Israel e Irán parecían al borde de una gran guerra. ¿Qué los detiene?
Hasta ahora, los ataques directos entre ambos adversarios han sido precisos y calculados. Pero no se sabe hasta cuándo durará la situación.
Ha pasado casi un mes desde que Israel envió más de 100 aviones y drones para atacar bases militares iraníes, y el mundo sigue esperando a ver cómo responderá Irán.
Se trata de una pausa cargada en el conflicto de alto riesgo de este año entre las dos potencias de Medio Oriente. El contraataque de Israel se produjo más de tres semanas después de que Irán lanzara más de 180 misiles balísticos —la mayoría de los cuales fueron derribados— el 1 de octubre para vengar los asesinatos de dos altos dirigentes de Hizbulá y Hamás.
La primera andanada de ataques se produjo en abril, cuando Irán decidió vengar un ataque contra uno de sus complejos diplomáticos bombardeando directamente Israel con al menos 300 misiles y drones. Incluso entonces, Israel esperó días, no horas, para responder.
No hace mucho, los analistas podrían haber predicho que cualquier ataque directo de Irán contra Israel, o de Israel contra Irán, habría provocado una conflagración inmediata. Pero no ha sido así.
En parte, esto se debe a la frenética diplomacia tras bastidores de aliados como Estados Unidos, Arabia Saudita, Catar y Emiratos Árabes Unidos. Pero los ataques calculados y limitados también reflejan el hecho de que la alternativa —una guerra de “conmoción y pavor” entre Israel e Irán— podría tener consecuencias nefastas no solo para la región, sino también para gran parte del mundo.
“La naturaleza de los ataques parece hablar de un reconocimiento compartido del grave riesgo de una guerra regional aún más profunda que ambas partes probablemente quieren evitar”, dijo Julien Barnes-Dacey, director para Medio Oriente del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
Eso no significa que no haya peligros en el enfoque actual, señaló. “Es una vía extremadamente precaria y probablemente insostenible que podría descontrolarse rápidamente”, dijo. “También existe la posibilidad de que Israel esté subiendo de manera más deliberada por la escalera de la intensificación con el propósito de finalmente hacer algo más amplio y decisivo”.
La semana pasada, en un mensaje de video, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, pareció advertir que podría aumentar la intensidad del conflicto si Teherán volvía a atacar. “Cada día, Israel se hace más fuerte”, dijo Netanyahu. “El mundo solo ha visto una fracción de nuestro poder”.
La naturaleza de la guerra está cambiando
Los ataques “ojo por ojo” de Irán e Israel se parecen poco a la guerra conocida como de conmoción y pavor —el uso de una potencia de fuego abrumadora, una tecnología superior y la velocidad para destruir las capacidades físicas del enemigo y su voluntad de resistir— que fue introducida por primera vez como concepto en 1996 por dos expertos militares estadounidenses.
Quizá su demostración más memorable fue el aluvión de ataques aéreos que inició la invasión de Irak dirigida por Estados Unidos en 2003, a los que siguieron los ataques de las tropas terrestres que enviaron a Sadam Husein a la clandestinidad. Pero sus tácticas básicas se desplegaron antes, en la Guerra del Golfo de 1991, así como en la invasión estadounidense de Afganistán en 2001.
Una guerra de conmoción y pavor sería difícil de llevar a cabo en el actual conflicto de Oriente Medio, donde el lanzamiento de tropas terrestres requeriría probablemente más medios terrestres, aéreos y marítimos de los que Israel o Irán querrían desplegar a lo largo de los cientos de kilómetros que los separan.
También hay un debate en curso en los círculos militares sobre si una ofensiva de conmoción y pavor sigue siendo viable. Las armas autónomas y la inteligencia artificial están transformando la guerra, argumentaron el presidente retirado del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, y Eric Schmidt, ex director ejecutivo de Google, en un análisis publicado en agosto para Foreign Affairs. “La era de las campañas de ‘conmoción y pavor’, en las que Washington podía diezmar a sus adversarios con una potencia de fuego abrumadora, ha terminado”, escribieron.
Dos analistas del Centro de Estudios Estratégicos de la Marina Real Británica replicaron el mes pasado que la guerra de conmoción y pavor está evolucionando, no se ha acabado, y señalaron los ataques de Israel contra Hizbulá en Líbano con explosivos de buscapersonas y walkie-talkie. Murieron decenas de personas y miles resultaron heridas, pero el miedo que crearon los ataques supuso un golpe psicológico para el grupo militante. Dos semanas después, los ataques aéreos israelíes mataron a Hassan Nasrallah, líder de Hizbulá desde hacía mucho tiempo.
“Lejos de ser algo del pasado, la conmoción y el pavor deben ser parte integrante de nuestro enfoque de la guerra multidominio”, escribieron.
Estos ataques tienen que ver tanto con la política interna como con la disuasión
Durante décadas, Irán e Israel se enzarzaron en una guerra en la sombra, en la que Israel llevaba a cabo ataques encubiertos e Irán se apoyaba en milicias interpuestas en Irak, Líbano, Siria y Yemen como fuerzas de primera línea.
Todo eso cambió el 1 de abril. Aunque casi todos los misiles y drones que Irán dirigió contra Israel fueron interceptados, los ataques aéreos supusieron la primera vez que Teherán atacaba directamente a Israel desde suelo iraní.
Ello puso a las autoridades de todo el mundo en alerta ante la posibilidad de una guerra regional más amplia. Horas después de los ataques, el general Hossein Salami, comandante en jefe del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, dijo que Irán había decidido crear “una nueva ecuación” en su conflicto de años con Israel.
Pero hasta ahora, el conflicto se ha llevado a cabo únicamente con ataques profundos de precisión con misiles, dirigidos principalmente contra bases militares en el país del otro. Farzan Sabet, analista sobre Irán y la política de Medio Oriente en el Instituto de Posgrado de Ginebra, Suiza, dijo que la andanada contenida de ataques con misiles parecía indicar un nuevo tipo de guerra.
“Los ataques de gran precisión no son nuevos, pero su uso a tal escala como pieza central” de un conflicto “es novedoso”, dijo Sabet.
Aun así, “puede que no hayamos visto lo peor”, dijo, señalando que Teherán había indicado recientemente que estaba dispuesto a atacar las principales fuentes de energía de Israel —como yacimientos de gas, centrales eléctricas y terminales de importación de petróleo— si se atacaba la infraestructura civil iraní. “Eso sería un elemento nuevo”, dijo Sabet.
Él y otros analistas dijeron que los ataques aéreos realizados hasta ahora, junto con las advertencias públicas que los precedieron, formaban parte de una campaña de disuasión de ambas naciones para intentar evitar que el conflicto se descontrole.
“Es ‘yo abofeteo, por lo tanto tú recibes una bofetada, para que lo entiendas, y así ahora puedes decidir si quieres retirarte o quieres dar un paso adelante’”, dijo Assaf Orion, general de brigada israelí retirado y estratega de defensa del Instituto Washington para la Política de Oriente Próximo. “El hecho es que ambas partes se están tomando su tiempo para calcular, para colaborar, para dar forma a sus propias operaciones”, añadió.
Hay mucho en juego y la situación aún podría explotar
Aunque Israel no ha utilizado el método convencional de conmoción y pavor contra Irán, ha sido mucho menos comedido en sus ataques contra los apoderados de Irán, Hizbulá y Hamás, como demostraron los ataques con buscapersonas. Y el ataque de Hamás contra Israel, que incitó las guerras en curso el 7 de octubre de 2023, fue brutal y sin restricciones.
Desde entonces, Israel ha bombardeado Gaza con ataques aéreos que han matado a más de 43.000 personas, muchas de las cuales eran mujeres y niños. En Líbano, las Naciones Unidas calculan que másde 3300 personas han muerto por ataques israelíes desde el 8 de octubre de 2023, cuando Hizbulá se unió a la lucha para mostrar su solidaridad con los palestinos.
Pero Irán se ha librado de la escala de muertes y desastres humanitarios que Israel ha infligido a sus apoderados. Incluso ha intentado presentar sus propios ataques con misiles contra Israel como un éxito rotundo.
Sabet dijo que a Teherán parecía importarle tanto mostrar a su público el número de ataques “espectaculares” que lanzaba contra Israel como cuántos de ellos alcanzaban sus objetivos. “En cierto sentido, Irán intenta decir la última palabra”, dijo. “Quiere mostrar una respuesta y mostrar a su público nacional y regional que ha hecho algo, pero no quiere escalar el conflicto”.
Pero, añadió, “no estoy seguro de que eso funcione”.
Los debilitantes ataques de Israel contra Hizbulá y Hamás, en los que Irán ha confiado durante mucho tiempo para lo que denomina defensa avanzada, son un golpe para Teherán. Y la reelección del presidente Donald Trump, firme aliado de Netanyahu, vuelve a cambiar la ecuación.
Uno de los asesores más cercanos de Trump, el multimillonario de la tecnología Elon Musk, se reunió la semana pasada con el embajador de Irán ante las Naciones Unidas, en lo que se describió como un intento inicial de rebajar las tensiones entre Teherán y el presidente estadounidense entrante.
Pero se espera ampliamente que Trump haga que la política exterior estadounidense sea más favorable a Israel, y está llenando su gabinete de halcones de Irán. Esto podría llevar la guerra entre Irán e Israel a un nuevo terreno.