¿Y si no fuera Evo?
El Movimiento Al Socialismo acaba de demostrar que está dispuesto a llegar a donde haga falta para defender esta opción, sea por la vía que sea. Ayer el Ministro de Justicia Héctor Arce y la presidenta de la Cámara de Diputados, Gabriela Montaño, se fueron hasta Nueva York para criticar al...
El Movimiento Al Socialismo acaba de demostrar que está dispuesto a llegar a donde haga falta para defender esta opción, sea por la vía que sea. Ayer el Ministro de Justicia Héctor Arce y la presidenta de la Cámara de Diputados, Gabriela Montaño, se fueron hasta Nueva York para criticar al secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA) y pedir su censura.La OEA ha dado ejemplos de parcialidad y vasallaje a los intereses de Estados Unidos a lo largo de toda su historia. El Gobierno de Evo Morales lo ha criticado con fuerza y continuidad. Sin embargo, tal es la deriva, que en estos momentos se ha juzgado necesario asistir a este organismo para tratar de cerrarle la boca a Luis Almagro.Almagro fue propuesto por el Gobierno de Uruguay, el Gobierno de izquierdas más socialdemócrata del continente, el menos nacionalista. Lleva en el cargo desde mayo de 2015. Todos sabían quién era. No tardó ni un mes en alinearse con la oposición venezolana para criticar los métodos de Gobierno de Nicolás Maduro. No era difícil adivinar lo que opinaría sobre el recurso del Movimiento Al Socialismo presentado ante el Tribunal Constitucional Plurinacional para anular cinco artículos de la Ley Electoral y someter a control de convencionalidad cuatro de la propia Constitución, esencialmente aquellos que hablan de la limitación de mandatos.Lo del MAS es una apuesta a largo plazo, cuanto antes se logre la habilitación, antes se acomodarán los argumentos y antes, por la misma razón, se empezarán a desgastar. En ese sentido, empezar a desacreditar cuanto antes la presión internacional, quizá la única fuerza contraria real, contribuye a ese objetivo.El MAS es consciente de que la oposición boliviana no tiene la fuerza que, durante algunas semanas, sí tuvo la oposición venezolana y por lo tanto la erosión desde el exterior será menor sea cual sea el resultado final en el proceso de habilitación.Y es que el problema no es jurídico sino político. Prácticamente ha quedado descartado en la OEA. El jefe de gabinete del propio Luis Almagro, Gonzalo Koncke, lo ha reconocido de manera indirecta al oponer la voluntad popular del 21F con el predecible fallo del Tribunal Constitucional.“Es cierto que en sentido contrario se argumenta (desde el oficialismo boliviano) que esta decisión popular puede violentar el derecho a ser elegido, que tendrían todos los ciudadanos sin exclusión ni limitación, se argumenta entonces que nadie puede perder el derecho a ser reelecto, porque este sería un derecho humano internacionalmente protegido, sin embargo, esta interpretación, cuando va contra una decisión libre del soberano, de acuerdo a normas previamente acordadas, parecería no tener sustento”, indicó.Y es cierto y el MAS lo sabe. Si hubiera sido tan sencillo como poner un recurso en el Tribunal Constitucional Plurinacional… ¿Quién se hubiera decidido por la riesgosa vía del referéndum constitucional? ¿Quién hubiera expuesto el capital político de Evo Morales, único estandarte del MAS, a una derrota como la que sufrió?El problema de la habilitación de Evo Morales a como dé lugar es un problema político. El 51 por ciento de los bolivianos le negaron esa posibilidad, a pesar de que la campaña acabó polarizando a los dos sectores por el caso Zapata. Quizá una decisión fría, sin tanta carga emocional, sin tantos juicios de valor, sin el culebrón del niño y el soslayado tráfico de influencias que criminalizaba a todo el MAS y particularmente al presidente, sin haber llevado hasta el extremo el o conmigo o contra mí, el resultado final hubiera sido más holgado.Quedan todavía dos largos años para entrar en la carrera electoral. Pueden pasar demasiadas cosas. Lo cierto es que, afortunadamente, ya nadie puede creerse ganador antes de jugar el partido. Lo importante no es llegar, sino llegar bien y no le vendría nada mal al MAS, al tiempo que trabaja en lo primero, concentrarse en lo segundo.