Crónica política
¿Qué quieren los parlamentarios que no quieren ser presidente?
La inestabilidad de los partidos hace que las figuras políticas hagan sus propias apuestas de futuro asumiendo todos los riesgos de no elegir bien el espacio donde ubicarse. Las nacionales ordenan pero no definen
Hay una batalla por el número 1, claro que sí, pero hay tropecientas batallas soterradas entre aquellos que saben que no van a ser presidentes, pero quieren seguir en esto de la política: casi siempre los diputados y senadores quieren ser alcaldes, gobernadores o mantenerse en su pega; y ahí entran en colisión con los cuadros locales, que llevan años bregando en su Asamblea o su Concejo Municipal para pasar al ejecutivo o bien, dar el salto nacional. En un momento en el que las opciones nacionales no están definidas, los políticos muestran sus habilidades funambulistas.
En un país donde no existe la disciplina de partido, porque apenas existen partidos, las listas se arman entre aportantes y recomendados. Los primeros pueden ser en especie (plata contante y sonante) o en votos: gente con mucho tirón mediático o un gran nicho de votos están en posición de, al menos, negociar. El tirón mediático se mide ahora en “engagement” en redes sociales, pero cumplir con la tarea encomendada por los votantes hace tanto tiempo que ni se acuerdan suele ser el indicador básico. Los recomendados suelen ser un lastre, o una cuenta pendiente.
El tránsfuga precoz suele ser obligado a hacer piruetas poco ortodoxas si quiere salvar su función. Saltar a otro partido. En Comunidad Ciudadana están complicados, por ejemplo, Edwin Rosas – que entró de la mano de Rodrigo Paz pero prefirió hacer la guerra por su cuenta – y Mariela Baldivieso, que en el establishment de su partido la consideran ahora cercana a Manfred Reyes Villa. En el MAS hay afines leales a Evo Morales como Gladys Alarcón que puede buscar una segunda etapa en lo local, mientras que arcistas como Delfor Burgos, ex alcalde de Bermejo, están acostumbrado a la transmutación.
En riesgo están también aquellos que se destacaron demasiado. La envidia es muy mala y las listas se arman en despachos oscuros llenos de humo pocas horas antes de su presentación en el Tribunal Electoral. Rodrigo Paz Pereira, senador de Comunidad Ciudadana, juega a la candidatura propia sin tener sigla asegurada, y otros parlamentarios activos, como Luciana Campero, como lo fue Wilman Cardozo en su día, no suelen agradar en las estructuras verticales.
En el MAS se solía aplicar el principio de renovación: una legislatura nada más, excepto para Evo Morales. La división ha generado más incertidumbre entre los parlamentarios azules: ni Evo ni Arce van sobrados de voceros ni articuladores por lo que cualquiera puede ser bueno.
Hacer función
En cualquier caso, quien quiere mantenerse o medrar debe intentar vender gestión y logros. Los ministros, se supone, lo tienen más fácil, aunque saturen. Los parlamentarios venden legislación y fiscalización. De lo segundo ha abusado el tal Héctor Arce con denuncias reiteradas durante la legislatura, pero con pocas pruebas. La capacidad legislativa, sin embargo, ha estado ausente.
Ayer se celebró que el Senado haya aprobado por unanimidad una Ley que dice que los magistrados autoprorrogados no podrán trabajar en el TCP y el TSJ, pero a nadie se le escapa que esos mismos autoprorrogados considerarán que se vulneran sus derechos y la suspenderán. El arcismo también celebró que se aprobará en Comisión el tratamiento de dos convenios sobre el litio, cuyo recorrido en las cámaras, salvo sorpresa, augura desastre absoluto.
El orden de los factores
En Tarija el orden de los factores sí afecta al producto. Casi todos los actores miran en clave local más que en nacional, aun sabiendo que los resultados nacionales serán definitorios. La premisa es “no meter la pata” en esta elección inminente para tener un relato coherente que ofrecer en 2026.
El MNR de Johnny Torres marca la pauta, porque la alcaldía es el asiento preferido y de momento no parece que corra riesgo. Es jefe nacional pero sus movimientos incluyen este principio de prudencia y por eso está fuera de las alianzas hasta ahora.
Después han renovado entusiasmo en Camino al cambio con un Mario Cossío aún en forma que analiza un último baile, y también la “primera dama” departamental, Ruth Ponce, parece más dispuesta que el propio gobernador a seguir en la primera línea.
En el MAS sí que nada se mueve hasta que no pasen las nacionales y ahí está difícil: Evo Morales sigue sin partido y Luis Arce sigue gobernando un país en crisis, dos asuntos que hoy por hoy parecen complicar cualquier viabilidad futura.