El comandante mandó a callar

 Eran los días en que nuestro ejército estaba adoptando esa frase como saludo en reemplazo de la frase "subordinación y constancia, Viva Bolivia", aunque luego quedó claro que la subordinación era sólo de los comandantes y a soto voce, no a grito pelado. Ese pedido del hermano del...

 Eran los días en que nuestro ejército estaba adoptando esa frase como saludo en reemplazo de la frase "subordinación y constancia, Viva Bolivia", aunque luego quedó claro que la subordinación era sólo de los comandantes y a soto voce, no a grito pelado.

Ese pedido del hermano del comandante Castro había sido la primera señal de que las cosas estaban cambiando en Cuba, o por lo menos en la actitud de los hermanos que manejan ese país desde hace medio siglo. Luego vinieron los anuncios de la privatización de granjas estatales que están a punto de producir la mayor aberración del Caribe: que Cuba tenga que importar azúcar.

Y también la decisión de autorizar la venta de bienes inmuebles a los extranjeros (sólo por 99 años), la apertura de nuevos campos de golf, la autorización a que los peluqueros trabajen por su cuenta y riesgo, además de otras reformas.

La isla más invadida por ejércitos anglosajones en la historia de América latina se apresta a recibir la invasión de la globalización.

Lo único que se debe resolver para que las cosas cambien realmente es que dejen de haber presos políticos en la isla. Es una aberración, un insulto autoinfringido, que una revolución con cincuenta años de vigencia siga mandando a la cárcel a quienes no están de acuerdo con el modelo. Pero algo se está haciendo en esa materia, porque ahora la revolución, o lo que queda de ella, está exportando presos. Hay que admitir que ha sido una de las revoluciones más exportadoras de gente que se ha conocido.

También hay que reconocer que ha hecho mucho por la salud y la educación. Quizá los hermanos Castro hubieran sido buenos ministros de esos dos rubros, en un gobierno que –eso sí- les hubiera tenido que prohibir que se entrometan en economía.

Porque ahora el propio comandante, recién restablecido de una enfermedad que lo obligó a ceder el cargo a su inmediato sucesor, su hermano, por supuesto, ha dicho que el modelo estatista cubano no sirve ni siquiera para los cubanos, y que no recomienda que otros países lo adopten.

Es decir que si alguien, de otro país, algún despistado, hubiera estado tentado de adoptar el modelo económico cubano, tendría que pensar de nuevo y buscar otras soluciones.

Y eso que los cubanos, con una sola revolución nacionalizadora, tienen ahora una producción de petróleo que es el doble de la producción de Bolivia, un país que ha hecho tres nacionalizaciones del petróleo. Lo que es una lección. Si las cosas se solucionaran con nacionalizaciones, Bolivia tendría que vivir en el mejor de los mundos. Las hemos hecho todas. Pero, a juzgar por los indicadores, las nacionalizaciones no nos han ayudado mucho.

El vicepresidente Álvaro García Linera ha dicho varias veces que el proyecto del gobierno –o quizá sea sólo de él- se ha propuesto la meta de que el Estado controle 70% de la economía.

Pero ahora el comandante mandó a callar a todos los que repiten consignas sin sentido.


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