¿Qué está pasando en Haití? Cómo las pandillas tomaron el control del país
Las pandillas haitianas se han adueñado de la capital y consiguieron la renuncia del primer ministro. Ahora el país está entre la crisis humanitaria y política a la espera de otra misión internacional



Haití vive una nueva ola de violencia después de que las pandillas se aliaran para tomar el control del territorio. El estallido comenzó el pasado 29 de febrero, cuando estas organizaciones atacaron la principal cárcel de la capital, Puerto Príncipe, y liberaron a casi 3.700 presos. Desde entonces, los pandilleros han cerrado el aeropuerto, han bloqueado los principales puertos y carreteras, y han atacado las comisarías y los edificios gubernamentales.
Las pandillas reclamaban la renuncia del primer ministro, Ariel Henry, que ya ha anunciado su dimisión desde Puerto Rico. El mandatario afirmó el pasado 11 de marzo que abandonaría el cargo tras la implantación de un consejo de transición propuesto por los líderes de la Comunidad del Caribe (Caricom) en una reunión extraordinaria en Jamaica. Henry anunció su dimisión después de que el líder más visible de la alianza pandillera, Jimmy Chérizier, alias Barbecue, amenazara con desencadenar una “guerra civil”. Asimismo, el exgolpista Guy Philippe ha manifestado su intención de alcanzar la presidencia.
La ofensiva de las pandillas está motivada por dos hechos recientes. El primero fue que Henry convocara elecciones para agosto de 2025. El primer ministro, ampliamente impopular, gobierna de forma interina desde 2021 y debía finalizar su mandato el pasado 7 de febrero. Pese a su promesa de celebrar elecciones cuanto antes, postergó los comicios, que se organizaron por última vez en 2016. El segundo acontecimiento fue su visita a Kenia para negociar el despliegue de una misión internacional contra las pandillas en Haití.
El problema de las pandillas en Haití
Haití es el país más pobre de América y la violencia paramilitar ha sido una constante entre sus líderes. Entre 1957 y 1986, los dictadores François y Jean-Claude Duvalier impulsaron la milicia Tonton Macoute para reprimir a la población. En 1995, el presidente Jean-Bertrand Aristide prohibió las organizaciones paramilitares y disolvió el Ejército, pero no se desarmaron. Además, Aristide alentó la creación de grupos armados para contener la insurgencia de exmilitares contra su Gobierno. Como consecuencia, las nuevas pandillas siguieron operando a favor de los partidos, amedrentando a los opositores o influyendo en las elecciones. Sin embargo, han ganado autonomía y han centrado su negocio en la extorsión y los secuestros.
El origen reciente de la crisis política y de seguridad se remonta a julio de 2021, con el asesinato del presidente Jovenel Moïse a manos de mercenarios colombianos contratados por una empresa de seguridad con sede en Miami. Según una investigación del New York Times, Moïse estaba preparando una lista de políticos y empresarios vinculados al narcotráfico para entregársela a Estados Unidos.
Las pandillas aprovecharon la inestabilidad política para expandir su control territorial. Se estima que operan unas trescientas. Estas pandillas están formadas principalmente por jóvenes de los barrios urbanos más pobres. La mayoría se agrupan en torno a dos federaciones: el G9 y el G-Pep. Ambos grupos mantienen relaciones con el poder político. El G9 estuvo vinculado al Partido Haitiano Tèt Kale durante el mandato de Moïse, mientras que G-Pep ha recibido apoyo de la oposición.
La guerra entre pandillas disparó los homicidios en Haití. En 2023 hubo casi 4.800, un aumento del 119% con respecto al año anterior. La mayoría se concentraron en la comuna de Cité Soleil, en el área metropolitana de Puerto Príncipe. Como respuesta, grupos de civiles se han unido en torno al movimiento Bwa Kale para conformar una milicia frente a las pandillas. Sin embargo, los pandilleros ahora controlan el 80% de la capital y puntos clave del valle de Artibonite, donde se concentra la producción agrícola del país. Pese a sus disputas, el conflicto con el Gobierno ha hecho que las pandillas unieran fuerzas bajo la alianza Vivir Juntos. Su cara visible está siendo el propio Barbecue, expolicía y jefe del G9, quien está adoptando un tono más político en sus demandas.
Las misiones internacionales, un trauma para los haitianos
Ante esta crisis, el Gobierno haitiano solicitó en 2022 una misión internacional para ayudar a la policía en su lucha contra las pandillas. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas autorizó la misión el pasado octubre con un mandato de un año. Sin embargo, todavía no se ha desplegado. Kenia fue el país que se comprometió a enviar más tropas, pero un tribunal del propio país paralizó en enero el despliegue de unos mil soldados. Estados Unidos y otros países se han limitado a garantizar la financiación de la misión.
Los recelos internacionales con esta misión se deben al historial de las intervenciones extranjeras en Haití. En concreto, las de la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití (Minustah), creada en 2004 para ayudar a reconducir el país tras el golpe de Estado que derrocó a Aristide. Sin embargo, durante trece años tuvo un desempeño pobre y protagonizó varios escándalos. El primero fue un brote de cólera de la mano de cascos azules nepalíes que mató a 10.000 personas tras el terremoto de 2010, el cual había dejado 200.000 muertos. El segundo fueron los abusos sexuales cometidos también por tropas de la ONU.