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Hay tanto urgente

Y precisamente de cambio es que oímos hablar hace ya  muchos años. Wilson Cano, brasileño doctorado en economía, planteó en un seminario internacional cuatro proyectos interdependientes para ese mentado cambio. Primero, una “reingeniería política” para una amplia negociación nacional...

Y precisamente de cambio es que oímos hablar hace ya  muchos años.

Wilson Cano, brasileño doctorado en economía, planteó en un seminario internacional cuatro proyectos interdependientes para ese mentado cambio. Primero, una “reingeniería política” para una amplia negociación nacional que involucre no solo a los partidos políticos sino a todos los sectores de la población para encontrar fórmulas consensuadas de desarrollo económico y social armónico a largo plazo, sin descuidar las urgencias y los plazos medianos.

Eso es fácil decirlo, lo complejo es ejecutarlo y para eso Cano recomienda, entre varios otros aspectos, la modernización productiva, dado que la mayor parte de los sectores del aparato productivo necesita modernización.

Pone énfasis en la reestructuración de cadenas productivas, parcialmente destruidas por las políticas de privatización. Se está refiriendo a su país, Brasil, pero con planteamientos totalmente aplicables al nuestro y cualquier otro que desde la periferia haya sufrido los estragos de ese modelo neoliberal que teologizó el mercado.

Para eso recomienda no dejar solo al mercado la “solución” de nuestros problemas, pues es imprescindible reestructurar el Esta do para retomar soberanamente, con el apoyo político de la sociedad, los destinos de la política económica y social del país.

Y también tomar medias “defensivas”, porque “el neoliberalismo –dice- aunque haya afectado nuestra industria no consiguió destruirla, y tenemos por tanto todavía mucho que perder si permitimos que siga la apertura carente de gobierno y “orientada” por el mercado”.

Otro académico, el mexicano Arturo Guillén sostiene que, “por ahora, con la crisis global a cuestas y sin poder  retirar sus tropas de los focos de conflicto, el imperialismo norteamericano no recurra  a  una intervención directa en América Latina. Pero si que trate de debilitar a algunos países y dividir al conjunto planteando, por ejemplo, una “izquierda buena” en chile, Brasil o Uruguay y una “izquierda mala” encabezada por Correa, Evo o Chávez.

Por todo eso, concluye Guillén que nunca es necesario ahondar en el cambio de modelo económico, fortalecer los mercados internos, diversificar los sistemas productivos,  evitar el aumento de la pobreza y fortalecer los sistemas de integración Sur-Sur, para el caso específico nuestro el Banco del Sur.

No son meras admoniciones, sino recomendaciones urgentes, para actuar ahora, que ante las ruinas que ha dejado el modelo de Breton Woods, es posible aislar políticamente a las oligarquías viejas y nuevas, que por ahora parecen más preocupadas por salvar sus fortunas para que no se vayan a pique, que en aventurarse a intentonas golpistas, aunque no descartan, de todas maneras, intentar cualquier forma de balcanización.


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