La resaca del 11A
Torres, Montes y Lea Plaza: Manual previo para una campaña exitosa
Las dos fases de la campaña electoral han tenido algunas contradicciones, pero el éxito de Unidos se empezó a trabajar hace muchos años, justo cuando Paz y Oliva trataban de consolidarse



La estrategia ha funcionado a la perfección y Unidos ha conseguido lo que parecía imposible: ganar la Gobernación de Tarija y evitar la mayoría absoluta del Movimiento Al Socialismo (MAS) en la Asamblea Legislativa Departamental, que se quedó con 13 de 30 por 12 de la coalición de partidos, lo que le permite alcanzar mayorías variables si gestiona adecuadamente el apoyo de los curules de los pueblos indígenas, que en estas circunstancias no es difícil.
El punto final lo han puesto con profesionalidad el equipo de Gonzalo Ávila y compañía, que han logrado presentar como opción ilusionante de futuro una coalición de “viejas glorias” con largas trayectorias en la política local y departamental, justo uno de los elementos de crítica recurrente sobre la actividad política en Tarija que no ha tenido su efecto electoral.
La estrategia, sin embargo, la impulsaron mucho antes y por instinto esas mismas “viejas glorias” que algunos creyeron amortizadas, pero que se dieron sus formas para mantenerse vigentes.
Romperlo todo
En lo municipal, por ejemplo, Óscar Montes no tardó en empuñar el hacha de guerra contra su sucesor, Rodrigo Paz Pereira, el alcalde más votado de la historia de Tarija con UNIR pero que a las primeras de cambio trató de “cambiar el paso” de la institución hacia otros derroteros.
Montes respondió furibundo y lo acusó de casi de todo: corrupto, desleal, etc., mientras que Paz, en uno de esos alardes de superioridad, decidió minimizar los ataques y no entrar a la discusión. Después vinieron sus dos obras estrella: el puente millonario que nadie había pedido y un mástil a precio de oro en una de las zonas más deprimidas de la ciudad. Las redes hicieron el resto y a lo que Paz Pereira empezó a escuchar a quienes le asesoraban y trató de reaccionar - sin modificar demasiado su estilo – era demasiado tarde.
Montes, un animal político sobre el territorio, se almorzó en dos años y Rodrigo Paz no tardó en poner pies en polvorosa rumbo a la ciudad de La Paz cobijado como primer senador por otro ilustre lector del contexto político: Carlos Mesa.
Los vasos comunicantes entre la gestión de Paz y la gestión de Montes son infinitos, pero esta vez el pulso parece haber llegado demasiado lejos.
El mismo cisma se provocó pronto en el nivel departamental. En 2015 Adrián Oliva había sido el candidato del bloque de unidad desde que se descolgó Montes – que era el elegido – y retiró a su partido UNIR ante el apriete del Gobierno Nacional a través de la justicia. Los resultados de la primera vuelta no fueron muy alentadores (45%) aunque en la segunda le metió 20 puntos al candidato del Movimiento Al Socialismo (MAS), por aquel entonces Pablo Canedo – estos días felicitando fervientemente a Montes.
Oliva no quiso gobernar en coalición ni admitir tutelas y Camino al Cambio lo interpretó como una “traición”. Luis Pedraza, desaparecido en la última campaña pero muy acostumbrado a llevarlo todo hasta las últimas consecuencias, aireó el portazo que le dio Oliva cuando le pidió la secretaría de Coordinación, y desde ahí, todo fue cuesta abajo.
Mauricio Lea Plaza y María Lourdes Vaca, hábiles comunicativamente donde los haya, se encargaron de materializar la ruptura y mantener viva la crítica transversal desde el flanco del autonomismo, manteniendo equidistancias con las que llegaban del Movimiento Al Socialismo (MAS), aunque confluyendo en múltiples ocasiones.
Al mismo tiempo, Johnny Torres se convirtió en un monótono pero permanente reclamo a la Gobernación por todo y por nada. Un zumbido de baja intensidad pero con resultados más que efectivos tanto para él como para sus aliados.
El acelerón
Ardió todo caiga quien caiga incluso antes de que pasara lo que pasara en la elección de Evo Morales en 2019 y antes de que llegara el Covid, dos historias que han sido determinantes en el contexto y que han dejado fuera de juego a Oliva.
Unidos, conformado con partidos tarijeños y que conocen muy bien al votante tarijeño, hicieron lo que sabían hacer al margen de los grandes ejes de discusión nacional: Johnny Torres y Óscar Montes se peinaron cada barrio y cada territorio para presentar sus candidaturas antes incluso de tener un nombre o una coalición. Después vino el diálogo por la unificación que solo le sirvió al Camino al Cambio de Mauricio Lea Plaza a dar el paso hacia Montes por encima de viejas rencillas y diferencias. Todo lo demás llegó solo mientras la pandemia daba su segundo coletazo en el departamento.
Los desafíos de la gestión
Viendo cómo les ha ido a los aliados de Montes que no guardaron las formas – Paz en el exilio en La Paz y Zamora en nadie sabe dónde – el más aliviado por la victoria de Óscar Montes es el electo alcalde Johnny Torres, pues nadie hubiera querido gobernar el municipio de Tarija bajo la atenta mirada del exalcalde.
Con la transición en marcha, el desafío ahora es llevar adelante los diferentes compromisos de campaña realizados por uno y por otro y que en realidad no son demasiados: reactivar el PEU, reformular los créditos a largo plazo, apoyo a emprendedores, y varias generalidades que Montes ha manejado con su habilidad habitual.
Analistas, estrategas y opinadores de uno y otro lado coinciden en que ha sido una campaña exitosa pero que se empezó a trabajar con mucho tiempo por delante con la firme voluntad de mostrarse como la única alternativa viable en la Tarija de hoy. No ha sido tan fácil como se pensaba.