Pulso en el partido hegemónico
En el MAS hay partido
El MAS desahució a los partidos y los volvió a convocar cuando vio que no había recursos suficientes para sostenerse. Ahora deberá ajustarse a las normas de la Ley de Partidos, que deja claro que no hay dueños



Una cosa es “respetar al líder nato” de un partido, y otra poner en un Estatuto que ese líder nato va a ser el jefe máximo de ese partido para toda la vida, básicamente porque la Ley de Partidos lo prohíbe, pero también porque las bases del Movimiento Al Socialismo (MAS) no lo contemplan.
El gobierno de Evo Morales tuvo desde siempre una relación nociva con el Movimiento Al Socialismo y por extensión, con toda la institucionalidad partidaria. No en vano, llegó al poder derribando la “partidocracia”, uno de esos significantes vacíos que decía Laclau que servía para definir la corrupción política en Bolivia y cuestionar que los partidos políticos hicieran política para llegar a acuerdos en el parlamento, que sería lo normal si es que esos acuerdos hubieran servido para mejorar la vida de los bolivianos.
Para acabar con los restos de aquellos partidos una vez llegado al poder en 2005, el MAS cortó la financiación pública de estos partidos, una medida muy populista, pero elitista, y que llegado el momento se volvió contra sus propios intereses.
La financiación pública servía para pagar reuniones, sostener algunos liberados en cada partido que ayudara con las vocerías, con la representación y también gastos de campaña. Sin esto, que ni siquiera era gran cosa, la participación política quedó reducida a tres tipos de proyectos:
- Los de los multimillonarios, con Samuel Doria Medina y su Unidad Nacional como ejemplo, pero también Johnny Fernández con UCS o la aventura reciente de Chi Hyun Chung en nombre de los Presbiterianos, donde el líder, que es el millonario, define desde las candidaturas, el programa, los discursos y hasta el color de la camisa del conserje si hace falta.
- Los proyectos políticos sostenidos con fondos de ONG o Fundaciones, a veces muy opacas, que muchas veces no tienen intención de competir sino simplemente dse alquilan siglas para propagar ideas aprovechando el altavoz mediático que concede la pugna electoral. Es el caso de Los Verdes en 2014 o lo que hace habitualmente Tuto Quiroga con sus ideas libertarias de repartir acciones de YPFB entre el conjunto de los bolivianos.
- Los proyectos impulsados desde las entidades territoriales donde determinadas fuerzas están implantadas, como en el caso de los Demócratas, que pudo armar una sigla a nivel nacional pese a tener solo presencia en Santa Cruz, o de Sol.bo, el partido de la alcaldía de Luis Revilla que tenía al menos un vocero, probablemente funcionario, en cada departamento.
Mientras tanto, el MAS en el gobierno de fue transformando. Dejó de ser un espacio de reflexión y propuesta para convertirse en una máquina electoral y, en todo caso, un intermediador necesario para exponer las peticiones sectoriales, además, fue el gobierno y no el partido el que fue capitalizando los exuberantes triunfos electorales y por tanto, admitiendo cada vez menos retroalimentación por parte de los movimientos sociales.
El MAS se convirtió pronto en el partido más grande de la historia de Bolivia dada su caracterización popular e indígena, pero la financiación se convirtió en un asunto difícil, pues ni los aportes de los militantes ni los de los funcionarios parecían llegar a donde tenían que llegar.
Las malas lenguas aseguran que el Fondo Indígena se convirtió en el Fondo Reservado del MAS y hay pruebas para sostenerlo: decenas de proyectos aprobados y no ejecutados, muchas veces con recursos entregados directamente a un dirigente que, además, era parte de las dirigencias departamentales que organizaban y financiaban los actos de partido en los diferentes municipios. Es decir, que el Fondo Indígena acababa pagando amplificaciones, collares floreados y tarimas.
El colapso del fondo indígena, por sus denuncias, dejó paso a una nueva etapa en la que el círculo de Morales admitió más y más invitados y coqueteó más y más con empresarios. El caso de Tarija es ilustrativo: El millonario exadenista Milcíades Peñaloza sustituyó a la ex ministra y poderosa Bartolina Julia Ramos como referencia del partido, siendo Ramos una de las pocas encarceladas por el escándalo a nivel nacional.
En 2018, con el fiasco de la pérdida del mar en La Haya aún caliente y sin saber cómo operar la candidatura de Morales entre el veto del referéndum y la autorización del TCP esgrimiendo el “derecho humano” a la reelección, se aprobó la Ley de Partidos para adelantar la electoralización del país. La Ley básicamente incluye unas primarias en los partidos, solo para militantes, pero pagadas con fondos públicos, además de reponer, aunque de forma indirecta, cierta financiación para los partidos. Lo contradictorio se trató de explicar como mecanismo de “democratización” necesaria, y aunque la intención de legitimar la candidatura de Evo con una elección, fue casi al contrario por la baja participación de militantes.
La Ley sigue vigente y el MAS debe atenerse a su articulado, advierten los analistas, que creen que Morales está poniendo en riesgo el partido por no convocar el congreso, y que, en cualquier caso, deberá ajustarse a la formalidad de las primarias, en ese caso supervisadas por un poder “independiente” como el Tribunal Supremo Electoral.
El movimiento de la jefa de bancada del MAS Santa Cruz, Deisy Choque, presentando un recurso abstracto de inconstitucionalidad y medida cautelar en contra del estatuto del MAS por la interpretación del artículo 6 que habla de “respetar al líder nato del MAS”, que en ningún caso parece darle poderes vitalicios, parece adelantarse al conflicto y dejar aclarado ya que el MAS no tiene dueño.
Nuevo jaque a Evo Morales.