La petroquímica que no espera
El petróleo sigue a la baja mientras la incertidumbre sigue campando sobre el ministerio de Hidrocarburos y el interinato de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) deja pasar semanas valiosas.



El Gobierno ya ha rectificado la negación inicial del efecto en las cuentas públicas que la crisis puede provocar y se dispone a trazar una estrategia para contrarrestar la merma de ingresos por la venta de gas. Sea el retorno de Carlos Villegas, que se ve difícil, sea el nombramiento de Marlene Ardaya o sea cualquier otro, YPFB necesita trazar sus objetivos prioritarios y avanzar en su consecución.Después de casi nueve años con tímidos avances en exploración de nuevos pozos petrolíferos, más próximos al fracaso, los nuevos precios imponen otra lógica. Si en tiempos de bonanza ha sido difícil atraer a inversores para perforar nuevos pozos, con los precios bajos, como se calcula que se mantendrán al menos todo el 2015, la tarea en Bolivia se vuelve poco atractiva para el mercado del gas convencional y mucho menos para el no convencional (shale gas). Villegas manifestó en el Congreso de Gas y petróleo de YPFB la intención de incursionar en el mercado del fracking, pero de momento (y afortunadamente desde el punto de vista ecológico) habrá que esperar.El presidente del Estado, Evo Morales Ayma, anunció a finales del año 2014 la adquisición de tres perforadoras para YPFB; asumir la tarea de exploración por cuenta propia es una salida, moroso pero honrosa. La otra gran apuesta es acelerar los proyectos de Petroquímica. En Tarija se ha anunciado la planta de propileno y polipropileno para el año 2018, que hace un año se veía lejano y ahora no se ve tanto tomando en cuenta que la planta Separadora de Líquidos del Gran Chaco ha llegado con casi seis años de retraso sobre lo previsto inicialmente y aún hoy, no se tienen claros los mercados a los que se venderán los líquidos una vez separados.Acelerar los proyectos2018 para un proyecto de estas características está a la vuelta de la esquina y de momento no hay proyecto público. De hecho, parece que más ha avanzado la Empresa Boliviana de Industrialización de Hidrocarburos (EBIH) en incentivar proyectos privados y mixtos que se instalarán a raíz de la planta petroquímica que el propio YPFB en construir la planta madre.Acelerar al máximo la planta petroquímica es importante también porque sólo un año después se tendrá firmado un nuevo contrato de exportación de gas natural a Brasil. El actual vence en 2019 y la negociación no va a ser fácil. Bolivia debe hacer valer su condición de país industrializado que puede aprovechar su propio gas sin necesidad de que la superpotencia latinoamericana lo compre, como pasaba hace 20 años. Brasil lleva dos años presionando por una rebaja en el precio, y de hecho ha logrado precios estables en los contratos interrumpibles que en el nuevo contexto de precios a la baja calculados en base a la cotización del barril WTI fundamentalmente beneficiarán también a Bolivia, sin embargo, el contrato matriz va a ser negociado en un contexto bajista que puede resultar una trampa.Analistas de todo el mundo consideran que difícilmente el barril de petróleo retorne a los 130 dólares en esta década fundamentalmente por los avances (posiblemente especulativos) de la fractura hidráulica, que ha multiplicado de nuevo las reservas del mercado finito del petróleo pero también porque la anquilosada Europa y las potencias asiáticas como Japón y Corea ya han alistado sus presupuestos para volver a incentivar el I+D de nuevas tecnologías y las energías renovables que superen la dependencia del petróleo mientras se compra barato.Bolivia, como tantas veces afortunada, cuenta con la mayor reserva mundial de litio en el Salar de Uyuni que es piedra fundamental en la vía alternativa al petróleo como ya lo han certificado los gigantes del motor Honda, Nissan y Toyota, que avanzan imparables en el desarrollo. Hay que estar listos, en ambas vías.