Arquitectura urbana

El arquitecto suizo Hans Roth Merz llegó a la Chiquitanía en los años 70 del siglo pasado, y con un trabajo monumental logró transformar la configuración arquitectónica y urbana de las misiones jesuíticas del oriente influyendo, visiblemente, en las sociedades de esos lares. Llegó a...

El arquitecto suizo Hans Roth Merz llegó a la Chiquitanía en los años 70 del siglo pasado, y con un trabajo monumental logró transformar la configuración arquitectónica y urbana de las misiones jesuíticas del oriente influyendo, visiblemente, en las sociedades de esos lares. Llegó a Bolivia con un encargo de seis meses y, desoyendo a sus superiores, se quedó 30 años, hasta morir en la localidad de Concepción. Entre restauraciones y otros trabajos realizó 300 obras que lo situarían como el arquitecto más prolífico de la época moderna.Pero no es el número lo que impacta, sino la capacidad de transformación de su obra. En toda ella la arquitectura superó sus límites. Más que simples edificios para la contemplación, el oficio se transformó en un mecanismo de resurgimiento cultural y religioso, casi una epifanía construida. Por ello, las bellas iglesias de las misiones chiquitanas poseen una fuerza transformadora que irradian su aura a la plaza, a la ciudad y a la sociedad. En la línea de Rossi, Hans Roth dejó en la región oriental boliviana una huella cultural profunda, una traza imborrable que enzarza arte, cultura y sociedad.Con la recuperación del hermoso patrimonio que edificó su compatriota, arquitecto y músico Martin Schmidt en los siglos XVII y XVIII, Roth contribuyó a la cultura boliviana más que muchos arquitectos nacidos en esta tierra. Los arquitectos bolivianos, viejos y jóvenes, estamos ofuscados por el éxito económico o el vedetismo de autor. Asimismo, en lo urbano, Roth transformó la sociedad con el poder de la arquitectura en la ciudad y con un desarrollo apropiado para la región, aportando más que muchos tecnócratas del urbanismo que inundan de carpetas las oficinas municipales de todo el país.Para estudiar experiencias vigorosas como las de Hans Roth, debemos superar los atavismos del lamento boliviano, a fin de enmarcar esos aportes en su debida dimensión y, con mente abierta, repensar la manera de hacer ciudad con el poder cultural de una arquitectura apropiada y atemporal.


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