Rumbo al 3M: Del “ruido” en los cuarteles a la pinza CC-C
Parecía una jornada de transición, con el MAS recuperando efectivos en sus filas y la Gobernación de Tarija contraprogramando la llegada de Marco Pumari ni más ni menos que con el Tata Quispe, el más taquillero de entre los aliados de Jeanine Áñez, hasta que la Presidenta ejerció de...



Parecía una jornada de transición, con el MAS recuperando efectivos en sus filas y la Gobernación de Tarija contraprogramando la llegada de Marco Pumari ni más ni menos que con el Tata Quispe, el más taquillero de entre los aliados de Jeanine Áñez, hasta que la Presidenta ejerció de Capitana General y le dio unos “retoques” al Alto Mando Militar a apenas cinco meses de su posesión.
En realidad, Áñez ratificó a Carlos Orellana como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas (FFAA), al general Pablo Arturo Guerra Camacho, como Jefe del Estado Mayor, al general Ciro Orlando Álvarez Guzmán como Comandante accidental de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB).
El cambio se dio en el Ejército, donde fue posesionado el general Rubén Salvatierra Fuentes como Comandante accidental del Ejército en reemplazo de Iván Patricio Inchauste Rioja. Áñez insistió en el concepto de respetar la jerarquía militar, lo que por la propia insistencia vino a justificar el relevo en el Ejército, al fin y al cabo, el cuerpo militar con mayor poder en el territorio.
Es normal que, en estos tiempos de zozobra, cualquier movimiento en las Fuerzas Armadas se revise con lupa. Del Ejército era Williams Kaliman, el Comandante que alcanzó la máxima graduación sin tener la máxima calificación para ello y que desde el primer momento fue cuestionado por su apoyo explícito al “proceso de cambio”.
De aquellos polvos, estos lodos; el siempre cuestionado Kaliman por sus amistades con Morales le acabó “sugiriendo” la renuncia y desencadenando la caída del régimen del Movimiento Al Socialismo aquel 10 de noviembre.
Lo que no quiere el Gobierno es que se identifique a Patricia Incahuaste, el comandante saliente, como uno de los jefes militares que “todavía hablan” con Evo Morales y que “se arrepienten” de lo sucedido, como el propio Morales aseveró en una de sus últimas y polémicas intervenciones, que más allá de ver los tintes sediciosos del mensaje, venían a evidenciar problemas internos en las Fuerzas Armadas.
Desde mediados de enero, los militares tienen autorización por decreto para patrullar las calles en conjunto con la Policía. Que ya no lo hagan como lo hicieron en los días próximos al 22 de enero, Día del Estado Plurinacional, no quiere decir que no puedan volver a hacerlo. La propia Áñez señaló en su discurso de ese día que ya estaban organizando el dispositivo de seguridad para las próximas elecciones del 3 de mayo, y por su tono se advertía contundente.
Retorno
Solo Chato Peredo aceptó de momento el retorno al MAS; Luis Alfaro es el que falta por definirse
La versión oficial es que no hay crisis en las Fuerzas Armadas. “No hay crisis”, insisten los voceros más acreditados del momento, oficiales y no oficiales. A algunos les tiemblan las piernas solo de pensarlo. Otros alistan el talonario de la sedición.
Lo cierto es que el Movimiento Al Socialismo (MAS) – no Evo Morales – no parece estar muy afanado en la toma del poder por la fuerza, ya que no le fue muy bien la resistencia violenta en octubre y noviembre, y parecen más centrados en levantar el instrumento de a poco.
De momento, el único que ha dado respuesta positiva a la convocatoria de retorno de “viejas glorias” ha sido el Chato Peredo, que acabó muy crítico con Morales y con Álvaro García Linera a quienes acusó de derechizar el MAS. Peredo ve ahora indicios de retorno a la “senda revolucionaria” y decidió dar el apoyo.
Con Román Loayza, Rebeca Delgado y el Mallku rechazando de plano, en la lista de ilustres queda el dirigente campesino histórico en Tarija, Luis Alfaro, que el martes nos decía que respondería “con responsabilidad” por las “dos gestiones históricas de las que he sido parte”.
La pinza CC-C
Al margen del MAS, la batalla en el centro derecha parece concentrarse en dos bloques, Comunidad Ciudadana - Creemos, por un lado, Juntos por el otro lado. La pinza ataca por el centro y por la derecha a la candidata Jeanine Áñez, y tiene sobre todo un punto de contacto: el supuesto abuso del Estado que comete la Presidenta al ser candidata, lo que “la equipara con Evo Morales”.
Los estrategas de Juntos parecen haber perdido la iniciativa política ante el incremento de los ataques de Carlos Mesa por un lado y de Luis Fernando Camacho – Marco Pumari por el otro. Más desde que han decidido bajarle el tono al ministro de Gobierno, Arturo Murillo, cuya estrategia de mano dura se había topado con la realidad: encarcelar tuiteros, asistentes y niñeras solo suma entre tus radicales.
Quispe versus Pumari, y los detalles
En una campaña tan abierta y acelerada, los líderes se esfuerzan por tener presencia real en los territorios, porque los asesores dicen que suma.
No es desconocido que el Tata Quispe, presentado con honores por Jeanine Áñez como director del Fondo Indígena es una de sus mejores bazas, aunque lo haga desde la gestión, porque suma en la estrategia del “azote al MAS”.
Como en cada conferencia deja frase para el meme, la atención se quedó en el Salón Rojo de la Gobernación en vez de irse hasta la quebrada de Juan XXIII a encontrarse con Marco Pumari, pese a que su llegada había sido más anunciada.
Al final, ni uno ni otro se salió del guion. La batalla sigue.
En realidad, Áñez ratificó a Carlos Orellana como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas (FFAA), al general Pablo Arturo Guerra Camacho, como Jefe del Estado Mayor, al general Ciro Orlando Álvarez Guzmán como Comandante accidental de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB).
El cambio se dio en el Ejército, donde fue posesionado el general Rubén Salvatierra Fuentes como Comandante accidental del Ejército en reemplazo de Iván Patricio Inchauste Rioja. Áñez insistió en el concepto de respetar la jerarquía militar, lo que por la propia insistencia vino a justificar el relevo en el Ejército, al fin y al cabo, el cuerpo militar con mayor poder en el territorio.
Es normal que, en estos tiempos de zozobra, cualquier movimiento en las Fuerzas Armadas se revise con lupa. Del Ejército era Williams Kaliman, el Comandante que alcanzó la máxima graduación sin tener la máxima calificación para ello y que desde el primer momento fue cuestionado por su apoyo explícito al “proceso de cambio”.
De aquellos polvos, estos lodos; el siempre cuestionado Kaliman por sus amistades con Morales le acabó “sugiriendo” la renuncia y desencadenando la caída del régimen del Movimiento Al Socialismo aquel 10 de noviembre.
Lo que no quiere el Gobierno es que se identifique a Patricia Incahuaste, el comandante saliente, como uno de los jefes militares que “todavía hablan” con Evo Morales y que “se arrepienten” de lo sucedido, como el propio Morales aseveró en una de sus últimas y polémicas intervenciones, que más allá de ver los tintes sediciosos del mensaje, venían a evidenciar problemas internos en las Fuerzas Armadas.
Desde mediados de enero, los militares tienen autorización por decreto para patrullar las calles en conjunto con la Policía. Que ya no lo hagan como lo hicieron en los días próximos al 22 de enero, Día del Estado Plurinacional, no quiere decir que no puedan volver a hacerlo. La propia Áñez señaló en su discurso de ese día que ya estaban organizando el dispositivo de seguridad para las próximas elecciones del 3 de mayo, y por su tono se advertía contundente.
Retorno
Solo Chato Peredo aceptó de momento el retorno al MAS; Luis Alfaro es el que falta por definirse
La versión oficial es que no hay crisis en las Fuerzas Armadas. “No hay crisis”, insisten los voceros más acreditados del momento, oficiales y no oficiales. A algunos les tiemblan las piernas solo de pensarlo. Otros alistan el talonario de la sedición.
Lo cierto es que el Movimiento Al Socialismo (MAS) – no Evo Morales – no parece estar muy afanado en la toma del poder por la fuerza, ya que no le fue muy bien la resistencia violenta en octubre y noviembre, y parecen más centrados en levantar el instrumento de a poco.
De momento, el único que ha dado respuesta positiva a la convocatoria de retorno de “viejas glorias” ha sido el Chato Peredo, que acabó muy crítico con Morales y con Álvaro García Linera a quienes acusó de derechizar el MAS. Peredo ve ahora indicios de retorno a la “senda revolucionaria” y decidió dar el apoyo.
Con Román Loayza, Rebeca Delgado y el Mallku rechazando de plano, en la lista de ilustres queda el dirigente campesino histórico en Tarija, Luis Alfaro, que el martes nos decía que respondería “con responsabilidad” por las “dos gestiones históricas de las que he sido parte”.
La pinza CC-C
Al margen del MAS, la batalla en el centro derecha parece concentrarse en dos bloques, Comunidad Ciudadana - Creemos, por un lado, Juntos por el otro lado. La pinza ataca por el centro y por la derecha a la candidata Jeanine Áñez, y tiene sobre todo un punto de contacto: el supuesto abuso del Estado que comete la Presidenta al ser candidata, lo que “la equipara con Evo Morales”.
Los estrategas de Juntos parecen haber perdido la iniciativa política ante el incremento de los ataques de Carlos Mesa por un lado y de Luis Fernando Camacho – Marco Pumari por el otro. Más desde que han decidido bajarle el tono al ministro de Gobierno, Arturo Murillo, cuya estrategia de mano dura se había topado con la realidad: encarcelar tuiteros, asistentes y niñeras solo suma entre tus radicales.
Quispe versus Pumari, y los detalles
En una campaña tan abierta y acelerada, los líderes se esfuerzan por tener presencia real en los territorios, porque los asesores dicen que suma.
No es desconocido que el Tata Quispe, presentado con honores por Jeanine Áñez como director del Fondo Indígena es una de sus mejores bazas, aunque lo haga desde la gestión, porque suma en la estrategia del “azote al MAS”.
Como en cada conferencia deja frase para el meme, la atención se quedó en el Salón Rojo de la Gobernación en vez de irse hasta la quebrada de Juan XXIII a encontrarse con Marco Pumari, pese a que su llegada había sido más anunciada.
Al final, ni uno ni otro se salió del guion. La batalla sigue.