Autoridades ejecutivas y legislativas se acusaron de “boicot” y “sabotaje”
El tono electoral marcó los discursos del 6 de agosto
El Gobierno dejó al TSE la responsabilidad de solucionar el conflicto con la COB y el denominado Pacto de Unidad, y se desentendió de las consecuencias



Los homenajes, felicitaciones y actos protocolares, no fueron lo más destacado el 6 de agosto, fecha en la que Bolivia conmemoró 195 años de independencia. El discurso electoralizado de la presidenta, y además candidata, Jeanine Áñez, y los desplantes entre el Ejecutivo nacional y la Asamblea Legislativa Plurinacional, integrada en su mayoría por asambleístas del Movimiento al Socialismo (MAS), fueron la comidilla de la jornada. En las redes sociales, los ciudadanos repudiaban la actitud de las autoridades, que más allá de mostrar unidad y solidaridad, en un momento en el que Bolivia es golpeada por la pandemia de la Covid-19, develaban intereses mezquinos y partidarios.
El primer desplante se dio durante el informe de la presidenta del Senado, Eva Copa, el mismo que no fue transmitido por el canal estatal, un hecho que fue considerado como un acto de censura. Aunque por la tarde, desde BTV se explicó que el personal de la ALP sólo les había permitido instalar equipos técnicos y no autorizaron el ingreso del personal del canal para acomodarse en el Hemiciclo y regular la señal y audio de la transmisión. Lo que les impidió transmitir las palabras de Copa.
Luego hubo la respuesta de la ALP. La entidad legislativa no dio paso a la presentación del informe de la presidenta Áñez, arguyendo que la mandataria no envió el informe escrito al Legislativo, lo que motivó a no considerar el tema y concluir la sesión de honor.
“La presidenta transitoria no concurrió a la ALP, no envió su informe escrito ni adjuntó las memorias, incumplió lo que dice el artículo 172 de la Constitución Política del Estado, nos parece una falta de respeto al pueblo boliviano no brindar su mensaje a través de la ALP y el pueblo boliviano juzgará”, señaló el primer vicepresidente de la Cámara de Senadores, Milton Barón. Luego el Gobierno explicó que se envió el informe, pero que desde la ALP se negaron a recibirlo. Al final, ambos bandos se acusaron de “boicot” y “sabotaje”.
El discurso electoral
Los roces con al ALP no impidieron que la Presidenta en transición diera su informe de ocho meses de gestión. Inició hablando de salud y economía, que serían los retos de su Gobierno, no desaprovechó el momento para hablar de un “despilfarro” de dinero en la anterior gestión, que hubiera permitido consolidar un sistema de salud más fuerte preparado para hacer frente a la pandemia del Covid-19.Resaltó el Plan Empleo con el que se prevé ayude a reactivar la economía, el Crédito 1,2,3 lanzado hace semanas y los bonos, incluido el aguinaldo adelantando de la Renta Dignidad.
En cuanto a la educación lamentó haber clausurado el año escolar, pero prometió cursos de nivelación extraordinarios para los estudiantes y fortalecer el sistema educativo a distancia y virtual.Pero Áñez también habló de candidatos y elecciones. Criticó a sus adversarios por guardar un “silencio cómplice” a lo que calificó como un bloqueo de recursos económicos provenientes de créditos internacionales, por parte del MAS en el Legislativo. Les reclamó porque no defienden los bonos.
Luego los convocó a suscribir un acuerdo político para garantizar el pago de más bonos a la población.Áñez también se fue contra el Tribunal Supremo Electoral (TSE), porque, en su criterio, jugó con la fecha de comicios, generando el conflicto social vigente. Pidió a esa institución ser seria y no mover la fecha de las elecciones “a libre antojo”.
Y así pasaron los actos por el aniversario patrio. Ni el tono empleado ni las palabras auguran algún cambio en la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo, o entre el MAS y Juntos, que es lo mismo.
El Gobierno dejó al TSE la responsabilidad de solucionar el conflicto con la Central Obrera Boliviana y el denominado Pacto de Unidad, y se desentendió de las consecuencias. Horas más tarde, advirtió que se le acabó la paciencia y amenazó con usar a la Policía Boliviana y a las Fuerzas Armadas para desbloquear.