, sus pozos están en declinación y las expectativas de regeneración son pequeñas. Las expectativas de los campos grandes (Boyuy, Astilleros, San Telmo) están fuera de los límites de la Región Autónoma y al mismo tiempo, el reclamo por la modificación de la Ley del 45 por ciento entre las regiones productoras ha cobrado fuerza.
Con probabilidad el Ministro Luis Alberto Sánchez no hará compromisos de fechas concretos sobre la petroquímica, repasará las cifras de producción del Chaco y pasará de puntillas sobre el reclamo del 45 por ciento, uno de los peores asuntos políticos que el Gobierno tiene entre manos y cuya solución, la de derivarlo a lo departamental, no ha dado resultado.
El Chaco es el gran granero de votos que el MAS cree haber conquistado a raíz del fichaje de las autoridades públicas. La mejor cosecha fue de 2010 a 2015 cuando Lorgio Torres, Carlos Brú, Rubén Vaca y otros tantos se sumaron al oficialismo. Los resultados de las elecciones de 2014 y 2015 demostraron que no hubo el mismo fervor entre los votantes.
La hora de la verdad es ahora, el MAS cree estar haciendo gestión desde las instituciones que permita ganar simpatías. El objetivo no es solo ganar el Chaco, sino también ganar Tarija, para lo que una votación contundente en los tres municipios chaqueños es imprescindible. La postergación de la petroquímica sin duda no suma nada en ese objetivo, pero tratar de esconder la verdad con promesas y cifras tampoco.
El ministro Luis Alberto Sánchez comparece hoy en Yacuiba a lo que se anunció como una Audiencia Pública y acabó convocada como una Conferencia de Prensa a la que posiblemente asistan más interesados que los periodistas chaqueños. Son muchos actores en el Chaco los que necesitan certezas sobre los planes del Gobierno para sus entrañas.
En las últimas semanas la polémica ha versado sobre el futuro de la planta petroquímica y específicamente a tratar ese asunto llega el Ministro, al menos según la convocatoria. Desde que hace más o menos un año se suspendiera la licitación de la planta de polipropileno, con informe de adjudicación incluido, en medio de la peor y más cruenta batalla por el poder en YPFB de los últimos años, nada más se supo de ella hasta que YPFB decidió eliminarla de su presupuesto para 2018.
Centenares de chaqueños habían aceptado la promesa del Gobierno de generar puestos directos en la construcción de la petroquímica, como ya hubo mientras se construyó la Separadora o cuando se ensambló la Termoeléctrica del sur. El impacto directo es importante para una población que ha visto reducidas sus opciones por las políticas aplicadas en Argentina y por el parón de la obra pública en Bolivia.
El impacto es todavía mayor para aquellos que habían creído en la idea de la transformación industrial del Chaco, aquellos que habían soñado con una nueva forma de vida alejada de las hostilidades de la frontera, la volatilidad del comercio y los sinsabores de la agricultura, tantas veces despreciada por los usufructuarios del poder rentista en el Chaco. La poca visión de las autoridades y su poca eficiencia ha hecho que de momento no se tenga que lamentar el haber ya construido un gran parque industrial para albergar las empresas que iban a producir plástico a partir de la petroquímica. Sin duda que la incertidumbre es el peor promotor de la inversión pública, y ni qué decir de la privada.
No son las únicas cuestiones que preocupan en el Chaco. Su peso específico en la producción de hidrocarburos del país ha caído radicalmente. San Alberto y San Antonio son apenas un tercio de lo que fueron, sus pozos están en declinación y las expectativas de regeneración son pequeñas. Las expectativas de los campos grandes (Boyuy, Astilleros, San Telmo) están fuera de los límites de la Región Autónoma y al mismo tiempo, el reclamo por la modificación de la Ley del 45 por ciento entre las regiones productoras ha cobrado fuerza.
Con probabilidad el Ministro Luis Alberto Sánchez no hará compromisos de fechas concretos sobre la petroquímica, repasará las cifras de producción del Chaco y pasará de puntillas sobre el reclamo del 45 por ciento, uno de los peores asuntos políticos que el Gobierno tiene entre manos y cuya solución, la de derivarlo a lo departamental, no ha dado resultado.
El Chaco es el gran granero de votos que el MAS cree haber conquistado a raíz del fichaje de las autoridades públicas. La mejor cosecha fue de 2010 a 2015 cuando Lorgio Torres, Carlos Brú, Rubén Vaca y otros tantos se sumaron al oficialismo. Los resultados de las elecciones de 2014 y 2015 demostraron que no hubo el mismo fervor entre los votantes.
La hora de la verdad es ahora, el MAS cree estar haciendo gestión desde las instituciones que permita ganar simpatías. El objetivo no es solo ganar el Chaco, sino también ganar Tarija, para lo que una votación contundente en los tres municipios chaqueños es imprescindible. La postergación de la petroquímica sin duda no suma nada en ese objetivo, pero tratar de esconder la verdad con promesas y cifras tampoco.