El gato soñador

Había gatos de todos los tamaños y de las razas más extrañas, pero entre todos ellos Fígaro era especial. Fígaro era un gato de pelaje muy blanco, ojos negros y grandes bigotes. Mientras los demás felinos perseguían a los ratones o jugueteaban, él prefería contemplar la luna. Pasaba...

Había gatos de todos los tamaños y de las razas más extrañas, pero entre todos ellos Fígaro era especial. Fígaro era un gato de pelaje muy blanco, ojos negros y grandes bigotes. Mientras los demás felinos perseguían a los ratones o jugueteaban, él prefería contemplar la luna. Pasaba largas horas anonadado, viendo cómo su reflejo plateado bañaba todo el pueblo.-“Te vas a quedar tonto de tanto mirarla”, – le decían los otros gatos que no entendían su interés.Pero a Fígaro esto no le importaba. Aquella misteriosa y distante luna redonda lo hacía soñar. Soñaba con alcanzarla, con abrazarla y con entender qué magia le permitía transformarse de manera tan increíble.Sólo su amiga Calipso se preocupaba por él y trataba de que se olvidara de aquella obsesión. Fígaro que disfrutaba hablando con ella le decía: -“¿No ves lo hermosa que es? Hoy está más brillante y grande que nunca, pero también más lejos. ¿Podremos algún día llegar hasta dónde está?” Un buen día los gatos dejaron de hacerle caso e incluso Calipso se cansó de escucharlo suspirar. Hasta que Fígaro desapareció de aquel pueblo y nadie fue capaz de encontrarle.-“Se ha ido a perseguir sus sueños. ¿Habrá alcanzado la luna?” – Se preguntaba Calipso nostálgica.Lo cierto es que en las noches de luna llena, si la miras con detenimiento, entre algunas de sus manchas oscuras se distingue un gato que sólo aquellos que tienen alma de soñadores pueden verlo.


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