Rumbo al 3M: El barril de petróleo también da miedo
El barril de petróleo West Texas Intermediate cerró ayer en 26,95 dólares, pero el miedo está concentrado en el coronavirus. El WTI, que es el de referencia para América en general y para Tarija en particular, pues es el que sirve de base para calcular las regalías que entran al Tesoro...



El barril de petróleo West Texas Intermediate cerró ayer en 26,95 dólares, pero el miedo está concentrado en el coronavirus. El WTI, que es el de referencia para América en general y para Tarija en particular, pues es el que sirve de base para calcular las regalías que entran al Tesoro Departamental, está siendo severamente golpeado por el pánico al coronavirus, que se traduce en la parálisis de la actividad comercial e incluso vital, además de en miles de despidos en todo el mundo, pero también por la guerra de precios entre Arabia Saudí y Rusia, con sus influencias en EEUU y la OPEP.
En 2014 el barril se hundió más o menos como ahora, y estábamos en elecciones, igualmente como ahora. El Gobierno de Evo Morales se limitó a minimizar el impacto; el propio Luis Arce Catacora, entonces Ministro de Economía y hoy candidato del MAS, aseveró a este diario que era algo “temporal” y que “rebotará rápidamente, como en 2009”. Lo cierto es que cayó de los 100 a los 30 de finales de 2015.
Para entonces ya se habían librado las campañas de las elecciones tanto nacionales como departamentales. Ninguno de los contendientes, más allá de los estribillos habituales - “industrializar”, “superar la dependencia del gas”, “sembrar el gas” – había propuesto algún plan serio para lo que se avecinaba.
En Tarija se tradujo en un agujero financiero que hizo estragos: más de 8.000 millones de bolivianos comprometidos en obras no esenciales pero que había que pagar; un Gobierno con pocas ganas de ayudar a un Gobernador del otro lado y una autonomía que no sirve para superar ese tipo de problemas.
Con el tiempo se fueron librando de obras, se consiguieron préstamos privados y algunos fideicomisos del Gobierno, que quiso participar de la solución lavándose las manos de las causas. Hoy, unos y otros reconocen que la situación no se ha superado, aunque sí se ha alivianado convirtiendo obligaciones a corto plazo en deudas a mediano plazo.
Los analistas advierten que Tarija, por ejemplo, ya no tiene mucho más margen de endeudamiento visto el hundimiento de la producción y el declive de los precios. A nivel nacional sí existe un margen de endeudamiento externo, salvo que tanto el actual Gobierno como el resto de candidatos ha hecho campaña criticando esas cifras, pese a que están lejos del 50 por ciento.
¿Qué proponen los candidatos en este momento para la economía? Nada nuevo en economía.
La campaña ha dado un vuelco con el ingreso del virus, y los candidatos no saben si dar pasos al costado, al frente o atrás. Todos dicen querer lo mejor para el país, aunque les cueste ocultar que un descalabro sería la forma más fácil de eliminar a la candidata y presidenta Jeanine Áñez.
Petróleo
El barril WTI cerró el martes en 27 dólares, casi la mitad de lo que contemplaba el Presupuesto General del Estado
Áñez tiene las de ganar si se controla, las de perder si se descontrola, y mucha incertidumbre por el camino, porque está en juego la salud, pero también la economía en un país ya maltratado. Los asesores más políticos le han pedido que aguante con las medidas económicas para hoy, por aquello de diversificar impactos. Otros creen, sin embargo, que empieza a saturar y descontrolar: el riesgo es que se baje la guardia por saturación.
Áñez no pierde ocasión para hablar de su relato épico de resistencia y de luchas por mejores días como mujer, como madre y como Presidenta a la mínima oportunidad que le brinda la coyuntura, y así lo ha hecho en cada uno de los mensajes relacionados al virus. El resto apenas puede contemplarla.
El binomio masista, Luis Arce y David Choquehuanca, trata de mantener un prudente segundo plano, aunque se note la ansiedad porque el asunto pueda salirse de control y reclamar así que “en el pasado no pasaba”.
Carlos Mesa ha optado por una estrategia de riesgo, convirtiéndose en una especie de paramédico didáctico divulgador, que es su fuerte, pero para repetir básicamente lo mismo. Lo hace presente, pero puede acabar pareciendo un pepito grillo incómodo y antipático en un momento de tensión.
Luis Fernando Camacho, por su parte, decidió entrar a la mala y criticar la falta de previsión del “Gobierno – Candidato” desde que se conoció el primer caso. A pesar de ello, mantuvo agenda de actos y visitas a mercados y otras organizaciones.
La alerta recién ha comenzado, y lo cierto es que la propia fecha electoral está en riesgo.
El modelo autonómico, en juego
Si algo ha quedado en evidencia en estos pocos días de crisis del coronavirus en Bolivia es que la autonomía tampoco está diseñada para actuar en este tipo de situaciones. O al menos la autonomía gestionada siempre con fines electorales. Ante el pánico, quién más quién menos ha intentado promover alguna medida para “mandarse la parte” con sus ciudadanos.
Desde el primer día en el que Oruro decidió suspender clases contra la voluntad del Gobierno se veía que algo podía salir mal. Después han venido declaraciones de cuarentena contradictorias con las instrucciones de Áñez, cierres de frontera, clausuras de viaje… La información fluye y no sabe de fronteras, mientras tanto, la economía se resquebraja.
En 2014 el barril se hundió más o menos como ahora, y estábamos en elecciones, igualmente como ahora. El Gobierno de Evo Morales se limitó a minimizar el impacto; el propio Luis Arce Catacora, entonces Ministro de Economía y hoy candidato del MAS, aseveró a este diario que era algo “temporal” y que “rebotará rápidamente, como en 2009”. Lo cierto es que cayó de los 100 a los 30 de finales de 2015.
Para entonces ya se habían librado las campañas de las elecciones tanto nacionales como departamentales. Ninguno de los contendientes, más allá de los estribillos habituales - “industrializar”, “superar la dependencia del gas”, “sembrar el gas” – había propuesto algún plan serio para lo que se avecinaba.
En Tarija se tradujo en un agujero financiero que hizo estragos: más de 8.000 millones de bolivianos comprometidos en obras no esenciales pero que había que pagar; un Gobierno con pocas ganas de ayudar a un Gobernador del otro lado y una autonomía que no sirve para superar ese tipo de problemas.
Con el tiempo se fueron librando de obras, se consiguieron préstamos privados y algunos fideicomisos del Gobierno, que quiso participar de la solución lavándose las manos de las causas. Hoy, unos y otros reconocen que la situación no se ha superado, aunque sí se ha alivianado convirtiendo obligaciones a corto plazo en deudas a mediano plazo.
Los analistas advierten que Tarija, por ejemplo, ya no tiene mucho más margen de endeudamiento visto el hundimiento de la producción y el declive de los precios. A nivel nacional sí existe un margen de endeudamiento externo, salvo que tanto el actual Gobierno como el resto de candidatos ha hecho campaña criticando esas cifras, pese a que están lejos del 50 por ciento.
¿Qué proponen los candidatos en este momento para la economía? Nada nuevo en economía.
La campaña ha dado un vuelco con el ingreso del virus, y los candidatos no saben si dar pasos al costado, al frente o atrás. Todos dicen querer lo mejor para el país, aunque les cueste ocultar que un descalabro sería la forma más fácil de eliminar a la candidata y presidenta Jeanine Áñez.
Petróleo
El barril WTI cerró el martes en 27 dólares, casi la mitad de lo que contemplaba el Presupuesto General del Estado
Áñez tiene las de ganar si se controla, las de perder si se descontrola, y mucha incertidumbre por el camino, porque está en juego la salud, pero también la economía en un país ya maltratado. Los asesores más políticos le han pedido que aguante con las medidas económicas para hoy, por aquello de diversificar impactos. Otros creen, sin embargo, que empieza a saturar y descontrolar: el riesgo es que se baje la guardia por saturación.
Áñez no pierde ocasión para hablar de su relato épico de resistencia y de luchas por mejores días como mujer, como madre y como Presidenta a la mínima oportunidad que le brinda la coyuntura, y así lo ha hecho en cada uno de los mensajes relacionados al virus. El resto apenas puede contemplarla.
El binomio masista, Luis Arce y David Choquehuanca, trata de mantener un prudente segundo plano, aunque se note la ansiedad porque el asunto pueda salirse de control y reclamar así que “en el pasado no pasaba”.
Carlos Mesa ha optado por una estrategia de riesgo, convirtiéndose en una especie de paramédico didáctico divulgador, que es su fuerte, pero para repetir básicamente lo mismo. Lo hace presente, pero puede acabar pareciendo un pepito grillo incómodo y antipático en un momento de tensión.
Luis Fernando Camacho, por su parte, decidió entrar a la mala y criticar la falta de previsión del “Gobierno – Candidato” desde que se conoció el primer caso. A pesar de ello, mantuvo agenda de actos y visitas a mercados y otras organizaciones.
La alerta recién ha comenzado, y lo cierto es que la propia fecha electoral está en riesgo.
El modelo autonómico, en juego
Si algo ha quedado en evidencia en estos pocos días de crisis del coronavirus en Bolivia es que la autonomía tampoco está diseñada para actuar en este tipo de situaciones. O al menos la autonomía gestionada siempre con fines electorales. Ante el pánico, quién más quién menos ha intentado promover alguna medida para “mandarse la parte” con sus ciudadanos.
Desde el primer día en el que Oruro decidió suspender clases contra la voluntad del Gobierno se veía que algo podía salir mal. Después han venido declaraciones de cuarentena contradictorias con las instrucciones de Áñez, cierres de frontera, clausuras de viaje… La información fluye y no sabe de fronteras, mientras tanto, la economía se resquebraja.