Mediterráneo: África Libre y otros fenómenos de este 2023
Antes de que acabe el año quiero compartirles una reflexión de lo que para mí han sido los cuatro fenómenos más relevantes del 2023 y que con seguridad tendrán nuevas ramificaciones en el 2024 y siguientes. Son fenómenos casi de época. Fenómenos que como todo en este mundo globalizado, se interconectan en algún momento y también tienen impactos en la política nacional boliviana.
África libre
El fenómeno más aislado y peor contado es el de lo que podríamos llamar la “enésima descolonización” de África y que la prensa occidental hegemónica llama “golpes de Estado” y lo justifica por un incremento de influencia de Rusia en la región del Sahel.
Por contarlo todo y contarlo bien, se trata de la franja que recorre África de oriente a occidente, entre el desierto del Sáhara y la línea del ecuador, básicamente el África negra rica en recursos naturales de todo tipo y controlado históricamente por países occidentales, en particular Francia, que es la que esencialmente acaba retirándose después de los golpes sin explicar que muchos de los intereses expoliados en la región eran protegidos no por sus tropas sino por los grupos mercenarios rusos como el grupo Wagner, popularizados y criminalizados a partir de su participación en la invasión de Ucrania, pero contratados regularmente por Europa.
Este año se han sumado Gabón y Níger a la “moda” golpista, aunque en los últimos tres años han sido hasta 10 países incluyendo Mali, Burkina Fasso o Guinea Conakry. En general suponen un cambio en la correlación de fuerzas internas que no tendrán problemas en sostenerse precisamente porque China y Rusia ya no admiten tutelas en el despliegue de sus geoestrategias, mucho más pragmáticas que las de occidente y que de alguna forma está dejando mejores oportunidades a eso que llamamos “Sur global”, que no ha dudado en corresponderle incluso en votaciones arriesgadas dentro de Naciones Unidas.
Una de las derivadas de estos fenómenos es el de la migración. Gran parte de la migración que llega a Europa lo hace desde esos países, con un plan de no retorno o sometido a mafias, en parte porque no tiene futuro en su país y en parte, porque los países ricos siguen necesitando sus “esclavos modernos”, migrantes con derechos, pero no con todos. Cómo se encajarán estas piezas marcará la agenda en los próximos años.
Ciudadanos “de bien”
El racismo es precisamente una de las variables que subyace en el segundo fenómeno y que a mi juicio es el auge de la individualidad como respuesta, una exacerbación narcisista de las capacidades propias frente a la acción colectiva que acaban definiendo una concepción de la sociedad, experimentada desde YouTube, a la que le está dando respuesta la nueva ultraderecha, esa que se acomoda a las realidades nacionales para hacer más eficiente su mensaje hasta el punto de parecer cosas distintas, pero que tienen cosas en común, principalmente el desprecio a los aspectos más igualizantes de la democracia liberal y sus constituciones, el concepto de los ciudadanos “de bien” frente a los del mal y una hoja de ruta ultraliberal en lo económico que, en cualquier caso, puede aparcarse si el populismo electoral lo requiere, como evidenció Jair Bolsonaro en Brasil.
En 2023 la propuesta de ultraderecha en cualquiera de sus fórmulas apenas ha tenido rival en Europa. En Estados Unidos las primarias del partido republicano basculan alrededor de Trump rivalizando en mensajes de la misma línea. China e India están optando por fórmulas de gobierno totalmente personalistas, y en Sudamérica, la victoria de Javier Milei se constituye en un fenómeno de estudio aún por dimensionar en tanto a herencias y similitudes con otros, como el mencionado Bolsonaro.
El Latinobarómetro llevaba años advirtiendo de que la democracia estaba a la baja y que cualquier forma de gobierno que garantizara seguridad física y económica sería aceptado. A la propuesta se han añadido dosis de utopía libertaria – aplicada solo en términos de economía – y una profunda convicción racista – clasista de que los derechos no tienen por qué ser igual para todos. En Argentina se habla de “los argentinos de bien”, en Europa de migrantes, en Filipinas directamente de subversivos. Para el caso el fondo es el mismo.
En esta exultante expansión, la dimisión de la izquierda a dar la batalla ideológica está contribuyendo de forma decisiva: no hay una formulación de modelo social que ponga en valor la solidaridad organizada frente a los modelos que propugnan la libertad económica con la estética adecuada. Las presidencias de Lula en Brasil y de Pedro Sánchez en España son el resultado de complejas alianzas sostenidas sobre el miedo al gobierno de la ultraderecha, pero sus ventajas fueron mínimas. Las victorias de Petro en Colombia y Boric en Chile son también el resultado de un hartazgo que sin embargo, no están sabiendo articularse para encontrarle la sostenibilidad necesaria.
La pragmática post islamización
Una derivada a veces contradictoria de este auge de la ultraderecha tiene que ver con la ofensiva diplomática de los Estados árabes/islámicos que en los últimos años han derribado muros fundamentalmente en la esfera cultural que los ha conseguido validar en la esfera internacional, donde sus enormes riquezas derivadas del petróleo son sin duda más ponderadas que su apego por la democracia.
Por lo general son monarquías o dictaduras totalitarias que gobiernan para una élite y que no han firmado los tratados de derechos humanos de Naciones Unidas al considerar que recogen el espíritu “judeocristiano”, pero esto no ha sido un problema para llevar allí el Mundial de Fútbol, docenas de jugadores de los mejor pagados del mundo, cualquier cantidad de eventos excéntricos y, tampoco, ni siquiera, la Cumbre del Clima (COP 28).
La forma en la que se está normalizando hacer negocios con estos dictadores – ahora cuesta incluso señalarlo sin ser tildado de islamófobo – por parte de las élites occidentales contrasta con el trato que dispensan las poblaciones a sus migrantes.
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Las consecuencias del “todo vale” ya se dejan sentir. Cada vez parece más evidente que el estallido de violencia en Israel provocado por la matanza de Hamás tiene que ver con las tensiones regionales sunitas – chiitas, Arabia – Irán, y la forma más directa y violenta de acabar con lo que empezaba a ser un reconocimiento de facto del Estado de Israel en Palestina por parte de las potencias árabes de la región, incluyendo Marruecos: haciendo negocios.
El descrédito de Naciones Unidas
El último fenómeno que parece haber tocado fondo en 2023 es el de la ONU, cuya deriva hacia la inanición empezó a principios de este siglo, con su incapacidad de frenar la ofensiva estadounidense “contra el terrorismo” que abrió guerras desastrosas en Afganistán e Iraq. Desde entonces intentó encontrar su lugar abrazando la causa de la lucha climática y el calentamiento global, pero desde París 2015 se viene evidenciando que la voluntad del hemisferio norte para hacerse cargo del desastre provocado en su industrialización -esto no se puede decir tampoco – son escasas.
El plan siempre fue “descarbonizarse” prohibiendo los combustibles fósiles y obligando a cambiar la matriz energética, vía crédito, lo cual hacía poca gracia en el Sur Global, pero se ha cruzado precisamente esa pragmatización del mundo árabe: Qatar ya logró que se aceptara el gas natural como energía más o meno libre y por ende, combustible de transición, pero la última cumbre se celebró en Dubai con el sultán, ministro y directivo de la principal empresa petrolera de los Emiratos como presidente de la COP y maniobrando para salvar la amenaza de una fecha límite ha sido demasiado incluso para los que ya poco esperaban.
Bolivia en su laberinto
Con mayor o menor intensidad, estos fenómenos también influyen en Bolivia, un país que cada vez exporta menos capital humano y cuyo gobierno se ha propuesto hacer negocios con los llamados “indeseables” para sostener su línea antiimperialista, aunque los números no cuadren.
Especialmente relevante será en 2024 ver qué materialización toma el fenómeno de la ultraderecha que recorre el mundo en un país en permanente electoralización, con un Estado ausente en casi todos los aspectos de la vida, tanto en los servicios como en los fiscales y con un gobierno elementalmente conservador.
Aprovecho estas líneas para desearles una muy Feliz Navidad a todos, recordando que no son las fechas las que iluminan, sino la voluntad de los hombres y mujeres de hacer el bien.