Desde la tierra de la Pascua Florida

¿Por qué cantaban los tarijeños a la Pascua? Hace años, en ese maravilloso tomo que publicó el periódico “Presencia” en 1975, con motivo del Sesquicentenario de la República, un poeta chapaco contaba sobre las costumbres campesinas de elevar coplas y zapatear en la vigilia del Sábado...

¿Por qué cantaban los tarijeños a la Pascua? Hace años, en ese maravilloso tomo que publicó el periódico “Presencia” en 1975, con motivo del Sesquicentenario de la República, un poeta chapaco contaba sobre las costumbres campesinas de elevar coplas y zapatear en la vigilia del Sábado Santo. En alguna otra ocasión leí sobre la rosa pascua, flor silvestre de tonos amarillos típica de abril.Pasaron los años y aunque viví la fiesta del carnaval en casi todos los rincones bolivianos, recién empiezo mi recorrido por el festejo de a Pascua cristiana, que poco aparece en los textos etnográficos sobre los momentos de goce en la tradición nacional. Hace un año difundí la belleza sublime de los cabildos indígenas en San Ignacio de Moxos y la fe secular del pueblo beniano.Ahora me tocó Tarija y quiero compartir con mis lectores esa experiencia para que se atrevan a visitarla el próximo año, la Pascua Florida, única en el país. Aunque debo lamentar la falta de difusión de la fecha por los responsables de turismo, tanto a nivel nacional, departamental y municipal. Un afiche colocado por ahí y por allá, sin datos precisos, era la única invitación. Sin embargo, decenas de familias argentinas, chilenas y bolivianas copamos los hoteles, enterados por alguna fuente oral.Toda la Semana Santa tarijeña está teñida por la presencia del pueblo, del campesino tarijeño, de las bellas mozas de rosa pascua en la cabeza o el sombrero, falda plisada cortita y la mantilla española. Es el pobre el que más se moviliza para visitar las siete iglesias, para seguir la procesión del Santo Sepulcro y para preparar la fiesta de la Pascua Florida.Desde el atardecer del Sábado Santo se comparte la vigilia católica, con la fe en la Resurrección del Cristo crucificado, la escena más trascendental del Nuevo Testamento. Hombres y mujeres recogen florecillas del campo, amarillas, naranjas, brillosas, olorosas. Unos y otros las trenzan con palmas y jazmines para preparar los arcos coloridos en los atrios y altares.La plaza Luis de Fuentes amanece florida, igual que la de Concepción, también en Padcaya. Cada una con su belleza particular, sobre todo por el color del ocaso, la noche tibia, con luna tímida, y el claro amanecer.La más hermosa y tradicional es la Pascua Florida en San Lorenzo, Provincia Méndez. Dicen que antes era mejor, no lo sé. Quizá porque ahora hay concursos y es menos espontánea. Aún así, desde la tarde, comenzaron los sones de violines. Conmovía un viejito que recorría de acá para allá convocando al zapateo. Audaz el niño que ya sabía rasgar las notas para acompañar una tonada. Las mujeres afinan las gargantas para cantar coplas de pascua, alegres, atrevidas, muchas historias de amor interrumpido. Algún poeta recita versos a la amada. Un campesino fornido, sombrero ancho, poncho de lado, se atreve a aclarar la garganta y rimar con toda fuerza.Lo más hermoso sucede desde las tres de la mañana, bajo el lucero del alba, con cantos de gallos al fondo, pajarillos que despiertan. Se arman las rondas campesinas, zapateos que sacan chispas a las tarimas. El público aplaude, sigue el ritmo, toma vino, enloquece. Todos nos unimos hasta la hora de la misa, hasta que los primeros rayos del sol acompañan la procesión de la Eucaristía y recogemos las últimas rosas de la Pascua.

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