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El que paga por pecar

Le preocupa el cultivo “excedentario” y hasta el deterioro ambiental en las zonas donde se produce la hojita, pero en su carta pastoral no encontramos alusión alguna (quizás por despiste nuestro) al consumo del clorhidrato de cocaína, que es donde está el  meollo de todo el asunto.Para...

Le preocupa el cultivo “excedentario” y hasta el deterioro ambiental en las zonas donde se produce la hojita, pero en su carta pastoral no encontramos alusión alguna (quizás por despiste nuestro) al consumo del clorhidrato de cocaína, que es donde está el  meollo de todo el asunto.Para nuestro criterio, ahí, en el consumo masivo de ese estimulante artificial, sintetizado por primera vez en 18xx por un químico-boticario, es donde está el centro, el origen, la “causa original” – para emplear lenguaje conocido- de todo este asunto.¿Por qué se consume con tanta avidez ese estimulante artificial (y otros, por supuesto) en algunas sociedades que, lamentablemente, han globalizado su modelo de vida? No es por placer propiamente, aunque muchos legos lo creerían, porque el proceso sicosomático con los alteradores de conciencia o sustancias sicotrópicas es complejo.Los comportamientos destacados son los que caracterizan a cada sociedad y ésta, la que se estimula con la cocaína, es muy diferente de la sociedad china que se narcotizaba con el opio. Por cierto, para que los chinos no dejaran de narcotizarse con el opio fue que Gran Bretaña y los Estados Unidos armaron la “guerra del opio”, sin aclarar que no guerreaban “contra” el opio, sino contra los chinos…para que NO dejaran de consumirlo, porque era un monumental negocio atender esa demanda. La historia no se repite idéntica, pero unos ciclos tienen tendencia a parecerse a otros. Estamos viviendo otro ciclo, en el cual la sociedad china ya no está interesada en (ni imbuida a) narcotizarse, sino en volver a ser imperial.Entonces, la modesta opinión que tenemos algunos es que los pastores de almas deberían focalizar sus intereses en las de aquellos que no pueden vivir sin ese estimulante de moda, la cocaína, y hacen lo que sea por conseguirla. A su vez otros hacen lo que sea para negociar con su suministro.  Esos son los aspectos centrales. Los otros, incluidos los pobres cultivadores de coca, que a duras penas retienen una pizca de lo que el negocio produce, son en realidad secundarios, subsidiarios, subordinados. Como prefieran llamarlos.Por eso muchos nos hemos resistido siempre a criminalizar al campesino productor, o a la fuerza oficial que no lo reprime suficiente, porque en realidad distrae la comprensión del problema. Sin ánimo de ofender, es como si pretendiéramos que dejen de nacer niños, como procedimiento para que se acabe la pederastia. La excedentaria es la demanda, que parece que preocupa poco, porque en vez de disminuir aumenta, como si las “guerras” la estimularan. Claro, lo que estimulan es el negocio y en eso hay metida mucha gente seria y también respetable. Como los políticos, los paraísos fiscales y los bancos, por supuesto. Y no estamos aludiendo al Banco Ambrosiano, sino genéricamente a todos, porque sacralizan el mercado. Como bien lo explica el economista y teólogo Franz Hinkelammert, a quién, a propósito, aconsejamos leer en su “Teología del mercado total”.No hay de qué.

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