Ucrania, 600 días después
La imagen se ha vuelto habitual en Lviv. Antes de las once de la mañana, una banda militar se organiza frente a la céntrica iglesia de San Pedro y San Pablo. Al repicar las campanas, empiezan a sonar las trompetas y los sacerdotes salen al encuentro de la marcha fúnebre con la que se da comienzo a un nuevo funeral.
“Las autoridades locales nos avisan cada mañana si ese día tendremos ceremonia y cuántos son”, explica el padre Vsevolod, uno de los sacerdotes que presiden este claustro que originalmente fue levantado por los jesuitas en 1590 y que en los últimos tiempos de la larga historia de la ciudad pasó a ser utilizada como iglesia militar. Dentro, cientos de fotos, especialmente de hombres en uniforme, están desplegadas en extensos paneles. De una parte del techo cuelgan palomas blancas hechas en papel y en una esquina hay restos de misiles y balas.
“Han sido unos meses duros. Nadie dijo quela contraofensiva iba a ser fácil”, dice un estudiante de medicina
“Esto surgió como una iniciativa popular en el 2014, la gente se preguntaba cómo honrarlos y empezaron de manera informal a pegar sus fotos”, explica el sacerdote, que apunta que el número fue aumentando considerablemente desde el comienzo de la invasión a gran escala, y se ha hecho aún mayor desde el comienzo de la contraofensiva el pasado junio. Si entre el 2014 y el 2021 la galería tenía 70 retratos, ahora suman alrededor de 700. “Estas fotos nos recuerdan constantemente que hay una guerra. Que no ha terminado. Que hay familiares que también necesitan nuestro apoyo”, explica el padre Vsevolod. El número de funerales es cada vez mayor.
Las imágenes que se ven en los funerales contrastan con el devenir diario de las principales ciudades donde la vida ha regresado a la normalidad. “Es injusto pensar que la gente ha olvidado la guerra. Muchos tienen mucho dolor y miedo, pero hay que seguir viviendo. Es parte de la supervivencia”, explica Irina Krasnoshtan, miembro del Centro Internacional para la Victoria de Ucrania, que trabaja para explicar alrededor del mundo las consecuencias que ha tenido la invasión.
El pasado fin de semana se llevó a cabo en Kyiv una conferencia llamada Crimea Global en la que participaron múltiples ponentes del llamado Sur Global para tratar, desde diferentes ángulos el impacto de la guerra. “Lo sabíamos, pero esto nos confirma cómo el mundo está interconectado, que la amenaza de las dictaduras es una realidad. Que nuestra lucha es la de muchos”, explicaba Irina.
A pocos metros de la sede de la conferencia se levanta otra iglesia mítica para los militares, San Miguel de las Cúpulas Doradas. Aquí también, pero en el exterior, se despliegan miles de fotos de hombres y mujeres fallecidos, y como en Lviv, el número también ha aumentado en los últimos meses. El Gobierno no publica el número de muertos.
“Han sido unos meses duros. Nadie dijo que la contraofensiva iba a ser fácil, y actualmente creo que somos más conscientes de que esta guerra se extenderá en el tiempo”, sentencia Dimitró, un estudiante de medicina que el domingo paseaba por esta parte central de Kyiv. Para los ucranianos hay dos maneras de mirar la situación, explica este joven de 23 años: “Moscú iba a llegar a Kyiv en tres días, y está claro que nunca pasó. Es nuestra victoria, nadie pensaba que fuéramos capaces. Luego pensamos que la guerra la podríamos terminar rápido, especialmente después de la captura de regiones como Járkiv o Jersón, pero hoy sabemos que durará un tiempo más”.
El presidente, Volodímir Zelenski, aseguró días atrás que una tercera parte del país está sembrada de minas. Y en su alocución del domingo, en la víspera del día 600 de la guerra, que se cumplió ayer, daba las gracias a los soldados que estaban dando el tipo en las zonas más calientes. Esto incluye el frente de Kúpiansk y Limán, en el Donbass, donde las fuerzas rusas intentan retomar el control de territorios que fueron liberados por los ucranianos un año atrás. Pero especialmente en Avdíyivka, en la provincia de Donetsk.
Cuando los ojos del mundo se centraban en la masacre cometida por Hamas y la respuesta de Israel en Gaza, Moscú reforzó una ofensiva para tomar el control de Avdíyivka. Según el Instituto de Estudios de la Guerra, con sede en Washington, tres batallones rusos están involucrados en la operación que busca asediarla. Pero a pesar de la crudeza de los ataques, y de que las fuerzas de Moscú lograron avanzar en algunos flancos, las tropas ucranianas no solo lograron detenerlos, sino causar un gran daño humano y material.
La euforia con la que Moscú habló en los primeros días de este ataque ha desaparecido, y actualmente las declaraciones están marcadas por la cautela. El domingo, el presidente, Vladímir Putin, se refirió a este tipo de operaciones como “defensa activa”. Aun así, muchos analistas creen que Rusia seguirá buscando tomar el control de esta ciudad, que muchos creen puede tener el mismo futuro que Bajmut. Es decir, acabar completamente destruida. Este impulso ruso buscaría quitar presión al ejército en otros frentes donde Ucrania causa daño, incluido el de Zaporiyia. Todo esto sucede en un momento que el país se prepara para un nuevo invierno que muchos piensan será más duro que el anterior.