El Gobierno francés corre riesgo de caer antes de Navidad
Le Pen amenaza con una moción de censura que también votaría la izquierda
Francia podría verse abocada a una crisis de gobierno justo antes de Navidad. La coalición minoritaria de centroderecha que encabeza el conservador Michel Barnier, en el cargo desde el pasado 5 de septiembre, corre el riesgo de ser derribada por una próxima moción de censura votada al unísono por la extrema derecha y por los partidos de izquierda.
Este escenario, que colocaría al país –y por extensión a la UE– en una situación peligrosa, debido al delicado estado de sus finanzas públicas, es manejado cada vez con mayor insistencia en círculos políticos y periodísticos. Los líderes del Reagrupamiento Nacional (RN, extrema derecha), incluida Marine Le Pen, no cesan de repetir que la censura al Gobierno Barnier es cada vez más inevitable porque incumple su promesa de mejorar el poder adquisitivo de los franceses, una línea roja del RN, que se erige en abanderado de las clases populares, el grueso de su electorado.
El duro presupuesto del 2025 para reducir el déficit divide a la propia coalición que dirige Michel Barnier
Se ha llegado hasta aquí como consecuencia de la temeraria decisión del presidente Emmanuel Macron de disolver la Asamblea Nacional en junio pasado. De las sucesivas elecciones legislativas salió una Cámara muy fracturada, en la práctica ingobernable. A ello se suman un déficit y una deuda, herencia de gobiernos anteriores, que son insostenibles y han puesto a Francia bajo vigilancia de la UE y de los mercados.
El presupuesto del 2025 quiere ser la cuadratura del círculo. Barnier pretende romper el tabú de las subidas de impuestos, para recaudar más, a la vez que reducir gastos. Una de las medidas es subir las pensiones solo la mitad de lo que lo ha hecho la inflación.
La mayor presión impositiva a las empresas exacerba a la patronal y también a los ministros macronistas. Ayer se dio el hecho insólito y algo surrealista de que el propio titular de Economía y Hacienda, Antoine Armand, criticó el proyecto original de presupuesto presentado por su Gobierno, un texto que ha sido objeto ya de numerosas modificaciones en su trámite parlamentario.
Hay una sensación de desconcierto sobre el rumbo del país, a pesar de la flema de Barnier, un hombre de gran experiencia y que parece imperturbable. Hace pocos días, el presidente de la principal patronal (Medef), Patrick Martin, alertó del riesgo de rápida degradación del clima económico, y explicó que entre los 200.000 miembros de su asociación “muchos han suspendido sus inversiones y contrataciones, y algunos han empezado a reducir sus plantillas”. Noticias como el anuncio de cierre de dos factorías de la multinacional Michelin o los despidos de la cadena de supermercados Auchan no ayudan a fomentar optimismo.
La presentación de la moción de censura será automática si finalmente el Gobierno decide aprobar los presupuestos sin voto parlamentario, utilizando un artículo de la Constitución (el 49-3) del que se ha abusado ya mucho en los últimos años.
Barnier se reúne a partir del lunes con los líderes de los partidos (Le Pen será la primera) para intentar buscar una salida y evitar lo peor, aunque no existen muchas esperanzas. El problema si cae el Gobierno es que no puede haber elecciones legislativas hasta el próximo verano. Se especula que, en realidad, lo que buscará Le Pen, ahora o dentro de unos meses, será forzar una crisis institucional total, obligando a Macron a dimitir, mucho antes de concluir su mandato, en el 2027.
Para superar los meses críticos de transición a falta de un gobierno estable, se habla de un gabinete tecnócrata o de que Macron active el artículo 16 de la Constitución para asumir temporalmente poderes excepcionales y conjurar el peligro de bancarrota.