¿Para qué se reunirán?

Primero, analicemos lo que Alan García dijo refiriéndose a esa reunión: “Vamos a formalizar la integración profunda. Acordaremos el mayor libre tránsito posible de capitales, servicios, productos y personas. Así creceremos de manera mucho más eficaz, enfatizó.¿Y quiénes se reunirán?...

Primero, analicemos lo que Alan García dijo refiriéndose a esa reunión: “Vamos a formalizar la integración profunda. Acordaremos el mayor libre tránsito posible de capitales, servicios, productos y personas. Así creceremos de manera mucho más eficaz, enfatizó.¿Y quiénes se reunirán? Pues, los de Colombia, Chile, México y, por supuesto: Perú.Hay muchas cosas que considerar a propósito de esa “cumbre”, porque no siempre lo que se dice corresponde con lo que se hace. Suficientes muestras de ese manejo opaco de las relaciones internacionales hemos tenido hace poco con las filtraciones de información “diplomática” globalmente identificadas como “Wikileaks”.Primero, ponerse a organizar reuniones presidenciales cuando está virtualmente con un pie afuera, no es buena señal para el presidente peruano Alan García. Cualquier cosa que haga o diga el 2 de mayo estará condicionada a quién gane en la segunda vuelta de la elección presidencial, en junio. Parece hasta de sentido común, a no ser que haya sido a propósito servir de anfitrión de tres presidentes justamente en vísperas de irse. ¿Pero cuál propósito?De los cuatro países participantes, solamente México tiene un potencial exportador significativo que podría darle sentido a esa frase de García “acordaremos el mayor libre tránsito posible de capitales, servicios, productos y personas”.Porque como lo hacía notar con mucho tino un analista: “la división en América del Sur es clara entre países con alguna industrialización y ampliación del mercado interno, y los que no”. Los cuatro que se reunirán en Lima están entre los que no. La intriga es qué hace México en ese bloque. Con una política exterior debilitada y muy fuertemente relacionada a la voluntad de Washington, según se ha podido ver en los correos de Wikileaks; y con América Latina desaparecida de su agenda pública, tiene en común con Colombia y el Perú sólo al narcotráfico. Además, México ya se “integró” (si se puede considerar a eso integrador) al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, NAFTA, y eso condiciona mucho su operatividad con lo que ya han avanzado los países sudamericanos con el Mercosur, que es mucho más que un acuerdo arancelario pues tiene una visión integradora que no contradice las ideas bolivarianas originales.Mucho más se podría especular, sobre Colombia y su gobierno muy hábilmente inclinado ahora hacia la amistad con Venezuela. (Santos ha dicho que Chávez es su “nuevo mejor amigo”). O sobre el talante empresarial del presidente Piñera, y que parece ser, además, su único talento conocido. Pero especular es precisamente lo que más criticamos en los demás. Abstengámonos.Pero quedamos intrigados sobre los verdaderos propósitos e intenciones de la reunión del lunes, en Lima, porque no nos importaría lo que allí hagan si no fuera porque en “nuestra América”, lentamente pero con tenacidad, sí está prosperando la integración y no quisiéramos que se le atraviesen dificultades. Eso es todo.

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