La resaca del 7M
Ruiz el pitita, Montes el masista
La campaña por la segunda vuelta arranca con fuerza. Los dos candidatos alistan sus propuestas para el nuevo escenario y repasan sus pasados para limar las aristas más puntiagudas e interpretables



Y a sin Adrián Oliva en el escenario, Álvaro Ruíz por el Movimiento Al Socialismo (MAS) y Óscar Montes por Unidos se jugarán la Gobernación de Tarija el próximo 11 de abril en un mano a mano con un solo precedente, el que le ganó en 2015 precisamente Oliva al candidato más extraño que el MAS podía haber elegido: Pablo Canedo.
Hasta ahora, la campaña había sido más o menos fácil en el contexto de pandemia, porque trataba de diferenciarse de la gestión presente, que es la que carga el desgaste de la coyuntura, y prometer un “cambio”. Ahora se trata de mostrar qué cambio es más conveniente para Tarija, y ahí las sorpresas aguardan.
Álvaro Ruíz la tiene clara: Tarija debe alinearse con el Gobierno Nacional para que “lluevan” los millones de bolivianos igual que han llovido en Potosí, Chuquisaca, Oruro y demás. Su propuesta además tiene cifras concretas: 700 millones de dólares de inversión en 100 días, que se dice pronto, y un bono de 500 dólares para sector productivo no afiliado a la AFP – aunque las excepciones son muchas y variadas – y una especie de garantía personal de respeto hacia los grupos de poder tarijeños a los que ha pertenecido.
Óscar Montes tenía más claro cómo había que dejar fuera de juego a Oliva, de ahí su incidencia en la experiencia, en la reunión de todas las fuerzas políticas, en repetir proyectos, y asegurar que sabe gestionar con el Gobierno Nacional – frente a Oliva -, etc., pero ahora debe tratar de ganarle al MAS, que evidentemente coordinará mucho mejor con el Gobierno Nacional y ha tomado la delantera con propuestas y cifras concretas, mientras que Montes ha apostado por lo contrario, recortes y racionalización de gastos.
Montes tiene la baza del antimasismo, que casi siempre ha funcionado en Tarija, aunque eso sí, enarbolado por otros frentes. Desde la misma jornada electoral Óscar Montes ha hablado de fraude y ha puesto en duda la imparcialidad del Tribunal Electoral Departamental, aun siendo presidido por Nataly Vargas, elegida directamente por la expresidenta Jeanine Áñez. En cualquier caso, sabe que las dudas suman a la hora de movilizar.
Las resistencias internas
El empate técnico a 38% registrado por los dos candidatos, dicen los analistas, muestra la diversidad creciente en Tarija, que ya no está tan polarizada como en otros embates, precisamente porque los propios candidatos tienen muchos claroscuros en su hija de servicios.
Un buen sector del MAS sigue desconfiando de Álvaro Ruíz como candidato del aparato y hubiera preferido a Walter Ferrufino. Como muestra, el MAS no ganó siquiera en O´Connor como antaño.
Ruiz empezó en política de la mano de Unidad Nacional y ganó la alcaldía de Uriondo con el Camino al Cambio de Mario Cossío en 2010. Unos meses después, cuando Cossío salió hacia Paraguay, Ruíz fue dándose vuelta poco a poco hacia el MAS utilizando la Vendimia como plataforma para acercar a Evo Morales y Álvaro García, que lo acabaron invitando al proceso.
En 2015 revalidó su alcaldía, ya con el MAS, y desde ahí lideró la Asociación de Municipios de Tarija (AMT) primero, estableciendo una lógica de oposición hacia Oliva, y la Federación de Asociaciones Municipales (FAM) a nivel nacional desde donde se fajó a fondo contra Áñez. En paralelo, siguió acercándose a Evo Morales.
Sus críticos le recuerdan su presente empresarial, el hecho de que haya mantenido a connotados cargos de Camino al Cambio en la Alcaldía de Uriondo, haya hecho negocios con los rivales y al fin, no se haya mezclado lo suficiente con las bases, aunque se haya esforzado.
Por su parte, a Óscar Montes le persiguen las sombras del masismo desde siempre, no solo porque haya trabajado con seis presidentes, aunque mucho más con Evo Morales y este le haya invitado a formar parte en innumerables ocasiones, sino porque en momentos puntuales ha habido colaboraciones más que “sospechosas”.
Montes lo defiende como parte de los grises de la política, pero desde 2010 siempre ha apoyado a la tercera fuerza política en intención de voto en Tarija para las elecciones nacionales. El PDC en 2014, Óscar Ortiz y sus Demócratas en 2019 y Jeanine Áñez en 2020, aunque finalmente no se consumó. El beneficiario siempre ha sido el partido azul.
Sus críticos le recuerdan que no estuvo en las luchas más duras de la autonomía, que no movió un dedo mientras veía caer a Mario Cossío y, en particular, que estuvo en la mesa aquella noche en la que se entregó el megacampo Margarita a Chuquisaca.
Otros como Luis Alfaro le han acusado de armar las propias listas del Movimiento al Socialismo en 2014, con su amigo Milcíades Peñaloza a la cabeza, de pactar coyunturalmente en Consejo Municipal o de esconderse en la campaña del 21F o en las protestas de 2019 que acabaron con Morales renunciando a su cargo.
Los estrategas afilan sus siguientes pasos donde el pasado y el presente tendrán un peso sustancial. La carrera hacia el 11-A ha comenzado.