“Dos años de guerra es poco”
Israel ya calcula llevar la guerra en Gaza hasta 2025
Benjamín Netanyahu confiesa que el conflicto se alargará y descarta que a su conclusión se vaya a dialogar sobre un Estado palestino. En las calles ya secundan la operación y su popularidad se recupera
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, afirma que en la zona norte de la franja de Gaza la fase más intensa de la guerra “llega a su fin” y que en el sur “terminará pronto”. Pero a pie de calle nada cambia, y en Israel, en los territorios palestinos, incluso en Aqaba, en la frontera jordano-israelí, pregunte a quien se pregunte, se insiste: “Esto durará”.
La ofensiva es intensa, sobre todo en Jan Yunis, en el sur del enclave palestino, en busca de los líderes de Hamas. Aunque se da en toda Gaza y organismos como el Instituto para el Estudio de la Guerra confirman que los islamistas se reorganizan en el norte. Y, de hecho, el pasado martes sorprendía el hasta medio centenar de misiles que se lanzaron desde el enclave palestino
Se despertaron todos los recelos sobre la efectividad de la ofensiva. De nuevo. “La guerra de Gaza puede seguir hasta el 2025”, confesó ese mismo día el primer ministro israelí, Beniamin Netanyahu, ante líderes de las localidades cercanas a Gaza, según captó un canal local. Y los desplazados israelíes por vivir cerca de la franja, miles, tampoco quieren volver por ahora. Y hoy mismo desde las Fuerzas de Defensa israelíes se dice que “los reservistas liberados tendrán que regresar pronto”.
Dos años de guerra “es poco”, se llega a argumentar cuando se compara Gaza y otros conflictos
Y es que en las calles israelíes todo habla de guerra, de una guerra que será larga. Y se refleja en las localidades que están más en el objetivo de Hamas. En Dimona, al este de Gaza, que acoge un reactor nuclear sobre el que siempre recaen todas las amenazas. O en Ascalón, donde la central térmica de Rutenberg hace de frontera entre la ciudad y Gaza. O en Ashdod, que acoge el puerto más importante del país, la central térmica de Eshkol y que limita con otro centro de investigación nuclear, el de Soreq.
Los alrededores de Gaza son críticos para Israel. Y en sus calles se respira, todavía, una guerra que seguirá por varios meses. Pese a que el acuerdo entre Hamas e Israel mediado por Qatar ha hecho posible esta semana el reparto de medicinas a los gazatíes y a los rehenes israelíes. Pese a que Israel cifra en 136 los cautivos por Hamas en el enclave tras la masacre del 7 de octubre en la que se asesinó a más de 1.200 israelíes. Pese a que el Ministerio de Salud de Gaza diga que son más de 24.000 los muertos en la franja (alrededor de 10.000 niños) y a que el 90% de los gazatíes (1,9 millones de personas de 2,2 en total) están desplazados hacia el sur, a una zona en principio segura pero donde también hay bombardeos.
Los cincuenta proyectiles lanzados desde Gaza esta semana recordaron que para Israel la normalidad queda aún lejos si el objetivo es, más allá de liberar a los rehenes, y más allá de terminar con Hamas, asegurar que la franja no sea más una amenaza.
En Dimona, en el desierto del Néguev, entre calles que acumulan arena y edificios de dos alturas descascarillados (fiel reflejo de los años 1950, cuando el presidente David Ben Gurión se propuso poblar la zona), Amos Sarig, el portavoz municipal, que luce un colgante que reivindica la vuelta de los rehenes a casa, explica: “No podemos estar en emergencia todo el tiempo, se ha vuelto a la rutina, también porque ahora hay grupos que vigilan el pueblo. No hay miedo. Estamos preparados. ¡Creemos en el ideal sionista! ¿La guerra durará hasta el 2025? Es posible”.
¿Y por qué?, se le pregunta. No lo duda: “Mira la covid, pensábamos que era para un mes y se alargó por años. O mira la guerra en Líbano, que se extendió de 1982 al 2000. Dos años de guerra es poco. Claro que puede ser”.
Dicho y hecho.
En Ascalón y en Ashdod, al norte de Gaza con vistas a Gaza; en Sderot, a tan solo 2,5 kilómetros de la franja; incluso en Dimona, más lejos al este aunque objetivo de Hamas, los cazas o el sonido lejano de artillería es constante, pero apenas perturban a nadie. La guerra se ha normalizado. Es ya una rutina. Porque la guerra, sobre el terreno, preguntados unos y otros, solo apunta a seguir. Y ayer, en el Foro Económico Mundial de Davos, en Suiza, con otras palabras, el presidente israelí, Isaac Herzog, lo secundó sentado al lado de una foto de Kfir Bibas, bebé que cumplió ayer su primer año de vida cautivo de Hamas: “Los israelíes no pueden pensar sobre conversaciones de paz ahora mismo”.
La guerra apunta al largo plazo mientras se intensifican los ataques en la frontera libanesa con Hizbulah, y la violencia en las calles de Cisjordania, y las tensiones regionales con Irán, y Siria o los hutíes en Yemen, que ayer hicieron sonar las alertas por misil en Eilat, la ciudad más al sur de Israel.