Con amigos como el Brasil…

Y tenemos varios hechos recientes que ratifican ese realismo mágico.Primero, el Brasil, que está financiando con costos altísimos la conflictiva y famosa carretera por el TIPNIS, pone ahora condiciones adicionales para continuar con esa “ayuda” que nos va a salir carísima y que hace...

Y tenemos varios hechos recientes que ratifican ese realismo mágico.Primero, el Brasil, que está financiando con costos altísimos la conflictiva y famosa carretera por el TIPNIS, pone ahora condiciones adicionales para continuar con esa “ayuda” que nos va a salir carísima y que hace innecesarios los enemigos, porque con “amigos” como el Brasil no hacen falta.Por supuesto que el Brasil no ha inventado esa modalidad de “ayudas” condicionadas, porque antes programas gringos como la “Alianza para el Progreso” o “Punto Cuarto”, hicieron lo suyo, precisamente en materia de caminos, para amarrar y consolidar la dependencia de Bolivia a sus caprichos.Ahora, en el asunto carretera TIPNIS, que puede ser llamado con propiedad “macondiano”, el Brasil exige –según un periódico brasilero- “garantías sobre la propiedad de la tierra” para los brasileros que están en Bolivia con la fiebre de sembrar soya, como alguna vez ya lo estuvieron con la fiebre del caucho y que nos costó perder el inmenso territorio del Acre.Hay algunas exigencias adicionales, que tampoco tienen que ver con asuntos viales, que deberíamos nomas atenderlos nosotros, aunque sea a costo de nuestras reservas internacionales, llamadas “ahorritos” por el ministro Arce.Otra fuente informativa atribuye a la cancillería brasilera haber dicho: ““Nuestro interés es que la carretera se haga, pero la decisión final es del Gobierno boliviano (...) La pelota está todavía en la cancha de ellos”. Claro que Brasil tiene interés en que ese camino se haga.  De ese su irrefrenable avance hacia el oeste ya se había percatado el mariscal Antonio José de Sucre, hace unos cuantos añitos y no es secreto para nadie que si bien esa carretera por el TIPNIS beneficiará a Bolivia (que será la que pagará las costosas obras viales), no será menos beneficiosa para la siempre expansiva geopolítica brasilera. Eso lo entiende cualquier niño de teta, brasilero, boliviano o de donde sea.Eso para no ponernos ahora a recordar las fantasiosas promesas brasileras de polos petroquímicos, 24 termoeléctricas y otras linduras con tal de tener el gas boliviano que hizo desarrollar su propia petroquímica y de Petrobras una empresa rica y poderosa. De eso no nos hemos olvidado y lo seguiremos cobrando.La otra historia, real pero casi increíble, tiene que ver con las masacres en Colombia. Nada nuevo, pero sucede que intervienen en esta historia un “colectivo de abogados”, y la inefable Corte Interamericana de Derechos Humanos. En Mapiripan hubo una masacre. Un “colectivo de abogados”, a nombre de las viudas y huérfanos gestionó una demanda ante la CIDH, ganaron y el Estado colombiano tuvo que pagar millonarias indemnizaciones. Pues sucedió que varios de los supuestos masacrados en Mapiripan, por quienes los abogados cobraron indemnizaciones, están vivos y gozando de buena salud. Tremendo escándalo, que se lo contaremos mañana.

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