Rumbo al 18-O
Los derechos humanos de Luis Fernando Camacho
Mientras el “establismenth” presiona al ex cívico cruceño para que baje su candidatura, Creemos defiende sus argumentos para existir y llevar su propuesta hasta el final
Hace una semana, los análisis concluían que Luis Fernando Camacho acabaría renunciando a su carrera electoral. Se basaban en el “decoro político”. El razonamiento lógico venía a decir que el hombre clave en la caída de Evo Morales en 2019 no podía convertirse en el hombre clave para su retorno en 2020. Además, de fondo, se añadía que Luis Fernando Camacho disputaba en realidad la hegemonía política en Santa Cruz, único departamento donde las encuestas le son favorables, y que por lo tanto, no se podía permitir una derrota con consecuencias de primer orden y se veía más factible una retirada a tiempo indicando, desde ese momento, que velaría por sus objetivos desde la Gobernación de Santa Cruz, a la que postularía.
Los analistas y panelistas más afanados en la teoría poco democrática de reducir las opciones libres de voto para derrotar al MAS le enseñaron la puerta “exitosa” de salida. Luis Fernando Camacho respondió con una participación indescriptible en el debate presidencial del pasado sábado, donde se dedicó a no perder sin atacar a sus rivales, y con una espantada de magnitud al día siguiente, al considerar que debatir con “los pequeños” – al haber Arce señalado que no iría y haber dudado Mesa – le perjudicaría en sus objetivos.
La independencia de Camacho
Por el momento, sin embargo, nada hace indicar que el ex cívico cruceño se retirará de la carrera electoral antes del 18 de octubre más allá de lo que las encuestas vengan señalando. Sus aliados y admiradores señalan tres motivos esenciales, pero hay más.
No dejar a Santa Cruz sin bancada. El sistema electoral boliviano puso una salvaguarda que ha impedido que la autonomía se convierta en caballo de batalla definitorio: Solo los partidos nacionales pueden presentarse a las elecciones nacionales, De esta forma, se impide que se conformen bancadas de bloqueo en favor de determinadas regiones.
Aun así, existen lobbys transversales, que funcionan de una u otra forma – excepto en Tarija, claro - para que los diputados de diferentes partidos lleven mejoras a sus regiones. Aunque solo sea para adornar sus efemérides departamentales.
La lucha fratricida entre Creemos y Juntos, de Jeanine Áñez, acabó provocando la bajada de Demócratas, la única genuinamente cruceña al servicio de los intereses cruceños y digitada desde la Gobernación de Santa Cruz, aunque cuente con algunas representaciones regionales en otros departamentos.
Los “intereses cruceños” no acaban de confiar en Carlos Mesa ni en su vicepresidente Gustavo Pedraza, y más o menos en el Movimiento Al Socialismo, en ese sentido, una retirada del partido de Camacho, que se presenta como una fuerza nueva en la política, pero que emana de la sede de los “intereses cruceños”: el comité cívico y la Federación de Comparsas, dejaría al departamento económica y demográficamente más importante del país sin una voz genuinamente propia en la Asamblea Plurinacional. Un vacío que abriría otros espacios de reflexión en el muy corto plazo.
La segunda razón es el convencimiento de que existe un voto oculto en el occidente del país que no se está manifestando, pero que el día de las elecciones lo hará. El equipo de campaña de Luis Fernando se ha concentrado mucho en Santa Cruz, donde ha tenido grandes éxitos como es bulo del presidente seguro si el 70% del padrón vota por el mismo candidato y otros que minaron al equipo de Áñez – Costas, pero los resultados en el occidente del país, según las encuestas, son paupérrimos: 2% en La Paz, 3,2% en Cochabamba, 3,6% en Oruro y apenas un 7,1% en Potosí pese a su socio Marco Pumari.
El equipo de Camacho cree que en esos departamentos acabará funcionando el discurso de lo nuevo sobre lo viejo y que existirá la posibilidad de crecer en los resultados reales.
La tercera razón que mantiene viva la esperanza del equipo de Creemos es el 40% del padrón electoral menor de 35 años. Los teóricos aseguran que ese sector poblacional no está suficientemente representado en los sondeos electorales, y que, además, tienen menor experiencia electoral que las generaciones anteriores, por lo que se considera un sector electoral menos fiel y más influenciable.
El equipo de Camacho interpreta que la mayor parte de los que hoy aún se declaran indecisos son personas jóvenes que acabarán votando por él, por representar algo nuevo, pero también por el relato mesiánico que imprimió a los sucesos de octubre y noviembre, donde Evo Morales acabó fuera del poder.
Toda la presión para Camacho
La última razón, aunque no oficial, por la que Luis Fernando Camacho sigue en la carrera electoral es precisamente que los “jefes” del centro derecha le exigen su retirada sin demasiadas contemplaciones y sin ninguna concesión. La tensión es máxima. La comunicación todo lo aguanta. Pero a veces no.