Mediterráneo: Ni migrados ni refugiados
Este texto pertenece a Mediterráneo, el boletín de Jesús Cantín que analiza la actualidad internacional en relación con Bolivia. Si quieres recibirlo en tu correo electrónico, suscríbete más abajo
Aunque Mediterráneo nació para una reflexión más pausada, la coyuntura hoy apremia. Hamás ha lanzado probablemente el mayor ataque de su historia contra Israel, que no combatía en su propio territorio desde el 73. Más de un millar de cohetes lanzados en un corto espacio de tiempo para despistar a las defensas mientras incursionaban varias columnas de milicianos que han abierto fuego indiscriminadamente contra civiles y militares.
Los números aún son muy provisionales. Algunas fuentes hablan de más de medio centenar de muertos, centenares de heridos y algunos rehenes; muros y vallas de contención del campo de concentración más grande del mundo que es Gaza, derribados y equipos militares destruidos.
Aunque hay imágenes espeluznantes, el mundo contiene la respiración ante lo que se prevé una respuesta más que contundente. El primer ministro Benjamin Netanyahu, de vuelta al poder de la mano de la ultraderecha con la que conformó una alianza postelectoral (sí, hay todavía más ultras que Netanyahu) ya ha declarado el estado de guerra y con seguridad descargará todo el poder de fuego contra la franja de Gaza en un momento particular.
Oficialmente, el ataque de Hamás es una suerte de respuesta a una incursión policial en su territorio la pasada semana, pero el poder de fuego evidencia que se venía preparando desde hace más tiempo. La franja es un polvorín desde la pandemia y más en estos últimos meses de presión inflacionaria y desentendimiento diplomático.
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La comunidad internacional condena el ataque, pero no sabe qué hacer con lo que con seguridad será una respuesta colosal. Ya lo está siendo. El momento es inoportuno a nivel local, pues el gobierno de Netanyahu estaba siendo muy combatido por la oposición interna que ahora, evidentemente, se someterá a las decisiones del líder, pero también a nivel internacional. Hace solo una semana desapareció una república, Nagorno Karabaj, en apenas 48 horas de bombardeo de Azerbaiyán sin que nadie alzara la voz. Es el resultado de la inutilidad de las acciones tomadas en Ucrania.
Lo cierto es que Israel estaba a punto de firmar un acuerdo de seguridad con Arabia Saudí que fortalecía a Estados Unidos en la zona y que no gustaba nada a Irán – competidor regional -, ni tampoco a China ni a Rusia. Al final parece claro que los millones de palestinos encerrados sin ningún tipo de expectativa serán mera carne de cañón en el tablero geoestratégico mundial. Aviso para navegantes (pequeños).
Otros derechos humanos
El tema del que quería hablar esta semana era de la migración, una realidad que sin duda, va por barrios. En unos sitios hay interés, en otros “preocupación”.
Perú se suma ya a los países centroamericanos, Colombia, Venezuela y Ecuador que utilizan el paso del Darien para tratar de llegar a Estados Unidos huyendo de interminables años de inestabilidad y de la profundización de un sistema altamente especulativo que castiga a los más pobres: el plan es huir antes de que sea demasiado tarde para intentarlo.
En el Sahel, corazón de África, cansados de exportar “talento humano” hacia Europa en condiciones de alto riesgo que rara vez retorna, parecen haber decidido completar su descolonización expulsando los resabios franceses.
En Estados Unidos Biden no ha dudado en mantener la política dura contra la migración que instauró Donald Trump no solo para cerrar esa puerta electoral, sino porque el octogenario presidente se ha enfundado su traje más laborista en este periodo de mandato y sabe que una de las mayores amenazas al poder adquisitivo de los trabajadores en Estados Unidos es, precisamente, la “competencia desleal” de la imperiosa necesidad de trabajar que los empleadores no dudan en aprovechar.
Más o menos lo mismo en Europa, que necesita permanentemente la llegada de mano de obra adulta, barata y sana que trabaje mucho, cotice y pague impuestos para financiar pensiones y servicios públicos y que los consuma poco, pero que sin embargo escenifica una política de mano dura e insolidaria – poco acorde a la supuesta tradición europea de post-guerra – para contentar a una población castigada por la crisis inflacionaria y, en determinados casos, el desempleo. El “enemigo” migrante está dando alas al germen de ultraderecha que no cuestiona el sistema mientras las élites empresariales siguen ganando y deslocalizando.
El asunto sin embargo preocupa poco en España y Portugal, donde el envejecimiento de la población y la bajísima natalidad no deja más remedio que “importar” personas para mantener el nivel de vida. Tampoco en China o en Oriente Medio, donde simplemente los recién llegados no tienen derechos ni nadie que vele porque se cumplan los mínimos – en Beijing incluso trabajan más horas de las establecidas en una suerte de institucionalización de “derecho de piso” sui géneris.
Al parecer tampoco es un tema que preocupe especialmente en el cono sur de América: ni los que llegan ni los que se van son asunto importante de debate en Argentina ni en Brasil, ni tampoco en Bolivia, donde el flujo de salida hace tiempo que dejó de contabilizarse.
En Bolivia se estima que se han reducido por dos motivos: ya somos suficientemente pocos, y el esfuerzo de migrar, especialmente a España por los temas de idioma, no acaba compensando económicamente por el incremento de los costos en Bolivia y los bajos salarios en Europa.
Probablemente el asunto de la migración acabará acomodándose a las proyecciones demográficas y esas mismas, acabarán por corregir los sistemas del bienestar, probablemente a la baja, en cuanto las potencias hegemónicas evidencien que no dan abasto solitas. Lo veremos.
Democracias
Me han sugerido ser más breve, así que acabaré con tres breves apuntes electorales sobre lo que nos concierne y dejaremos un monográfico sobre la cita en Argentina para la semana que viene.
- En Ecuador el correísmo vuelve a ponerse ante su espejo al propio MAS: alcanzar el 50% siendo el partido más importante del país le está resultando imposible incluso cuando su candidata, Luisa González, es la antítesis de las características más despreciadas del expresidente y aún líder espiritual del partido, Rafael Correa. Si las encuestas no fallan, que sin embargo es lo más común, el beneficiario de la polarización anticorreísta será el empresario Daniel Noboa, hijo de uno de los grandes banqueros de la época negra, pero presentado esta vez como centro izquierda moderado y dialogante. Queda una semana para develar la incógnita.
- En Guatemala ha decidido intervenir la OEA según ha informado su aún secretario general, Luis Almagro, para “efectuar tareas de mediación entre los sectores sociales involucrados en las protestas y el Gobierno”. El problema principal es el intento denunciado incluso en la Asamblea General de la ONU de desconocer el triunfo electoral de Bernardo Arévalo, de corte progresista. Sin duda que la intervención de la OEA no augura un desenlace tranquilo.
- En Argentina Patricia Bullrich parece que se desinfla ante el empuje de Javier Milei, convertido en las últimas semanas en monje franciscano para evitar perder ningún voto y atraer a la derecha más moderada. La cuestión finalmente es cuanto voto de la derecha tradicional recogerá el candidato peronista Sergio Massa, valorado también en los círculos conservadores y que poco tiene que ver con el kirchnerismo. La última operación tiene que ver con desviar el voto joven de izquierda o descontento hacia Myriam Bregman del Frente de Izquierdas de corte neomarxista. Veremos si acaba siendo refugio.