El debate ideológico en Bolivia
¿Qué hay a la izquierda del MAS?
El MAS ha ido perdiendo potencia revolucionaria, tanto por lo soberanista como por lo social, sin haber entrado nunca en lo progresista. Los analistas se preguntan si hay espacio para una nueva propuesta



Hubo un tiempo en el que la política la hacían los animales políticos, que se formaban en sus partidos adscritos a líneas ideológicas, y a base de instinto, con un buen perfil, un orador decente y un tanto de consecuencia, se ganaban elecciones.
Después todo se tecnificó y se volvió más complejo y más caro, y entonces la política la empezaron a hacer los consultores políticos a los que cualquier ambicioso podía acudir para convertirse en candidato si contaba con alguno de los requisitos necesarios: plata, poder o carisma.
La historia boliviana ha dado grandes ejemplos de políticos adelantados a su tiempo; de los primeros se puede rescatar a Jaime Paz, Víctor Paz, Andrés Soliz, Marcelo Quiroga y demás; de los segundos destacan Samuel Doria Medina o Hugo Bánzer.
A estos consultores políticos se les atribuye uno de los paradigmas más extendidos en estos tiempos, aunque no es idea nueva: las ideologías han muerto, una estrategia que suele convenir sobre todo a los mismos consultores, para vender a derecha e izquierda, pero que no acaba de cuadrar demasiado en el electorado, como demuestran los datos y las experiencias recientes.
El “ni de izquierda ni de derecha” se ha vendido en algunas figuras de carrera tan fulgurante como destructiva: Albert Rivera con los Ciudadanos en España, que acabó dinamitado y asentando precisamente tanto a los de izquierda como a los de derecha, o Emmanuel Macron en Francia, que optará a la reelección arrinconado también por la derecha y por la izquierda. En Argentina también quiso vender el cuento Mauricio Macri, que duró cuatro años o el mismo Bolsonaro en Brasil. Huelga decir que al final todos fueron de derecha.
En Bolivia se adscribió al postulado Carlos Mesa, más en la segunda campaña que en la de 2019. Luis Arce lo dejó fuera de juego con una sola propuesta de izquierda: el impuesto a los ricos. Game over y 25 puntos de distancia para no existir izquierda y derecha.
La cuestión es que lo que parecía un giro del MAS a la izquierda después de unos años en los que su mensaje soberanista y antiimperialista se había desnaturalizado demasiado, ha quedado en una especie de falsa alarma según reconocen propios y extraños. El Gobierno de Arce Catacora sigue manteniendo el status quo en lo económico: protección extrema a la banca, a las importadoras, a un sistema que externaliza el ahorro interno y lo coloca en bancos de los países hegemónicos, etc., mientras que en lo social no acaba de apostar por cambios estructurales, sino medidas paliativas nada equitativas, como los bonos.
Esto ya ha empezado a provocar cierto descontento entre los votantes más a la izquierda y esa clase media que acabó devolviendo el voto al MAS una vez que se saneó la legitimidad del candidato, y que además lo hizo con convicción después de padecer un año de Gobierno de derecha, donde todos sus tópicos se hicieron realidad acelerada – privilegios para terratenientes exportadores, privatizaciones aceleradas, marginación del servicio público en salud y educación, etc., -.
El MAS de Luis Arce está cómodamente instalado en el imaginario de lo popular, que es donde lo dejó Evo Morales, y que incluso ahora se ha despojado de la retórica forzada de Álvaro García Linera, que trataba de acomodar matices marxistas que no acababan de cuajar.
Con Luis Fernando Camacho muy a la derecha y Carlos Mesa, en su sonatina moderada, más al centro, Arce queda a la izquierda, aunque no lo esté, porque tampoco hay nada más a su izquierda. Al menos suficientemente organizado.
Expertos y analistas reconocen pequeñas fracciones de la izquierda nacional de Montenegro, Almaraz y Soliz Rada, con muy poco recorrido y representación; una rama troskista de Chato Prada y las reminiscencias del POR; Mujeres Creando de María Galindo, dentro del anarquismo cultural y algo del Colectivo LGTB que en realidad no se siente representado en el MAS.
Otra cosa es dentro del MAS, donde todavía se identifica a una fracción del MNR más nacionalista y algunos dirigentes con trayectoria en Conciencia de Patria (Condepa) de Compadre Palenque y compañía.
Hay menos de la escuela del exvicepresidente, que durante su mandato trató de influir en las juventudes del MAS con la conformación de Columnas que coordinaban más o menos en la sombra Valeria Silva y Adriana Salvatierra, pero que no acabaron de formarse ideológicamente y más bien deformaron hacia un neomasismo urbano con pata en la UCB, que ni siquiera han podido desarrollar una agenda progresista – aborto, matrimonio igualitario, etc., - en la Asamblea ante la tajante negativa de los capos del partido.
La interrogante sigue siendo si el MAS acabará abriendo espacio a su izquierda ante sus renuncias tanto en lo económico como en lo social, o si se mantendrá como opción hegemónica en esa parte del tablero pese a no haber reformado los grandes sistemas sociales de la salud y la educación ni haber implementado un sistema tributario con equidad fiscal. También es probable que al MAS le interese precisamente que se implemente algo a su izquierda para quedar más centrado. Sin duda, algo puede pasar en los próximos años, porque Arce ha consumido demasiado rápido su crédito de izquierdista que ya de por sí era poco peligroso.