Rumbo al 3M: El precio del gas y cómo mover las elecciones
En los mentideros políticos, ya no se discute si se atrasarán las elecciones del 3 de mayo, sino más bien cuándo se ubicarán las elecciones subnacionales, que en condiciones normales debían haberse celebrado el próximo fin de semana, y que después de los sucesos de octubre y la...



En los mentideros políticos, ya no se discute si se atrasarán las elecciones del 3 de mayo, sino más bien cuándo se ubicarán las elecciones subnacionales, que en condiciones normales debían haberse celebrado el próximo fin de semana, y que después de los sucesos de octubre y la reprogramación de las nacionales para mayo, quedaba más o menos para octubre, pero que visto lo visto, se irá hasta el año que viene.
Nadie puede asegurar si esa medida será buena o mala para los intereses políticos particulares. Hasta el presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, Rómulo Calvo, brazo operativo de Luis Fernando Camacho, que era a quién más le convenía una elección rápida, ha hablado en la línea del aplazamiento.
Con todo, los efectos del coronavirus pueden ser migajas al lado del impacto que vaya a tener, particularmente en Tarija, la caída de las regalías, arrastradas por el precio del petróleo, que ya ve como horizonte lejano desde abajo los 30 dólares por barril.
Ese precio es aún menor que el precio que tenía cuando el Gobernador Adrián Oliva asumió la Gobernación en 2015. Entonces quedaron en el limbo docenas de obras comprometidas y sin financiación asegurada, que a efectos macroeconómicos eran números, pero a efectos sociales eran centenares de trabajadores, obreros, proveedores de servicios y suministros y otros vinculados a la obra pública.
El coronavirus pasará cuando haya vacuna – Ángela Merkel estima hasta agosto – pero los analistas mundiales coinciden en una recesión global. Los tarijeños, también. La Gobernación de Adrián Oliva ha logrado hábilmente convertir urgencias a corto plazo en deuda a mediano plazo con fideicomisos y créditos privados, y todavía salir airoso haciendo política con obras heredadas solo con ordenarlas dentro de un plan propio.
Medidas
El bono de 500 bolivianos y la rebaja del 30% de la tarifa eléctrica fue incluida en el decreto del miércoles
El riesgo ahora es saber qué pasará a mitad de año, cuando las regalías empiecen a caer, los pagos del servicio de deuda empiecen a crecer y además, no quede margen para otros proyectos, ni a través del Plan Operativo Anual ni a través de otras fórmulas, pues el Gobierno, con probabilidad, estará peor.
En la ya incierta pugna por la Gobernación se contemplaban al menos cuatro frentes: El de continuidad con Adrián Oliva, el del MAS con Walter Ferrufino o Álvaro Ruíz, el de UNIR con Óscar Montes o Víctor Hugo Zamora y el del reaparecido Camino al Cambio con Mario Cossío. La situación económica es tan compleja que ya pocos parecen tener ambiciones de alcanzar ese espacio.
Lo nacional
Los cálculos en lo nacional tampoco son buenos. La situación puede llevar al límite a un Gobierno al que los estrategas ya ven al límite de su rendimiento, e incluso sobrepasados por las necesidades de “comunicar” y las limitaciones que impone el Consejo de Ministros.
Las medidas del miércoles no solo generaron suspicacias entre una base electoral muy cercana a Áñez, sino que además, no tuvieron su respaldo correspondiente en la Gaceta Oficial del Estado. El decreto solo contempló dos medidas: el bono y una rebaja de la energía del 30% de la que Áñez no había hablado, pero que se “agradece” por aquello de que el mismo Gobierno que obliga a gastar más apoya en el descuento.
Del resto, nada se sabe, aunque se supone sí aparecerán en algún decreto más amplio o en la propia Ley que trabaja la Asamblea. El desconcierto era tal que tuvo que salir el ministro de Economía, José Luis Parada, quizá el más político de todos los ministros, y a la vez, el que aparenta mayor racionalidad técnica. “Lo último que hicimos fue pensar en que había elecciones en mayo” sentenció antes de intentar explicar de nuevo todas las medidas, dejando en claro que lo de los bancos dependerá de la negociación bilateral con el cliente, y sacándose otra nueva medida del bolsillo: los consultores podrán descargarse los gastos de salud, alimentación y educación. Algo es algo.
En paralelo, los candidatos de primera línea guardan un comedido silencio, probablemente para acabar de armar sus críticas a las medidas cuando el Gobierno acabe de desarrollar su plan y no parecer ahora como desleales. En segunda línea sí se insiste en aquello de la “improvisación” y el “oportunismo” del Gobierno transitorio.
Lo cierto es que la situación es excepcional. Unos y otros se exigen estar a la altura.
Recelos y dudas por la velocidad de las pruebas
Informaciones internacionales explican que la prueba de sangre para detectar el coronavirus es un proceso moroso de más cinco horas. La información del Gobierno nacional indica que se tienen reactivos para 2.500 pruebas y que se están comprando para 7.000 más, mientras hay un solo laboratorio acreditado para hacer todo el trabajo, aunque se habla de habilitar otros trece, una medida útil de haberse tomado hace unas semanas, para garantizar su implementación.
El hecho de que varios ministros se hayan realizado las pruebas de forma inmediata y que en Tarija, un sospechoso haya tenido que esperar cinco días también generó susceptibilidades sobre el protocolo.
Nadie puede asegurar si esa medida será buena o mala para los intereses políticos particulares. Hasta el presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, Rómulo Calvo, brazo operativo de Luis Fernando Camacho, que era a quién más le convenía una elección rápida, ha hablado en la línea del aplazamiento.
Con todo, los efectos del coronavirus pueden ser migajas al lado del impacto que vaya a tener, particularmente en Tarija, la caída de las regalías, arrastradas por el precio del petróleo, que ya ve como horizonte lejano desde abajo los 30 dólares por barril.
Ese precio es aún menor que el precio que tenía cuando el Gobernador Adrián Oliva asumió la Gobernación en 2015. Entonces quedaron en el limbo docenas de obras comprometidas y sin financiación asegurada, que a efectos macroeconómicos eran números, pero a efectos sociales eran centenares de trabajadores, obreros, proveedores de servicios y suministros y otros vinculados a la obra pública.
El coronavirus pasará cuando haya vacuna – Ángela Merkel estima hasta agosto – pero los analistas mundiales coinciden en una recesión global. Los tarijeños, también. La Gobernación de Adrián Oliva ha logrado hábilmente convertir urgencias a corto plazo en deuda a mediano plazo con fideicomisos y créditos privados, y todavía salir airoso haciendo política con obras heredadas solo con ordenarlas dentro de un plan propio.
Medidas
El bono de 500 bolivianos y la rebaja del 30% de la tarifa eléctrica fue incluida en el decreto del miércoles
El riesgo ahora es saber qué pasará a mitad de año, cuando las regalías empiecen a caer, los pagos del servicio de deuda empiecen a crecer y además, no quede margen para otros proyectos, ni a través del Plan Operativo Anual ni a través de otras fórmulas, pues el Gobierno, con probabilidad, estará peor.
En la ya incierta pugna por la Gobernación se contemplaban al menos cuatro frentes: El de continuidad con Adrián Oliva, el del MAS con Walter Ferrufino o Álvaro Ruíz, el de UNIR con Óscar Montes o Víctor Hugo Zamora y el del reaparecido Camino al Cambio con Mario Cossío. La situación económica es tan compleja que ya pocos parecen tener ambiciones de alcanzar ese espacio.
Lo nacional
Los cálculos en lo nacional tampoco son buenos. La situación puede llevar al límite a un Gobierno al que los estrategas ya ven al límite de su rendimiento, e incluso sobrepasados por las necesidades de “comunicar” y las limitaciones que impone el Consejo de Ministros.
Las medidas del miércoles no solo generaron suspicacias entre una base electoral muy cercana a Áñez, sino que además, no tuvieron su respaldo correspondiente en la Gaceta Oficial del Estado. El decreto solo contempló dos medidas: el bono y una rebaja de la energía del 30% de la que Áñez no había hablado, pero que se “agradece” por aquello de que el mismo Gobierno que obliga a gastar más apoya en el descuento.
Del resto, nada se sabe, aunque se supone sí aparecerán en algún decreto más amplio o en la propia Ley que trabaja la Asamblea. El desconcierto era tal que tuvo que salir el ministro de Economía, José Luis Parada, quizá el más político de todos los ministros, y a la vez, el que aparenta mayor racionalidad técnica. “Lo último que hicimos fue pensar en que había elecciones en mayo” sentenció antes de intentar explicar de nuevo todas las medidas, dejando en claro que lo de los bancos dependerá de la negociación bilateral con el cliente, y sacándose otra nueva medida del bolsillo: los consultores podrán descargarse los gastos de salud, alimentación y educación. Algo es algo.
En paralelo, los candidatos de primera línea guardan un comedido silencio, probablemente para acabar de armar sus críticas a las medidas cuando el Gobierno acabe de desarrollar su plan y no parecer ahora como desleales. En segunda línea sí se insiste en aquello de la “improvisación” y el “oportunismo” del Gobierno transitorio.
Lo cierto es que la situación es excepcional. Unos y otros se exigen estar a la altura.
Recelos y dudas por la velocidad de las pruebas
Informaciones internacionales explican que la prueba de sangre para detectar el coronavirus es un proceso moroso de más cinco horas. La información del Gobierno nacional indica que se tienen reactivos para 2.500 pruebas y que se están comprando para 7.000 más, mientras hay un solo laboratorio acreditado para hacer todo el trabajo, aunque se habla de habilitar otros trece, una medida útil de haberse tomado hace unas semanas, para garantizar su implementación.
El hecho de que varios ministros se hayan realizado las pruebas de forma inmediata y que en Tarija, un sospechoso haya tenido que esperar cinco días también generó susceptibilidades sobre el protocolo.