¿Es fácil ser profesor?

Se piensa entonces que cualquier persona puede ser maestro y lograr que sus estudiantes aprendan, esto porque todos hemos pasado 12 años frente a un profesor, asimilando prácticas, creencias y rutinas, por lo que tenemos al menos una noción sobre en qué consiste su trabajo y como se podría...

Se piensa entonces que cualquier persona puede ser maestro y lograr que sus estudiantes aprendan, esto porque todos hemos pasado 12 años frente a un profesor, asimilando prácticas, creencias y rutinas, por lo que tenemos al menos una noción sobre en qué consiste su trabajo y como se podría realizar.Muchas personas descalifican el ser profesor, el hecho de que un escolar brillante elija estudiar educación o que un profesional sobresaliente entregue los años de su vida en pedagogía.Percepciones como éstas se han convertido en óbices que impiden escalar a cimas tan nobles y transcendentes como aquellas a las que nos conduce la educación.No es para nada fácil ser un buen profesor, que se desempeñe de manera efectiva dentro del aula, para potenciar al máximo los aprendizajes y el desarrollo de habilidades y competencias en los estudiantes.Lo más importante de un profesor en el ámbito social radica en orientar al niño y al joven para que conviva bien en la sociedad, independientemente de la parte académica. Comunicar para formar no es fácil, no se trata de llenar la cabeza de los estudiantes, sino de ayudar a que ellos puedan aprender efectivamente y eso no significa otra cosa, sino tomar en cuenta sus necesidades, sus intereses, inculcar valores, para preparar para la vida, brindar conocimientos, desarrollar habilidades y principalmente para generar aprendizajes . El profesor es un comunicador, hace arte con la palabra, y ese arte es lo que consigue formar a sus alumnos. En esta labor, podríamos pensar que cabe, incluso, la magia.En toda actuación educativa subyace implícita la comunicación personal, pues en la educación se personalizan las relaciones humanas, eso significa que en un acto educativo una persona sale al encuentro de otro, y sus agentes centrales se abren al autodescubrimiento: profesor y alumno. Como bien afirma un autor, “la educación, a fin de cuentas, ha de garantizar que el educando esté en condiciones de relacionarse satisfactoriamente con los demás, esto es de convivir”, (Martínez, 2003).Los estudiantes traen consigo una realidad personal compleja, por los distintos aspectos que los caracterizan en lo personal y en lo social. Son un conglomerado de valores, emociones, actitudes y saberes que en el proceso de enseñanza-aprendizaje, el profesor ha de saber integrar en la interacción educativa para estimular nuevos aprendizajes, en este contexto, el docente debe buscar las mejores maneras de relacionarse con sus estudiantes. Quien piense que esto es fácil, que tome su lugar.El maestro desarrolla la habilidad y capacidad de estructurar su pensamiento para expresar el mundo interior que desea dar a conocer a sus estudiantes. En la verbalización de sus ideas se concreta el carácter formativo de su profesión; por eso, en el ámbito pedagógico se habla de un discurso educativo. Así, mediante el discurso, se pueden descubrir las actitudes que envuelven la práctica pedagógica, pues se convierte en el código en que se manifiestan creencias, emociones y vivencias variadas vinculadas al perfil docente. Para ir más allá, un profesor debe tener en claro que hay distintas maneras de comunicarse, su labor comunicativa está abierta a una serie de combinaciones armónicas de los códigos verbales, para verbales y no verbales, generan para promover una verdadera comunicación didáctica con sus estudiantes.Educar es comunicar, comunicar para formar. Quien crea que esto es fácil, que se una a nosotros, “LOS PROFES”. Comunicamos con lo que decimos, con lo que vestimos, con lo que hacemos… el profesor es un ejemplo a seguir, y en eso pone su esmero, o al menos debemos ponerlo, cada día. “Aunque la escuela sea de excelencia, la educación necesita familias que enseñen buenos valores”


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