¿Por qué el petróleo se resiste a subir pese a las guerras?
El crudo cierra su primer año en pérdidas desde el 2020 gracias al renovado boom del fracking en EE.UU.
Sobre el papel, el petróleo debería estar en niveles estelares. Guerra en Ucrania que ha obligado a los Europeos a replantearse su política energética sin el crudo de Rusia; bombardeos incesantes en Oriente Medio, con crisis en el mar Rojo, los barcos que huyen del canal de Suez e Irán que corre el riesgo de involucrarse en el conflicto y recorte de producción de cerca de 900.000 barriles diarios por parte del cartel de la OPEP con el objetivo de sostener las cotizaciones. Incluso el Banco Mundial, siempre prudente en sus análisis, llegó hace unas semanas a vaticinar la posibilidad de ver el barril cercano a los 150 dólares, en la hipótesis de un conflicto geopolítico a larga escala.
Y, sin embargo, el barril ha esquivado hasta ahora las bombas y las guerras. En el último trimestre ha encadenado varias sesiones consecutivas a la baja con un recorte de casi el 20% desde los máximos de finales de septiembre. Al final, el 2023 acabó en pérdidas anuales (más del 6%), en lo que supone su primer ejercicio en negativo desde el shock de la pandemia del 2020. Hoy los precios están en 79 dólares el barril, cuando en el 2022 en promedio estaban en 95. ¿Por qué el petróleo no sube?
El analista Javier Blas recuerda que el mercado especula sobre la “muerte de la OPEP”
El primer motivo es el más sencillo: demanda y oferta están equilibradas. Desde el lado de la producción, si la OPEP cierra el grifo, Estados Unidos lo abre. Los estadounidenses han vuelto a consolidar su liderazgo mundial, que consiguieron en el 2018. Hoy exportan como nunca.
Según los cálculos del Departamento de Energía estadounidense, el petróleo made in USA ya representa el 20% de la producción global, con lo que su distancia respecto a Arabia Saudí y Rusia se ha incrementado en los últimos años. En términos absolutos, con 13,3 millones de barriles diarios en diciembre, nunca EE.UU. había sacado tanto petróleo. “Digan lo que digan los agoreros de siempre, el fracking sigue funcionando muy bien. EE.UU. está produciendo a niveles récord y las sanciones a Rusia no se han traducido en una reducción significativa del petróleo”, remarca el catedrático de Estratigrafía y Geología Histórica de la UB, Mariano Marzo. Prueba es que en las últimas semanas dos gigantes del sector, Exxon y Chevron, han invertido sumas millonarias (60.000 y 50.000 millones de dólares respectivamente) a comprar Hess y Pioneer Natural Resources, firmas que operan en el fracking, lo que puede devolver brillo a esta industria que ha sufrido muchos altibajos.
La misma OPEP no está viviendo sus mejores momentos. Indonesia (2016), Qatar (2019), Ecuador (2020) y Angola (2023) han abandonado el club. Javier Blas, ensayista y analista de Bloomberg, recordaba que “las tres palabras más peligrosas en el mercado del petróleo son: “(La) OPEP está muerta”. De acuerdo con su análisis, varios de sus miembros consideran que Riad intenta mantener sin éxito los precios demasiado altos, justo cuando la economía mundial puede enfrentarse a una ralentización en el 2024.
De hecho, la demanda mundial, según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), seguirá creciendo (de 1,1 millones de barriles diarios), pero menos de la mitad de lo que hizo en el 2023. Hay que considerar que el crecimiento de China ya no es al que nos tenía acostumbrados, cuando además está en un proceso de creciente adopción de vehículos eléctricos.
El 2024 es una incógnita. “Hay muchas incertidumbres, mucho temor y mucha prudencia en un mercado que se mantiene a la expectativa de verlas venir”, reconoce Marzo. En una reciente nota a inversores, Francisco Blanch, de Bank of America, aportaba más dudas. “Creemos que el mercado del crudo puede estar siendo demasiado optimista sobre los recientes acontecimientos en Oriente Próximo. La dependencia de las economías asiáticas del petróleo que fluye por el estrecho de Ormuz es enorme. Cualquier escalada podría desencadenar un salto a los 130 dólares”.
Los precios mundiales de los alimentos bajaron un 13,7% en el 2023, según el índice de la FAO (Naciones Unidas). Se trata de un fuerte repliegue después del repunte del 2022, relacionado con el estallido de la guerra de Ucrania. El mantenimiento de las exportaciones de cereales, aún menores que en el pasado, por parte de Kyiv, la abundancia de la oferta rusa y australiana de trigo y las buenas cosechas brasileñas de maíz y soja han favorecido la caída de los precios . Pero “el hecho de que el precio de las materias primas esté bajando no implica necesariamente una caída del precio de los productos alimenticios”, subrayaba el economista Bruno Parmentier. La excepción a la tendencia bajista sigue siendo el arroz, que en el 2023 subió un 21%.
Los precios de los alimentos se desploman
Los precios mundiales de los alimentos bajaron un 13,7% en el 2023, según el índice de la FAO (Naciones Unidas). Se trata de un fuerte repliegue después del repunte del 2022, relacionado con el estallido de la guerra de Ucrania. El mantenimiento de las exportaciones de cereales, aún menores que en el pasado, por parte de Kyiv, la abundancia de la oferta rusa y australiana de trigo y las buenas cosechas brasileñas de maíz y soja han favorecido la caída de los precios . Pero “el hecho de que el precio de las materias primas esté bajando no implica necesariamente una caída del precio de los productos alimenticios”, subrayaba el economista Bruno Parmentier. La excepción a la tendencia bajista sigue siendo el arroz, que en el 2023 subió un 21%.