Los 7 desbarajustes de los Mileilovers bolivianos
Javier Milei viene siendo la sensación política de la Argentina dese la recta final de la campaña. Su irrupción desde la televisión, donde ejercía activamente como analista económico desde las tesis más ultraliberales, le garantizó altas cuotas de popularidad y siendo un comunicador muy efectivo, logró canalizar la ira de la gente hacia su nueva opción política que denominó La Libertad Avanza, como buen libertario.
En el lanzamiento, Milei era un fanático de la libertad, argumento que servía para casi todo. Ya en la conversión a sujeto político adoptó ciertas dosis conservadoras que hacen ruido con la tesis general, como su posición contra el aborto, pero igual. Sus ideas fuerza quedaron muy rápidamente definidas: contra la casta, contra el Estado y a favor de la dolarización.
La pasión de su despliegue mediático le ha conseguido un fuerte crecimiento, aunque el pasado fin de semana sufrió un fuerte varapalo: sus leales hablaban sin tapujos de una victoria en primera vuelta, pero los datos le dejaron en el mismo 30% que logró en las PASO de agosto. Un baño de agua fría del que todavía intenta recuperarse ya desde la política netamente tradicional, tratando de acercar votos por la derecha y por la izquierda como sea.
La cuestión es que en un país tan carente de referentes opositores como Bolivia, no han tardado en aflorar los aspirantes a encarnar el éxito del libertario en su versión andina. Un puñado de economistas que han abrazado el liberalismo clásico ensayan su aplicación más libertaria en el país emulando al propio Milei: Jaime Dunn, Mauricio Ríos García, Marco Zelaya, Roberto Laserna son algunos, aunque solo Antonio Saravia, profesor asociado de Economía y Director del Centro para el Estudio de la Economía y la Libertad de la Universidad Mercer en Estados Unidos ha planteado una solución partidaria y desde hace meses busca aglutinar a todos estos pensadores en su Partido Liberal, aún sin personería.
Diferentes expertos en campañas electorales han advertido a La Mano del Moto sobre algunos errores conceptuales que se cometen al pretender trasladar tanto la tesis como la estrategia que le ha servido a Milei para crecer en la Argentina.
- La ira: La campaña de Milei en la Argentina arrancó canalizando la ira de la pandemia, que en Argentina se sumó además a la famosa foto de Alberto Fernández celebrando fiestas en pleno confinamiento. En Bolivia sin embargo aquella etapa la gestionó Jeanine Áñez, quien por cierto también celebró cumpleaños y otros eventos. En Argentina el ciclo inflacionario sin fin es el que desata todas las pasiones, pero en Bolivia la economía está muy controlada en ese sentido. Faltan dólares para al grueso de la población que gana lo justo en pesos para pagar sus cuentas, no le afecta.
- El tono: Los expertos en campaña electoral advierten que en Bolivia el votante promedio es mayoritariamente formal y huye de experimentos, peor si además se usa el escándalo para crecer. Esta diferencia es más exacerbada aún en el occidente, donde no gustan las excentricidades. Solo la experiencia de Chi Hyun Chung en 2019 se puede considerar como exitosa por su tono tranquilo e ideas radicalmente conservadoras con algunas dosis de libertarismo, aún así quedó en el 8% y la mayoría de sus votantes fueron evangélicos de barrios populares y jóvenes urbanos que no encuentran referente en la derecha.
- La idea de Estado Proveedor: La Argentina tiene un Estado consolidado desde hace décadas que garantiza servicios públicos de calidad en todos los ámbitos, toda una estructura que garantiza la igualdad de oportunidades. Bolivia no. Los servicios de salud y educación se prestan precariamente y los bonos que se ofrecen – renta dignidad, Juancito Pinto, etc., - son de cantidades ridículas como para pensar que se puede vivir de ellos. Ni siquiera los procedimientos de entrega de tierras o las innumerables campañas de dotación de insumos en el área rural fortalecen la idea del Estado Proveedor
- Los impuestos: Demonizar los impuestos en Bolivia tiene un doble filo, primero porque el grueso de la población no paga ninguno, apenas IVA y solo cuando es inevitable. Segundo porque el único que intentó colocar un impuesto para todos sobre las rentas del trabajo fue un referente liberal: Gonzalo Sánchez de Losada, y efectivamente, le fue mal.
- La subvención a los hidrocarburos: La idea central de la lucha contra la inflación es la de la subvención al carburante, una subvención que no es para nada progresiva ni equitativa y que a nivel particular beneficia más a los que más tienen. Los libertarios apuestan por levantarla, pero nadie está dispuesto a pagar mucho más por su micro o por llenar el depósito de sus supervagonetas.
- La realidad laboral y el Estado opresor: El 70% de la población boliviana trabaja en la informalidad, el resto son mayoritariamente funcionarios o empleados de empresas públicas y solo una mínima parte forman parte de empresas privadas formalizadas que sufren el asedio de la administración. Por mucho que estén enfurecidos, no dejan de ser minoría.
- El corporativismo cooperativo: Lo que sí existe en Bolivia es un fuerte corporativismo y cooperativismo que por lo general administran privilegios concedidos por el Estado a los que los usufructuarios no quieren renunciaAsí, parece que los libertarios bolivianos tendrán que esforzarse bastante más para acercar las tesis de Milei al país, y eso siempre que este logre ganar el balotaje en el país vecino…