Lo ataques caldean aún más la región
Más madera: ¿Qué pasa entre Pakistán e Irán?
El cruce de misiles en la frontera entre una de las mayores potencias militares de la región y una potencia nuclear eleva la tensión regional, pero a ninguno de los dos países les interesa entrar en conflicto
La tensión regional en Oriente Medio se expande hacia el Asia Central. La aviación pakistaní ha bombardeado en la madrugada del jueves “escondites terroristas” en la provincia iraní de Sistán-Baluchistán causando al menos nueve muertes, dijo el Ministerio de Exteriores de Pakistán en un comunicado. Islamabad responde con un ataque simétrico a la operación llevada a cabo en su territorio por Irán el pasado martes en el que habrían muerto dos personas contra Jaish al-Adl, un grupo separatista con base en la provincia paquistaní de Baluchistán.
Con este último ataque el gobierno pakistaní pretende reequilibrar la balanza de poder con su vecino, pero el cruce de misiles entre una potencia nuclear (Pakistán) y una potencia militar (Irán) tensa todavía más la cuerda en una región que, desde que comenzó la guerra de Israel contra Hamas el pasado 7 de octubre, vive con el temor de una expansión territorial del conflicto de consecuencias inauditas.
Irán y sus aliados del "Eje de resistencia" (Hizbulah, Hamas, las milicias chiíes de Siria e Iraq y los hutíes del Yemen) e Israel y los suyos (con Estados Unidos a la cabeza) juegan desde hace tres meses una delicada partida de ajedrez en el tablero de la región para defender sus posiciones. Se trata de una tensión calculada con ataques medidos para evitar una escalada regional, pero la ensalada de actores implicados, los nervios o un mal cálculo podrían desencadenar una fatalidad.
Una potencia nuclear humillada
En este contexto, la entrada en escena de una potencia nuclear como Pakistán lógicamente eleva las preocupaciones. Teherán se apresuró el martes a especificar que sus acciones en territorio pakistaní no tenían nada que ver con la guerra en Gaza y afirmó que todos los fallecidos eran de nacionalidad iraní. Pero pese a que tanto Pakistán como Irán tiene como enemigo común a los insurgentes separatistas de la zona, la facilidad con la que los misiles y drones iraníes cruzaron la frontera de un país que se tiene como potencia por su arsenal nuclear fue una humillación que Islamabad -y especialmente su omnipresente ejército- no podía tolerar. Una respuesta contra un objetivo equivalente y de la misma potencia era de esperar. Ahora están en tablas.
La pregunta que cuesta más de responder ahora es porqué, con todos los frentes abiertos que tiene Teherán, ha decidido atacar a los insurgentes en territorio pakistaní y provocar a Islamabad. La República Islámica y sus aliados han sufrido y perpetrado ataques en todos los frentes, en el Líbano, Siria, Irak, el Mar Rojo... Incluso en el propio Irán, con el atentado de Estado Islámico en Kermán, que causó 84 muertos el pasado 3 de enero. ¿Por qué correr el riesgo de abrir un frente más?
Una de las respuestas podría ser que Irán quiere lanzar el mensaje tanto a sus aliados como a sus enemigos de que tiene la capacidad de vengarse de cualquier agresión en cualquier lugar (recordemos que en 24 horas también bombardeó a grupos yihadistas en la provincia siria de Idlib y a un supuesto centro del Mossad en Irbil, la capital del Kurdistán iraquí). El pasado mes de diciembre, Yaish al Adl asaltó una comisaría de la región de Sistán-Baluchistán, por lo que la acción de esta semana podría considerarse una represalia.
Esta exhibición de músculo militar tiene también como destinatario claro a los Estados Unidos e Israel. El ejército iraní ha manifestado abiertamente que sus misiles balísticos tienen la capacidad de llegar a las bases estadounidenses en Oriente Medio o incluso a Tel Aviv. Tras el ataque contra Idlib, la Guardia Revolucionaria aseguró que había utilizado un misil Kheibar Shekan, con capacidad de volar hasta 1.450 kilómetros, desde la provincia sureña de Juzestán. La elección del misil y el lugar de lanzamiento sugieren que Irán querría transmitir al mundo que, si quisiera, podría llegar a varios puntos de Israel.
Otro factor a tener en cuenta sería el interno. En un momento en que el descontento va en aumento tras años de protestas por la represión a las mujeres que se niegan a llevar el velo obligatorio o el elevado coste de la vida y con un Líder Supremo, Ali Jamenei, de 84 años y con la salud delicada, el régimen sabe que el único factor unificador de la sociedad iraní es el enemigo exterior. Como ya ocurrió tras el asesinato estadounidense en 2020 del general Qasem Soleimani, héroe nacional, si en algo están de acuerdo la gran mayoría de iraníes es en el rechazo al Gran Satán (como denominan a los Estados Unidos) y a sus aliados.