La narrativa de Abaroa

La exaltación del  sacrificio y la entrega forman parte del entramado. Lo comprueba que en cada momento crucial Eduardo Abaroa luzca como el héroe aceptado sin controversias y el único que genera intersubjetividades que nos dan sentido de unidad y de un pasado común Eduardo Abaroa. Desde...

La exaltación del  sacrificio y la entrega forman parte del entramado. Lo comprueba que en cada momento crucial Eduardo Abaroa luzca como el héroe aceptado sin controversias y el único que genera intersubjetividades que nos dan sentido de unidad y de un pasado común Eduardo Abaroa. Desde Bolpebra hasta Bermejo cada escolar boliviano sabe sobre el significado de su nombre y qué imágenes evoca. Prueba contundente que  la Guerra del Pacifico sigue (en) marcando el nacionalismo en Bolivia. En los albores del siglo XX sin embargo la pérdida del litoral, ni Abaroa, formaban parte medular de nuestra narrativa histórica. Sólo desde la segunda década del siglo XX un héroe criollo ligado a la oligarquía, como Abaroa, fue exaltado como posibilidad unificadora de la nación.   “Nacionalismo y Coloniaje” de Carlos Montenegro publicado en 1943 dará un gran giro a la interpretación de la conflagración con Chile.  El ideólogo del MNR la mirará bajo esquema nación/anti nación; pueblo versus antipatria. “Chile que quiere ser Chile, tiende a afirmarse como nación, mientras Bolivia bajo la tuición suicida del espíritu colonial, tiende a no ser Bolivia”, afirmó. Hilarión Daza, ya no fue descrito como un “cholo iletrado” capaz de rifar el Litoral por celebrar un carnaval, sino como el pusilánime represente de las elites extranjerizantes y del imperialismo inglés y chileno. Montenegro incorporó a los cholos e indios, los marginados de siempre, como protagonistas de la guerra con Chile. Ello, junto a los “blancos – (son) la bolivianidad reanimada por la certeza del peligro que amaga su existencia-ofrendan la vida en holocausto de la patria durante la guerra con Chile”. Lo popular y no lo aristocrático contenían en rigor la sustancia de la reivindicación marítima. (La nominación del Bono Juancito Pinto, niño indígena, es una herencia de las intuiciones de Montenegro). Dando un paso más, el autor incorporó la dimensión espacial revalorizando el territorio como un componente intrínseco de la nación. El atraso boliviano, dijo, es generado de la inexistencia de una salida marítima, cuya perdida “la más grave de modo terminal para el destino de Bolivia”. Si las elites oligárquicas sucumbieron contra Chile fue porque carecían de conciencia del espacio geográfico y de la unidad nacional. Años más tarde, René Zavaleta, marxista, aunque discípulo de Montenegro, asegurará con sorna que aquellos dueños de minas y tierras “No lucharon por aquello que se pensaba como una periferia pura. Les habría parecido sin duda más terrible perder a la Virgen de Copacabana”.

Más del autor