Análisis: Sí golpe, no Evo y buenos propósitos en los discursos de Arce y Choquehuanca
Choquehuanca enraízo el nuevo gobierno de Bolivia en la lucha del Abya Yala y los pueblos indígenas mientras que Arce Catacora repasó la historia reciente y la coyuntura económica. Ambos se comprometieron a "rectificar lo que estuvo mal y a profundizar lo que estuvo bien"



Luis Arce y David Choquehuanca ya están a la cabeza del Estado. Los dos asumieron el mando en una ceremonia que no fue de transmisión de mando, porque el Gobierno saliente desapareció, sino de posesión. Un acto cargado de simbolismo y de detalles que no pasaron desapercibidos.
Desde la mañana se notó el cambio en Bolivia TV, volvieron las expresiones culturales tradicionales, los jallalla con naturalidad, la voz de los movimientos sociales. También en el resto de cadenas. Era una fiesta y ni Comunidad Ciudadana se la quiso perder, Carlos Mesa hizo aparición en la plaza Murillo y también su bancada – Cecilia Requena hasta participó de la recepción de Arce – y en algún momento que no se vio por televisión, pero si por twitter, pidieron dos tercios y abandonaron el hemiciclo.
La atención estaba en los discursos. Arce y Choquehuanca son los “decanos” del gabinete de Evo Morales, aunque ninguno lo citó siquiera una vez. El Vicepresidente habló primero ya con Arce en el hemiciclo y luego de recibir el control de manos de Andrónico Rodríguez, el cuadro más cercano al expresidente.
Choquehuanca hizo lo que sabe: enraízo el proceso actual con la historia de los pueblos indígenas y su opresión por el pensamiento único de la colonia. Choquehuanca deleitó en su repaso por los saberes ancestrales y esencia del Abya Yala, donde lo comunitario se vuelve la base: “Somos del Tihuanacu (…) Somos fuertes (…) De Samaipata (…) Somos Larama = rebelde con sabiduría (…) Un nuevo Pachakuti (…) La empatía por el otro y el bien colectivo sustituye al individualismo egoísta (…) No soy yo, somos nosotros (…) La muerte del egocentrismo (…) Iyambae, persona que no tiene dueño” y un largo etcétera.
Además, terminó con un párrafo meridianamente claro sobre el propósito de enmienda del MAS hacia el futuro: “Los bolivianos debemos superar el odio, el racismo, la discriminación, ya no más persecución a la libertad de expresión, ya no más a la judicialización de la política, ya no más abuso de poder, el poder debe circular, se debe redistribuir, así como la sangre fluye. Ya no más impunidad, Justicia hermano, pero debe ser realmente independiente. Pongamos fin a la violación de los derechos humanos y a la Madre Tierra. El nuevo tiempo supone escuchar lo que viene del fondo del corazón, recuperar la Patria, respeto, integración. Solo así podremos alcanzar el vivir bien y gobernarnos nosotros mismo”.
Para los que no habían escuchado demasiado a Choquehuanca - @laramadavid en redes por algo – les sorprendió, pero básicamente sigue siendo el mismo intelectual implacable con la integración andina que le afeó a Morales su afán de poder con un poema en su cumpleaños, pero ahora con mucho más poder.
Después fue el turno de Luis Arce Catacora – que juró con mano en el pecho y cantó el himno con puño en alto -, un Presidente ex Ministro que ha desarrollado o incorporado nuevas cualidades durante la campaña y que queda por ver como se asentarán durante la gestión. Como Ministro no fue precisamente tolerante a la crítica y sí muy pertinaz en sus decisiones.
Esta vez le tocó el discurso más duro, al menos de entrada. Dedicó tal vez demasiado tiempo a calificar la gestión del “gobierno de facto” – denominativo que empezó a usar durante la campaña de forma insistente -, pero tampoco se podía esperar que entrara pidiendo permisito después de lo vivido.
Arce Catacora recordó los hechos de octubre, noviembre, las masacres de Senkata y Sacaba, el intento de proscribir al MAS, los abusos de poder del Gobierno de Áñez, la estigmatización, la whipala y demás aspectos para después señalar que su intención es gobernar para todos y buscar “la unidad y la paz”. “Asumo con mucha humildad, con mucha honra y agradecimiento por la confianza, gobernaremos con integración representando a todos para que Bolivia vuelva a la senda de la estabilidad. Esperando ser recordados como el Gobierno en que el pueblo se levantó para recuperar la democracia, la paz y la justicia social”.
Arce Catacora se detuvo un minuto en describir la situación económica, que dista mucho de lo que Áñez y Marinkovic aseguraron dejar: PIB, reservas, empleo y demás ha sufrido caídas que, según Arce, son independientes de la pandemia, sino de la gestión de la misma. En ese sentido, Arce ya no tendrá que remontarse a la época neoliberal para comprar su gestión.
El Presidente hizo un guiño a la comunidad internacional, no clamó contra el imperio de Estados Unidos – con delegación en el hemiciclo - sino que hizo alguna referencia “al norte”, en lo que parece un claro tanteo a una nueva etapa de relaciones con Biden, sin USAID y sin DEA. Además, pidió volver a trabajar por la reconstrucción de Unasur como organismo de integración Sudamericano.
Al final, Arce Catacora volvió a recordar sus compromisos de campaña - con la renovación, con la justicia social y con su independencia aun sin citarlos – “Asumo con enorme sentido de responsabilidad que nace del amor que le tengo a nuestra Patria y también de las promesas de campaña. Y voy a renovar cada una”.
“En mi recorrido por el país he sentido el dolor y también la esperanza. No olvidaré nunca las historias que me contaron en cada rincón – dijo para cerrar haciendo una pausa emocionada – Caminemos en paz. Vamos a salir adelante. Viva el Estado Plurinacional”.
Que viva.